3.1.12

La importancia de un buen profesor en el desarrollo de la persona

Todos, todas, tenemos muy dentro de cada uno de nosotros un recuerdo especial de algún profesor de nuestros años de colegio. Puede ser un recuerdo bueno o malo, muy importante siempre en lo positivo o en la negativo. Todos sabemos dar importancia a “ese” profesor o profesora que nos marcó en aquellos años tan iniciativos, en un camino o en otro.

La calidad humana de los profesores es fundamental en el desarrollo de la persona, como alumno primero y como adulto después, pues marca el futuro y queda grabado en lo más interno de los recuerdos infantiles. Insisto en decir claramente que para bien o para mal.

Nuestras vivencias en los años tan importante del colegio, de la infancia que como esponjas todo lo absorbemos, son fundamentales para ser bueno o malos ciudadanos, para ser libres y capaces, para saber labrarnos un futuro en una dirección o en otra.

Por ello es fundamental la figura del profesor y entre todo debemos darle un valor que hoy le hemos restado. No estoy hablando de darle más autoridad, que a lo mejor sí, sino de darle la importancia social que se merece por la figura que representa. Y por ello tenerle bien formado, bien remunerado, bien motivado, bien engañado en el sistema educativo global, con la familia, son el sistema, con los alumnos, con las nuevas técnicas formativas.

Los alumnos fracasan, el fracaso escolar es muy amplio en España. Pero a veces junto a excelentes profesionales hay auténticos borregos en puestos educativos. Junto a profesores que entregan mucho más de lo que se les piden hay auténticos jetas que se esconden ante el trabajo o se convierten en dictadores en la defensa de sus privilegios como profesores. Son los menos, sin duda, pero dejan huella que rompe a personas. Lo malo de esto es que otros profesores excelentes lo saben y lo callan, y aquí sí que no deberían callar, pues el corporativismo juega en su contra.

Las familias tienen que estar muy atentas ante errores educativos (si pueden tener la capacidad de estar atentas) y respetar siempre la figura del profesor como unas institución muy importante. Pero a la vez y con la mayor educación imprescindible, ser exigentes en ese control de calidad total que se debe dar cada día más en todos los procesos formativos en los niños. Las familias estamos para educar (no todas pueden hacerlo, por desgracia), para los profesores están para formar y motivar, y hay que vigilar que la calidad sea alta pues es el futuro de nuestra juventud lo que está sobre su responsabilidad. 

El sistema educativo tiene que cambiar en muchos aspectos internos. No tanto en métodos o en organización educativa de cara al alumno, como en exigencia hacia cada uno de los factores que intervienen en la educación. Hay que exigir más a los alumnos, pero también más a algunos pocos profesores. Hay que implicar más a los alumnos en su trabajo, pero también apartar a algunos profesores que no quieren ejercer con responsabilidad su trabajo muy importante. Y hacer una selección exquisita del personal cuando entra en labores educativas.

2.1.12

Algunos problemas hay que trocearlos para resolverlos mejor

Toda solución se basa antes en un estudio y una planificación, en una meta que hay que colocar al final para saber hasta donde queremos llegar y en una serie de divisiones o etapas que haga posible llegar hasta el final con fuerza y ganas suficientes. 

Un ejemplo sencillo y práctico sería plantear todo problema como una escalera en donde hayamos dividido el recorrido en pequeños escalones, que sí es posible ir subiendo, mientras vamos acercándonos al objetivo final.

Cada escalón de nuestro recorrido debe ser asequible a nuestras fuerzas. Los problemas no se pueden resolver con facilidad si no hemos sabido dividir convenientemente el problema para ser asumible por nosotros. Muy posiblemente cada uno deberemos dividir el proyecto de distinta manera, pues cada uno necesitamos un tamaño distinto para asumir el proyecto con garantías.

Vamos a imaginarnos un problema personal que tenemos que resolver. Hemos discutido con un familiar, con nuestra pareja, con un amigo.

Tenemos que compartimentar todo el problema. Por qué. Cómo. Hasta donde. Con quien. Cuando. De qué manera podemos ayudarnos en alguien. Cuando hayamos diseñado nuestros escalones de solución deberemos analizarlos uno a uno y buscar ayuda para ello. Tal vez incluso dedicando un tiempo tasado para cada escalón. 

Sabemos qué meta queremos alcanzar, a donde nos queremos dirigir. Ahora nos toca diseñar el camino y buscar la manera de hacer posible el objetico. Si hemos sabido colocar en compartimentos cada una de las divisiones del problema tendremos más garantías de encontrar una solución. Algunos ejemplos de “escalones” son los que viene a continuación para un problema de relación dañada.

¿Nos interesa resolver el problema?
¿Con quien podemos contar para que nos ayude?
¿Hasta donde es posible ceder y entregar?
¿Qué importancia tiene el tiempo que va pasando, en la solución?
¿Han intervenido más personas? ¿cuál es su importancia en el problema y en la solución?
¿Necesitamos ayuda de profesionales?
¿Qué respuesta tendremos que ofrecer a sus dudas? ¿tendremos que hacer cambios en nuestra nueva forma de relación?