8.5.09

Necesitamos soluciones al paro de los mayores de 50 años

Cuando a principios de 2011 la crisis esté dominada y se empiece a ver luz al final del túnel, en esta España complicada reinará un índice de paro realmente muy preocupante a nivel social.
Pero lo grave es que los índices de para se recuperan mucho más lentamente que a la velocidad a la que se crean.
Las empresas, sobre todo las PYMES saldrán (las que queden) totalmente descapitalizadas, con ganas de crecer, de obtener beneficios, pero con miedo y temor a no tener el tamaño adecuado. Impensable todavía, que en esos contextos piensen en aumentar sus gastos laborales.
Intentarán crecer en productividad, sobre todo en mejorar la calidad de la gestión y de sus productos, pero nada de nada en aumentar el número de personas de su proyecto. Buscarán sistemas para aumentar los sueldos y horas de trabajo de las personas que ya tienen, porque si la ley no lo impide, habrán descubierto que es menos arriesgado pagar más por trabajar más, que pagar más por trabajar con más personas.
Así que tenemos un problema importante. El empleo sólo se podrá crear a través de nuevas empresas, luego tenemos que trabajar en tres frentes. Conseguir que las empresas no se descapitalicen excesivamente, que los costes salariales bajen y que se den condiciones para la creación de nuevas empresas, de nuevos autónomos, del autoempleo.
Descartadas las grandes empresas como motor del crecimiento del empleo, pues la deslocalización es inevitable y en aumento, quedan las PYMES y los autónomos. ¿Estamos haciendo todo lo posible para que ellos tiren del carro?
¿En qué condiciones van a quedar los parados de larga duración, sobre todos los mayores de 50 años y sin formación suficiente, en un mercado que no los va a aceptar?
El empleo buscará (como es lógico, guste o no) personas que dominen inglés, nuevas tecnologías, que sean polivalentes, que tengan movilidad, que tengan futuro y ganas constantes de aprender, que sean baratos.
Los parados mayores de 50 y 55 años, no cumplen casi ninguna de estas características.

Creer es una enfermedad vieja pero necesaria

Creer en algo necesario; creer en su veracidad y en su importancia, es poseer una enfermedad silenciosa, que en cualquier momento te puede dar un golpe fuerte.
Creer es entregar, es vivir para y por algo que muchas veces falla cuando más se necesita.
Hay que creer en esta vida, sin duda, pero en una medida controlable para que los daños cuando falle la creencia, no sean muy altos.
Creer es un ejercicio natural, que tod@s hacemos, pero peligroso y por ello doloroso.
No hablo de religiones (sólo), hablo de creencias, de ideas, de personas, de proyectos, de relaciones, de empresas personales.
No existe medicación universal para esta enfermedad.

7.5.09

¿Qué está sucediendo en la escuela pública que tiene menos alumnos solicitantes?

Hoy, al volver de mi reunión como representante de la administración, de un Consejo Escolar en una escuela concertada, me martilleaba en la cabeza una frase dicha con mucho sentido, que me preocupa.
En el distrito educativo al que pertenezco, la concertada solicita más clases porque 90 familias han solicitado plazas escolares por encima de las ofertadas. Y la Delegación de Educación les niega abrir nuevas clases porque en la pública hay 120 plazas sin cubrir.
Resolución lógica, pero que va en contra de la decisión de 90 familias que desean llevar a sus hijos a la concertada. Y no todas ni mucho menos, son familias católicas practicantes.
¿Porqué deciden no ir a la pública?
En teoría, los impuestos con los que se pagan las plazas escolares, sean públicas o concertadas, son de todos. También de esas 90 familias.
¿Qué lleva a tantas familias a solicitar plaza en la concertada, sabiendo que no van a poder obtener plaza con facilidad y no la solicitan en la pública donde podrían elegir centro sin problema?
La respuesta, después de algunas décadas dentro de la escuela pública como padre y como AMPA, es que la escuela pública adolece de una falta de calidad importante que no sabemos resolver. Tenemos que sentarnos y trabajar sobre el problema, más ahora en que todavía son gobiernos socialistas y de izquierdas los que en teoría, gobiernan en nuestros países.
¿Somos tan imbéciles de pensar que los gobiernos populares resolverán este problema?, yo creo que una vez que ya tiene la punta de playa ocupada con la razón de las familias que son quienes deciden, el cambio a favor de la concertada es un hecho a corto plazo. Y mientras tengo, seguiremos mirando hacia la pared.
Por cierto, que no se me diga que la pública tiene más alumnos que la concertada, porque contiene un error grave no darse cuenta el porqué.

El embargo de la vivienda habitual es una barbaridad. Se debe modificar la ley de embargos de viviendas.

Para Hacienda está muy claro cual es la vivienda habitual de cada español. No hay duda y se rige por una normas claras que incluso se puede modificar.
Luego no es imposible modificar las leyes de embargos judiciales, para evitar que la vivienda habitual NO pueda ser embargada o se pueda cambiar el embargo por otro tipo de medidas legales.
Como es lógico quien solicita un aval, quiere “chicha” fresca que pueda embargar en caso de impago. Pero el abuso es muchas veces inmenso, pues se exigen avales muy superiores a la deuda, para luego el banco poder ejecutar aquellos que más le guste, con arreglo a cómo está el mercado, y añadiendo al valor de deuda el de los intereses de demora (abusivos) más las costas judiciales (a veces abusivas también). Hoy por ejemplo, los bancos prefieren embargar un piso en el casco urbano de una ciudad que un apartamento en la costa. Se puede vender en subasta mucho mejor.
Así que hay que parar la sangría que supone a muchas familias, quedarse sin su vivienda habitual.
¿Cómo?, creando una figura jurídica que impida el desalojo de las personas que habitan la vivienda habitual, cambiando el embargo de la propiedad, para añadirle que los moradores tendrán usufructo de por vida de dicho bien.
Quien sea embargado dejará de tener la propiedad del bien, pero si es vivienda habitual al menos, podrá “usarla” mientras viva, en unas condiciones tasadas. Por ejemplo pagando un alquiler protegido por ley.