12.12.12

Hay que evitar las deudas imposibles y no necesarias

No vivimos dentro de nuestras posibilidades, durante años hemos hemos ido creciendo en gasto, creyendo que el dinero de crédito era más fácil de conseguir y pagar que el dinero del ahorro. Un grave error, pues si no somos capaces de ahorrar, es imposible que seamos capaces de pagar créditos que son las mismas cantidades que las del ahorro más los intereses.

Para tener más hay que ingresar más, no gastar más rápido y a crédito. Muchos se están haciendo millonarios con la suma de los intereses que tenemos que ir pagando por no saber esperar a consumir cuando podamos o por consumir más de lo que realmente podemos.
No hemos sido prudentes y ahora estamos pagando muchos de nosotros la crisis con la mochila añadida de unas deudas complicadas en tiempos normales, imposibles en tiempos débiles.
No siempre podemos tener AHORA lo que creemos necesitar. Y empeñarnos en tenerlo ahora, supone tener que pagar más por ello. Si unas vacaciones en una playa muy alejada suponen uno o dos meses de sueldo, tenerlas que pagar a crédito pueden costar una mitad más. En cambio pasar esas mismas vacaciones en una playa cercana, que pueden ser igual de felices, pueden costarnos un mes de sueldo. ¿Merece la pena alejarse y tener que pagar hasta el triple por una diversión de unos días, que puede suponer lo mismo que hacerlo a miles de kilómetros? La diferencia entre el Caribe y Salou es de mucha cantidad de dinero pero la felicidad la llevamos dentro, no depende de los envoltorios.
Una deuda nos puede superar, se puede convertir en incontrolable. Hay que tener sumo cuidado en el tamaño de la deuda, pues tiende a multiplicarse ella sola, a poco que no seamos capaces de poderla pagar a tiempo. Y muchas veces los tiempos de amortización de las deudas son tan largos, que es imposible saber qué cambiará de nuestra vida en este tiempo.

Mañana de conferencia con chavales vitales sin crisis

Hoy he tenido una conferencia con unos 90 niños de entre 11 y 12 años. Son el futuro y se les nota. Son la alegría, los jóvenes del futuro que no saben qué es la crisis, aunque la conozcan en su casa; pero muchos de ellos ya no han conocido otra forma de sentir la sociedad.

 Son alegres y con muchas ganas de aprender y preguntar. Otras veces me han tocado ejercicios parecidos pero con chavales de 16 a 18 años y en cambio ha sido brutal para mi. En este caso de hoy han estado mucho más atentos, incluso más entretenidos dentro de lo complicado que es conseguir la atención en los grupos obligados de alumnos.
Nunca antes los chavales han tenido tantos medios técnicos para aprender, para complementar sus estudios, y los emplean. Pero tengo serias dudas de los resultados finales. No por los chavales de estas edades que además me han sorprendido con un trabajo de frases y preguntas, ajeno a mi conferencia y que estaba de exposición en los pasillos, denotando unas inquietudes muy curiosas. Pero me preocupan los resultados de los PISA y de las comparativas con otros países.
Creo que a partir de los 13 años los maleamos, les rompemos las ganas, no sé muy bien por qué, y esas inquietudes y ganas de explorar lo que les rodea se van perdiendo. No es posible que un número muy alto de estos chavales se conviertan en “fracasadores” escolares casi contagiosos, en chavales que a partir de estos momentos se frenen y dejen de crecer intelectualmente. Efectivamente ahora ya se les puede notar los fallos y errores, pero es el momento de actuar, de corregir, de reeducar, de buscar alternativas. Creo que como sociedad no somos inteligentes y que a partir de este punto los vamos lanzando a un sistema que ya no es capaz de frenar la caída.
Mientras hablaba les miraba en busca de su atención y un 20% a partir de los 10 minutos ya no prestaba una atención suficiente. Al final de la hora de intervención se había aumentado hasta un 20% aburrido más otro 30% apático en distintos grados. Pero quedaba una mitad del grupo con ganas de aprender. Y eso para mi es mucho. Lograr que un 50% te atiendan una hora sobre un tema tal vez aburrido, es casi milagroso en estos tiempos en que todo se mide por segundos, por escasos minutos.
Debemos cuidar mucho más la educación, el inmenso trabajo de muchos profesores con gana de innovar y de participar con ellos en el futuro. Pero desde la familia también hay que hacer un trabajo muy serio de acompañamiento y respeto hacia la cultura y la formación. Si no somos capaces, vamos a pagarlo muy caro. Todos.