13.2.10

Pensiones: cambiar la logica del sistema. Por Jordi Sevilla

Os dejo el enlace para leer el artículo completo del blog de Jordi Sevilla, "Pensiones: cambiar la logica del sistema", pinchando aquí. Y abajo una primeras líneas del mismo.

¿Cómo nos puede seguir valiéndo en el siglo XXI un instrumento corporativo de política social concebido a finales del XIX?. Antes, en España, la sanidad también era una prestación de la Seguridad Social, como ahora las pensiones. Es decir, sólo accedían los trabajadores y se financiaba mediante cotizaciones. Luego, se convirtió en un derecho financiado con impuestos. Creo que ha llegado la hora de hacer lo mismo con las pensiones: de ser un sistema de seguro público financiado con cotizaciones, debe pasar a ser un derecho de ciudadanía financiado mediante impuestos generales. La demografía ayuda (seremos más viejos, pero más ricos) y el sentido común, también. Con ello, nos evitaríamos los actuales debates sobre recortes en las prestaciones.

Continúa el artículo completo en el enlace de arriba.

En estos momentos, ¿para qué serviría una República en España?

En tiempos de crisis (como estos), es cuando más necesitamos disponer de un completo sistema de gobierno eficaz. Con capacidad de contrapesar poderes, de encontrar soluciones a los problemas, de propiciar sinergias y encuentros. Algo que funciona en una familia con problemas, en una empresa con dificultades, en un país con crisis.
La Monarquía vuelve en su momento como mal menor (el franquismo tampoco la quería, y Franco dudó tanto en ponerla, como sobre en quien depositarla) y se posa en la Constitución con una limitación lógica para ser asumida por la izquierda e incluso por la derecha. Ni gobierna ni manda ni gestiona.
Por eso el Rey se está metiendo hasta donde no le llaman en su labor de intentar el consenso, por muy necesario, sin duda, que este sea. Ya le han avisado en voz alta desde el Gobierno, ni está llamado ni se le espera, en una frase de la Vicepresidenta tal vez muy poco afortunada con la que está cayendo, aunque lógica para marcar el papel de cada uno en la gestión de ¿gobernar?.

Si tuviéramos una República, con un Presidente bien recogido en la Constitución, hoy él presionaría el consenso desde la ley y la obligación. Con la Monarquía, todo el peso recae sobre el Presidente del Gobierno, y si sale la nuez cocona, hay que joderse y punto pelota, en este caso hasta dentro de casi 3 años.
Podemos entender que la actual labor mediadora del Rey está llena de buenas intenciones, y que incluso si lograra su objetivo sería un éxito para la sociedad o lo que es lo mismo, si no le dejaran lograr su objetivo sería un desplante y un mal paso. Pero el papel del Rey, nos guste o no, tiene unos límites, y traspasarlos y dejarlos traspasar, es un error mayor que el del Rey intentando con su buena fe lo que no puede hacer.
En estos momentos es inadmisible que Rajoy no haya presentado una moción de censura o que bien no se avenga a reunirse urgentemente con Zapatero para buscar el consenso, cediendo sus razones electorales para otro momento. El término medio de esperar como una vieja (con perdón) a que pase el féretro del PSOE (si, del PSOE y no el de Zapatero) es muy arriesgado para España.
Rajoy debería presentar una moción de censura, aun sabiendo que la va a perder, para presentar su programa de recambio, para enseñar las cartas de sus futuros ministros, para ofrecer soluciones nuevas. Aun perdiendo en la votación del Congreso, Rajoy ganaría en su partido y ante la sociedad. Demostraría que existen otras formas de hacer política, los ciudadanos conocerían a otros responsables concretos para las responsabilidades ante la crisis, y forzaría al PSOE a buscar alternativas distintas a las del PP para resolver la grave crisis o se le podría acusar de que hace políticas del PP, copiadas a Rajoy tras su presentación.
El PSOE ante la moción siempre saldría perdiendo, por lo que está encantado de conocerse con un Rajoy tan simple. Aunque sin duda, en estos momentos de dudas y crisis, el espectáculo de una moción de censura en toda rebla, tensaría las cuerdas durante semanas de forma excesiva.

Un Presidente de República tendría la obligación de mediar e incluso de presionar para convocar elecciones anticipadas, dependiendo del papel que tuviera asignado en una Constitución reformada. El engranaje de estos poderes puede ser más complicado si no se gestiona bien el poder durante tiempos normales, pero ser un contrapeso muy necesario en momentos de crisis.
Por cierto, el puesto de la Vicepresidenta Primera es complicado y huele a quemado, con frases fuera de lugar.

12.2.10

Apuntes de empleo o cómo entender por qué tenemos tan pocos puestos de trabajo en España

¿Existe un número determinado y fijo de puestos de trabajo dentro de la economía de un país?

Hay cierta tendencia en pensar que el número de puestos de trabajo dentro de una economía en fijo, y que por mucho esfuerzos que hagamos para crearlos, con un determinado tipo de índices económicos hay un número de puestos de trabajo activos en número casi inamovibles y al revés. Dicho en claro, con recesión en España es inevitable que tengamos sólo 18 millones de puestos de trabajo y que con economía a toda velocidad al máximo que podríamos llegar sería al de 21 millones de puestos de trabajo. Esta variación es un desastre pues el trabajo se hunde siempre en cuestión de 12 meses y en cambio se pueden tardar entre 60 y 96 en recuperarlo.
De ser cierta esta teoría, no serviría de nada hacer políticas activas de empleo, de creación de empresas, de facilidad en la contratación o en el despido, etc. Nos estaríamos moviendo siempre entre unos número fijos de puestos de trabajo que se modifican por la marcha de la economía general y que a lo sumo los mismos puestos se irían cambiando de manos, entre empresas nuevas y asentadas, entre distintos trabajadores según sectores, cualificación, edad o movilidad.
Pero lo cierto es, que dicha marcha depende y mucho también, de nuestro mercado laboral. Cuanto más paro, menos actividad y gasto, luego menos consumo, y al final más paro otra vez. Las políticas activas sirven sobre todo y de momento (hasta que inventemos otras), para hacer más cortos los periodos de alto desempleo y más cortos los necesarios para la recuperación del trabajo.
Pero a mi, la teoría de que no es posible crear más puestos de trabajo netos y fijos en un país, se me antoja increíble. Hay factores que sin duda inciden en la mejora de la economía general, precisamente desde el punto de apoyo del mercado laboral. Cuanto más preparados y formados estos los ciudadanos de un país, más posibilidades hay para competir y sobre todo para crear valor añadido al trabajo y de laborar en materias y sectores únicos o con poca competencia. Cuanto más preparadas estén las empresas para saber crear organizaciones modernas, con mejores motivaciones en sus equipos humanos, más competitivo será su producto final, más fácil será exportar, más beneficio quedará y se repartirá en forma de inversión, consumo o impuestos.
Y aquí está sin duda, la gran piedra en el camino. Las exportaciones.
En un país en el que todavía es complicado disponer de buenos profesionales que dominen idiomas (por poner un ejemplo fácil), la exportación de productos, pero sobre todo de ideas y mucho más la incorporación de información y formación constante entre nuestros profesionales con el resto del mundo, es un lastre inmenso. Si añadimos que los mejores universitarios se nos van a trabajar a otros países que si valoran sus conocimientos, el empobrecimiento de nuestra masa laboral, en términos absolutos irá en crecimiento a velocidades imparables.

España NO debe estar en el mundo.
Es el primer error de concepto. 

Deben ser los españoles los que SI deben estar en el mundo, aprendiendo para luego volver. Ni nos sirve que no sepamos TODOS lo que hay en TODOS los sitios, ni que los pocos que lo sepan, se vayan y no vuelvan.

Nota: No produce el mismo efecto colectivo decir que España (el todo) debe hacer, debe ser, a que se diga que la persona (tú) debe hacer, debe ser.

Los números de Grecia en comparación a los problemas españoles

Grecia es un país con algo más de 11 millones de habitantes. Como la suma de Andalucía y Canarias más o menos, para tener un referente más cercano.
Su PIB (de cuarto trimestre de 2009) es del -1,7%, mientras que en España era en el cuarto trimestre de 2009 del -4%
El PIB por habitante griego era del 94,3% sobre la media europea. El déficit del 7,7% (muy alto para los datos europeos), con una deuda del 99,2% sobre el PIB y una inflación en 2009 del 2,6%
Pero el paro que soporta es del 10,6%
Sus datos de endeudamiento son malos, sin duda, y con posibles problemas a medio plazo para poder hacer frente a las amortizaciones de la deuda.
Los números globales de España son algo distintos, sobre todo mucho peores en el desempleo, algo mejores en la deuda. Pero si extrapolamos los números a ciertos territorios de España con el mismo poder social y territorial que Grecia, tal vez podamos entender mejor todas las tensiones históricas que nosotros atravesamos siempre.
Lo que tal vez quiero decir (no estoy ni seguro de ello) es que las diferencias económicas de España (y no me refiero a la renta de los ciudadanos) es tan brutal que lastra soluciones generales, planteamientos globales, negociaciones que sirvan para resolver.
España debe trabajar muy seriamente para igualar territorios en materia económica, no sacando medias, sino trabajando para que los territorios con peores números puedan estar más cerca de la media española, de la media europea. Si Grecia, Portugal o España lastran a una Europa común, tal vez es cuestión de preguntarnos qué está lastrando, qué territorios están agobiando la economía española.
Pero con calma y sin odios territoriales, de los que tan dados somos a poner encima de la mesa siempre y por delante de las soluciones.