14.1.20

Atención Dispersa. Atención Concentrada. Ambas son necesarias

La atención de calidad y la concentración ante lo que se está haciendo son básicas para cualquier trabajo intelectual. Y estudiar lo es. Para que se trabaje bien esa concentración en el estudio y análisis, buscando la memoria y la comprensión de lo analizado o leído hay que emplear algunas técnicas básicas y sencilla para concentrarnos mejor, para aprovechar más el tiempo de lectura y escritura, de clase o de atención a las explicaciones.

Nosotros con todos nuestros sentidos estamos constantemente percibiendo a la vez decenas de sensaciones diferentes. Desde ruidos o sonidos a olores, desde la visión cercana a la periférica, desde los movimientos de cualquier elemento dentro de nuestro campo visual hasta cualquier silencio no esperado. Todo afecta, aunque no todo en igual medida.

Somos capaces de notar todo esto pero no todo nos afecta por igual y muchas de estar percepciones (casi) no las sentimos. Tenemos capacidad de abstracción y por ello de lograr en ciertos momentos, que pongamos filtros ante ellas.

En algunas situaciones solo escuchamos o vemos aquello que voluntariamente hemos decidido ver o escuchar. E intentamos no percibir el resto.

Por eso crear un ambiente determinado a la hora de estudiar es fundamental pues nos ayuda a suprimir todas las sensaciones de distracción, ajenas a lo que estamos queriendo hacer, que nos van a distraer y por ello a no lograr el objetivo de recordar, de aprender, de memorizar.

La Atención Dispersa es muy útil para ir por la calle. Necesitamos ver a la gente por si la conocemos y tenemos que saludar, a los coches para evitar accidentes, la acera para no caernos, el lugar en donde estamos para seguir por el camino correcto. Lo hacemos casi de forma automática atendiendo a varios elementos.

La Atención Concentrada es muy necesaria para estudiar, casi obligatoria para lograr el fin, cuando tenemos que memorizar, concentrarnos ante un asunto complejo, cuando es necesario entender una situación, cuando hay que preparar un discurso hablado ante un tema complejo, cuando estamos leyendo y tenemos que ir creando en nuestro cerebro las situaciones que leemos, cuando tenemos que estudiar para lograr memorizar lo leído.

Xenobots. No es ciencia ficción, es solo ciencia

Ya tenemos los primeros robots biológicos a los que hemos llamado "xenobots", las primeras máquinas que podemos programar para hacer "algo", que son naturales, que están vivos, robots biológicos que si bien hoy son de momento fabricados de las células madre de una rana, podrán ser en un futuro de cualquier otro ser vivo. 

No es complicado pensar que a partir de esto, se podrán crear robot biológicos de humanos que dentro de nuestro cuerpo puedan hacer por nosotros algún tipo de trabajo programado que nosotros no somos capaces de hacer. 

Por ejemplo limpiar una vena de colesterol, un riñón de piedras pequeñas o eliminar un tumor. Influir en el dolor de una zona determinada o entrar al cerebro a resolver problemas de una zona determinada. O por qué no, multiplicarse en la zona particular del cerebro para crear procesos con más capacidad de aprendizaje, de memoria o de menos cansancio.

Robot biológicos que serán un paso más hacia los transplantes actuales, hacia las terapias genéticas, o para simplemente llevar medicación muy especial hacia un lugar concreto del cuerpo humano.

En principio se habla de utilizar estos nuevos seres "vivos" en trabajos de limpieza en océanos, pero se abre un camino sin explorar que podría ser tremendo. Es cuestión de saber diseñar muy diferentes máquinas vivas de muy distintos seres vivos, con una programación distinta para cada uno de ellos.

¿Es ciencia ficción? Pues no, pues no es ficción, es realidad excepto que se ponga freno y seamos capaces de ponerle normas éticas, pues lo que se abre es inmenso. 

Hay que tener en cuenta que de momento ya se han creado para que ellas mismas se auto destruyan al cabo de un tiempo, cuando ya hayan cumplido su misión.  Pero igual que se pueden destruir, se pueden programar para reproducirse, para no destruirse, para transformarse.