27.1.16

Tras lo de Valencia, si gobernara el PP, seríamos unos mierdas

En política ir de pardillo se paga caro, aunque se tenga razón y se crea que con ello es suficiente para demostrar camino. A Pablo Iglesias le sucede que aun leyendo mucho, ha jugado poco a Maquiavelo en el tablero del ajedrez de los viejos osos. Y los han mandado al gallinero en lo que parecía una completa negociación para ser Vicepresidente, sin haberle preguntado a Felipe González qué le parecía eso de aparecer como el segundo del Gobierno.

Podemos acojona a los inmovilistas. Ellos sabrán porqué. Yo también lo sé. Está plagado (con perdón) de ineptos políticos que piensan que ya han asaltado el Palacio de Invierno, sin darse cuenta de que dentro hay muchas clases de osos y algunos saben defenderse poniendo zancadillas 2.0.  

En Podemos hay gente maravillosa, hay profesionales sociales. Hay políticos de nivel y que saben lo que se debe hacer. Pero hay también mucha CUP y eso acojona. Algún día se darán cuenta. A las ratas no hay que asustarlas ni enseñarles en qué lugar se las puede engañar, pues huyen. Si Podemos quiere asentarse para poder trabajar bien por la sociedad, debe pulir los mensajes pequeños de las bases llenas de viejas glorias expulsadas del sistema incluso por ellos mismos. Deben prohibir asustar hasta que tengan poder de gobernar. Luego ya veremos.

Felipe González no está gagá, es falso esto, simplemente es que ha cambiado de amigos y ahora defiende a otros. Suele suceder. Él, os lo aseguro, no va de pardillo. Pero las amistades sin querer queriendo importan. Tras lo de Valencia, si al final gobernara el PP, demostraríamos que España es una mierda. Pero nosotros mismos, ante la historia ya lo hemos demostrado en otras ocasiones.

26.1.16

Dirigir RRHH: Selección, gestión y formación

Cuando hablamos (en general) de productividad, de buenos resultados profesional o empresariales, de acercarnos a la excelencia a costa de trabajar en equipos bien dirigidos, nos referimos a los grupos humanos como algo complejo de dirigir, mientras que nos olvidamos que muchos de nosotros nos creemos entrenadores deportivos creyendo que es sencillo dirigir a grupos de personas. Ni lo uno, ni lo otro. Tal vez el punto más complejo de dirigir un equipo, sea esa selección de los integrantes, para que siendo complementarios, sean también generosos, capaces de trabajar en conjunto hacia el mismo objetivo, pero sabiendo la labor de cada integrante. Y luego gestionar cada acción, sobre todo las derrotas, que son el punto flaco de toda organización. No, no me olvido de la formación interna y constante, eso es imprescindible para funcionar bien, pero de eso hablo en otras entradas.

La productividad es mucho más que la optimización de equipos de personas, y para este menester se han escrito decenas de libros (¿centenares?) a lo largo de muchos siglos, incluidos los griegos.

No es posible salir al campo de la producción —si formas parte de un equipo de recursos humanos— con el miedo atenazando los trabajos que debes y sabes hacer. No es posible que el jefe del equipo, el líder que debe dar las órdenes y marcar los objetivos se conforme simplemente con no perder. Siempre hay que trabajar saliendo a ganar, convencidos de que podemos, de que somos los mejores, de que tenemos recursos ante todo tipo de problemas. Si en cambio salimos a los mercados, a los campos de batalla, convencidos de que nuestra competencia es mejor que nosotros, incluso si pensamos que los tiempos son duros y por ello muy complejo triunfar, que llevamos unos meses muy cansados, o al contrario, que como somos tan guapos que con silbar vamos a triunfar, lo normal es perder los partidos de la vida laboral y vital, contra nuestra competencia, y por nuestra incompetencia.

Tan importante es saber que los demás son buenos, cómo no pensar que nosotros somos peores.

Un equipo es un grupo de personas bien dirigidas que tienen un proyecto en común y sobre todo, una meta muy marcada hacia la que hay que ir sin dilación, entregando lo mejor de cada integrante del equipo, pues un equipo es la suma de varias o de muchas individualidades y en algunas ocasiones cada uno de sus miembros tendrán que demostrar que son buenos, con la misma seguridad con la que trabajan luego en equipo. En un equipo nadie gana, todos ganan. Nadie pierde, es el equipo quien pierde.

Cada persona somos responsables de hacer mal el trabajo, pero el Jefe o Líder más, por no saber motivar, por no saber marcar la hoja de ruta con arreglo a la suma de las competencias del equipo, por no lograr convencerles de que eran más eficaces que la competencia. Cuando un equipo falla en algo muy importante, la obligación de los gestores es analizar la situación y procurar los cambios necesarios para que no se vuelvan a producir estos fallos de equipo productivo. Pero cada error debe servir para mejorar, para ajustar, para motivar más si cabe.