4.10.10

La curiosidad es el motor del cambio personal

La curiosidad es el alma de la vida, el motor del cambio. Aprendemos a levantarnos después de haber tenido la curiosidad de intentar avanzar y caer en el intento.
Miramos con sumo cuidado o no, depende de nuestra osadía o de nuestra fuerza mental, de nuestras ganas de conquistar el mundo, de nuestra fuerza para soportar los golpes y los sobresaltos.
Si cualquier cambio nos produce miedo, con mucha dificultad alcanzaremos metas importante, pero en cambio si con cada reto nuevo, somos de los que metemos la cabeza para mirar, seremos de los que llegaremos antes que nadie al centro de la vida.
La oscuridad es simplemente la diferencia entre una luz fuerte y una clara.

Demasiada gente sin hogar, deambulan por las calles, sin tener futuro

Vengo de Madrid, y he vuelto a ver la pobreza por las calles, la gente viendo entre cartones por las calles más céntricas, intentado sobrevivir desde la nada. La crisis nos golpea y no estamos haciendo lo suficiente para evitarlo, para que los que más sufren no puedan al menos salir vivos. Son hombres en casi todos los casos, entre los 30 y los 55 años. No más tal vez por lo duro y la propia subsistencia. Son gente sin hogar, sin futuro, pegados a unos gatos o unos perros como acompañantes de muerte. Gente unida a botellas o a cajas, con un pasado completo, tal vez muy duro, tal vez no. Seres humanos sobre todo, heridos de muerte de compleja solución. Es muy duro ver que pasamos ya sin que nos molesten ni con su presencia, pues ni los miramos. Los hemos embutido en el paisaje de la gran ciudad como algo inevitable y que no merece solución. Muy triste. No, yo tampoco he hecho nada.

Zapatero pierde en Madrid una parte de su credibilidad

En política todos los errores de estrategia se pagan y Zapatero y su equipo han cometido un exceso de complicado entendimiento que además no parecen desear enmendar en un acto lógico de inteligencia política que hubiera llevado a Zapatero a la sede de Callao el domingo a recibir los palos o por que no, los aplausos, tal ven en un ejercicio de populismo mal entendido, pero de perdidos al río.
Deben caer piezas de un equipo —el de Zapatero— que se equivoca, o lo que es peor, intenta y no lo consigue, manipular a las bases de su partido. Deben dimitir los que cometieron excesos verbales y no supieron medirse, simplemente para que no caiga tan de golpe Zapatero. Y deben tomar buena nota los socialistas del equipo ganador, muchos, variados y no todos dando la cara, pues se espera mucho de esa nueva manera de decir no, con tanta energía. Si mal esta decir siempre que no, peor puede ser decir siempre que si, para no perder el sillón, pero a cambio perder credibilidad y energía en busca del cambio y el recambio.
Puede ser la perdida de virginidad política de un Zapatero con errores de calado que no cree en los cambios de equipo como revulsivos para con la renovación tomar impulso. Pero también puede ser el punto de salida para el necesario cambio interno en profundidad en que un nuevo tipo de políticos de izquierda tome el relevo e intente frenar la hecatombe que podría venirle al PSOE si no cambian muchas de sus formas internas. El cambio generacional le puede salir mal a Zapatero por no saber mezclar y no saber dominar los tempos. Nunca es tarde.

1.10.10

La derecha no puede defender a los trabajadores por incompatibilidad

La derecha en España, listilla como ninguna, se quiere apoderar de la defensa de los trabajadores como si quisiera olvidarse de donde viene y lo que es más importante, hasta donde querría ir, si se le dejara. Los conservadores y liberales lo son así, simplemente porque creen en unas leyes y normas económicas determinadas, muy conocidas, en donde la libre empresa sin control y el tamaño del Estado —y sus servicios— es determinante para la ideología. No es nada nuevo y es válido como filosofía política, pero incompatible con la defensa personal de los intereses de los trabajadores por mucho que se diga que el trabajo es un bien escaso y que ellos lo defiende. Y es verdad, pero a medias. Por que lo que no dicen es a cuenta de qué derechos lo defienden. A cuenta de qué calidad de trabajo creen en la defensa del mismo.
Todos queremos defender el trabajo, pero uno lo hacemos sin desear que se traspase una línea de calidad y de respetabilidad hacia el ser humano que es trabajador por cuenta ajena. Muchos de nosotros creemos superado el siglo XIX y el XX —incluso muchos sin darse cuenta y convocando sistemas de defensa como la huelga, típica herramienta del siglo pasado—, creemos que no se deben traspasar una línea débil pero clara en la calidad del empleo. Y los neoliberales y los conservadores anteponen el beneficio y la libre empresa a los derechos de las personas.
Así que por favor, no nos engañen con un idioma chabacano y que no le va, que incluso no saben utilizar bien por mucho que intenten aprender. Los trabajadores necesitan ser responsables de sus realidades, sin miedo, apoyando la formación y la preparación profesional, pero sin admitir mercados laborales de otros mundos, por mucho que se les diga que la globalización todo lo unifica. Los beneficios parece que no están siendo unificados entre las pastes de la sociedad, así que intenten engañar algo menos, por favor.