9.3.11

Voy a hablar mal del iPad; de sus faltas y alternativas de compra

Voy a hablar mal del iPad, yo que llevo 20 años soñando con los Apple, así que no me lo tengáis en cuenta pues soy un mal ejemplo para hablar de Apple.
Los tablet son un gran invento que revolucionó claramente hace un año el concepto de ordenador pequeño para todo. Y cuando hace un año nació el iPad se dio un gran paso para modificar hábitos consumistas y tecnológicos.
Pero ha pasado un inmenso año, tremendo espacio de tiempo para que todos se posiciones y no se dejen comer el terreno como sucedió con el iPod. Y ahora, que nos presentan el iPad que llaman versión dos, surgen con fuerza y razón las carencias que no tienen sentido en una revisión importante.
Al iPad le falta una conexión USB o similar para meter pero sobre todo para sacar archivos y documentos y le falta una capacidad mayor pues 16 Gb no son de recibo en estos tiempo. Podemos sacarle pegas al sistema operativo del iPad aunque hay que reconocer que tiene sus grandes ventajas entre sus competidores, no tanto comparado con el OS X, pero eso se lo perdonamos.
El iPad es un gran maquinón para jugar, pero no tanto para trabajar; funciona muy bien para internet y Email pero su gran problema es que no se pueden guardar páginas y documentos, con la facilidad de un ordenador de trabajo. Algo ilógico sobre todo para un precio entre normal y alto.
No creo que sea el momento idóneo para comprarse un iPad, todavía, excepto que te guste jugar un riñón o te sobre una pasta guapa. Ojo que desde Apple se ofrecen por poco dinero más, alternativas maravillosas como el MacBook Air. La gran competencia del iPad puede que no sean otros tablet sino sus propios hermanos mayores —al menos entre los fanáticos como este pobre servidor—, de una marca de gran calidad.

No sabemos viajar para conocer a personas; preferimos conocer calles y ladrillos

Escuchaba a un conquistador de la libertad que le gustaba rascar en la tierra buscando sonidos, sabores, convivencias, experiencias nuevas, personas con las que charlas. Que la vida está dentro de las personas y no en los monumentos, está en las calles o dentro de los locales pero siempre rodeando a las personas, saliendo de ellas para entregarse a los que quieren recoger sus vivencias y compararlas para aprender.
Compartir es muy sencillo y lo hacemos muy poco, pero compartir de veras lo fundamental; los conocimientos, las pequeñas sabidurías de la convivencia, los abrazos, los textos de la vida, la capacidad de escuchar y mirar, de sonreír incluso ante las diversidades superables.
Nada puede resultar más gratificante que encontrar a alguien que te comprenda, que te ayude, al que además puedas animar y compartir convivencia. Viajamos por las ciudades, por los países, pero no viajamos por las personas, por las ideas, por las acciones sencillas de la convivencia. No viajamos para conocer a personas pero si para conocer calles y plazas.
En cada calle hay diferentes personas cada minuto. En cambio los asfaltos persisten endemoniadamente a que vuelvas a pasar por encima de ellos. Se puede viajar sin moverte de tu ciudad si te dedicas a conocer a personas.

8.3.11

Incapaces de hacer algo positivo por la sociedad que nos rodea

Hoy también he asistido a esa tontería colectiva de quejarnos de todo lo que se menea sin hacer nada a cambio. Todos son culpables de todo, menos nosotros. ¿Qué estamos haciendo por mejorar esto?, o aun más fácil ¿qué hacemos para que no empeore el país?
Estamos convirtiendo esta sociedad en un atado de imbecilidades en donde todos parecemos estar de acuerdo en trabajar menos y no tomar responsabilidades. Nadie quiere dar un paso adelante, y además estamos muy dispuestos a quejarnos de todo lo que nos rodea. Como solicitaba Kennedy ¿qué estamos haciendo por nuestro país?
Como nada es gratis en la sociedad, todo lo pagaremos algún día y puede que con intereses altos. No se trata de falta de líderes sociales, que también, se trata de la falta de ganas colectivas de empujar aunque sea en direcciones contrarias. El caso es hacer algo por algo, un poquito por los demás, no poner zancadillas contra la sociedad ya asentada. No sé, algo de empatía social con lo que ya teníamos cuando nacimos.

Por los caminos de la vida vas abandonando a buenas gentes. Aprende de ellas

A veces te puedes encontrar por los caminos a gentes maravillosas pero también a viejos conocidos que curiosamente no logras reconocer. O lo que casi es peor, no saben identificarse bien y no los colocas en su posición respetable. La vida es un cúmulo de caminos abandonados, de la apertura y exploración de nuevas sendas, de equivocarte y rectificar, de volver sobre lo andado para retomar viejos caminos, de soñar y volar.
En la larga vida que se hace corta, uno cuando elije abandona lo que no elije a la suerte de la nada, perdiendo la posibilidad de saber cómo sería la vida si hubiera decidido por otro camino, pero eso es lo maravilloso de todo proceso de decisión, que permite equivocarte y acertar, que te permite seguir avanzando desde diferentes posiciones.
En todo proceso de selección hay personas, gentes que debes abandonar y cambiar de lado, de sensación, de camino. Personas con sus vidas y sus temores, con sus propias decisiones que quedan afectadas y que también te afectan a ti. Nada es fácil, nada es superfluo, nada es “gratis” porque en toda decisión hay un componente de coste humano. A quien dejas por el camino, lo puedes dejar henchido de gozo o herido, y muchas veces no eres capaz de notarlo, por mucho que creas que eres de los que lo notan todo. Los renglones se escriben con muchas diversas tintas y a veces con distintos componentes que hacen imposible detectar todos los recovecos de las vidas que nos acompañan junto a la nuestra.
Pero hay que seguir decidiendo, hay que intentar no equivocarte mucho, no dejar a muchos heridos por los caminos y que no resultes tú mismo excesivamente dañado. Si crees que obras bien, al menos lo estás haciendo lo mejor que sabes.