13.1.20

Un Curriculum debe servir para que te llamen

Me pregunta una joven trabajadora que está preparando un nuevo currículum si es correcto poner delante de todos sus datos académicos o profesionales, un apartado con su perfil en habilidades sociales, en capacidades diversas a su propia experiencia profesional o formativa.

Mi respuesta ha sido SI con algunos matices. No es lógico tener en estos tiempos de facilidad para tener en el ordenador varios currículum uno solo de ellos. Depende. 


Hay que tener varios currículum de cada persona, adaptados a los diversos perfiles profesionales a los que desees acceder, e incluso si son puestos muy técnicos o importantes, deberían ser currículum personalizados para cada ocasión.

Ante una selección de personas se reciben decenas o cientos de documentos con muy diversos perfiles. La persona que hace la primera selección que no es el mejor profesional de la misma, analiza y retira o agrupa los curriculum recogidos por diversas pautas que le han indicado.

La originalidad en el curriculum es un activo importante. No tanto para un puesto simple o sencillo, como para un puesto de trabajo donde la selección será compleja.

Si ante la repetición de mandar curriculum a decenas (o a cientos) de lugares no se te llama casi nunca, es que algo falla en ese curriculum. O bien los datos, o bien los deseos de formar parte de un tipo determinado de empresas.

Llamarte es el primer objetivo de un currículum, y cuando no se fijan en tus datos para llamarte tan siquiera, es que hay que tirarlo a la basura y empezar de nuevo. No digo que haya que mentir, pero sí tal vez decir la verdad de otra manera. A veces ser muy académico si no funciona nos obliga a ser más libres, más diferentes, más osados.

Y sí, puede ser bueno poner en la cabeza de tu hoja de entrada al despacho de la selección un apartado de habilidades sociales. Como lo es aportar el motivo que te lleva a pedir entrar en su organización demostrando que la conoces. O indicarles las capacidades que tienes en campos diversos al del puesto de trabajo al que quieres optar. 

Pero CUIDADO, esa zona de tu currículum la carga el Diablo. Te la van a mirar con lupa. Si es en positivo, si has sabido elegir bien lo que dices que eres…, es positiva. Pero las posibilidades de que se vuelva en tu contra son mayores.

Recuerdo un currículum donde una aspirante me decía que había sido Presidente de la Comunidad de Vecinos. Eso es muy poco e indica que no hay más chicha de la que exponer habilidades. 

En cambio si dices que has sido Presidenta de la Asociación XXXX para la Defensa de XXXX, la cosa cambia. No lo has sido por obligación sino por elección de otras personas y tienes capacidad de organización y de mando. Pero te preguntarán por qué dejaste de serlo. Así que prepara la respuesta con anterioridad.

Lo que nos puede enseñar un bebé de 7 meses

En la imagen vemos a un niño de 7 meses en una secuencia de un vídeo que hemos pixelado, aprendiendo a gatear con la ayuda de sus progenitores. El niño se esfuerza en moverse, en “ir” hacia el sonido, hacia el movimiento, en avanzar.

En realidad el niño lo que está haciendo es aprender a controlarse, a dominarse él mismo. Sabe que su futuro depende de aprender a realizar lo que ya ve que hacen otros iguales, moverse de forma independiente.

Es decir, estamos asistiendo a uno de los primero ejercicios personales de dominarse a sí mismo para ser mejor. Controlar el cuerpo, saber hablarle al cuerpo para que haga lo que nosotros queremos hacer. En este caso, movernos hacia un objetivo, para alcanzarlo.

Este ejercicio de un niño de 7 meses es común en todos nosotros y lo seguimos practicando durante todo nuestra vida adulta.

Intentar aprender, controlarnos, identificar metas y objetivos, ir hacia ellas de la mejor forma que sepamos, aprender y dominar el entorno mientras avanzamos, para hacerlo mejor la próxima vez.

En pocas semanas sus balbuceantes movimientos serás distintos, mejores, más rápidos para alcanzar la meta mejor y en menos tiempo. Igual que nos sucede a los adultos si queremos ser mejores.

Un niño de 7 meses ya sabe que debe ir tras ese objetivo. Su madre se lo mueve en el vídeo, para al niño le da igual, él continúa en el camino para alcanzarlo. No se acuerda de cuánto camino ha ido dejando atrás, a él lo único que le importa es alcanzar la meta.

No se queja de que con el movimiento que hace su madre alejándole el camión con sonido, tiene que hacer más y más esfuerzo. Siempre sonríe ante el reto, sin quejarse.

¿Por qué nos quejamos los adultos si nos mueven la meta, en vez de seguir peleando con nosotros mismos hasta alcanzarla? ¿Deberíamos aprender del bebé de 7 meses?