21.1.13

Nos jugamos la democracia entre sobres malva con dinero B

Uno se podría sentir Diputado, Concejal o Ministro, pero el poder lo dan los tesoreros con los sobres. Si eres de los de 15.000 eres imprescindible, si de los de 5.000 eres importante. Si no lo recibes no eres nada.

Por cada sobre que se entrega, hay otro sobre que se recibe. Debe y haber. No se puede dar lo que no se recibe. ¿Por qué se recibe? ¿a cambio de qué?
Los que lo reciben no lo declaran, luego, no hay manera de que hablen pues también se la han jugado con Hacienda y prefieren callarse. Así que el silencio está asegurado. Los mafiosos pusieron de moda la palabra “omertà”, que suena a muerte.
El poder hoy lo tiene quien en su bolsillo guarda la libreta con apuntes negros. Siempre se apunta en una libretita o en un documento de Excel, depende de la edad del tesorero. Pero se apunta, vaya si se apunta. Y hoy ese documento vale más que un sobre lila de los gordos. Pero sobre todo ese documento vale no para ser publicado, no, vale para ser destruido.
Alguien mira esa libretita, sonríe y piensa en lo que vale el papelito y él mismo. Y vuelve a sonreír.
¿Qué podemos hacer ahora?, jodo, pues apagar la luz y ponernos a dormir. O bien empezar a encender los focos y mirar por debajo de las alfombras del país de forma contundente y con enormes cambios. Todo se nos ha ido al carajo, nada sirve.
No hay que hacer reset, es falso. Hay que reinstalar un nuevo sistema operativo, comprarse nuevos programas, cambiar la pantalla y el teclado y ponernos a rezar quien crea, para que todo vuelva a funcionar mientras copias al nuevo ordenador lo poco que hay salvable.
Efectivamente, lo que se hará es apagar la luz. Es lo que tiene el miedo, que todo lo pinta de negro.

20.1.13

Mamá; Fernando Sabater me ha llamado tonto. ¿Soy tonto?

El filósofo Fernando Savater ha empleado el sentido común al decir que por cada político inmoral hay un montón de ciudadanos que les votan, que simplemente son tontos. Y que la culpa es compartida. Los jetas actúan con una impunidad tremenda simplemente por que piensan que los mortales que les votamos somos tontos de capirote. Y aquí efectivamente, ellos tienen razón. Somos tontos y punto pelota.

Tú, yo el primero, somos los tontos que les hemos puesto a mandar, sabiendo ya de antemano que son jetas profesionales, amigos de ladrones, capaces de hacer lo peor sin perder la sonrisa. Así que somos tan culpables como ellos pues al fin, ellos se siguen creyendo que les votamos para eso, para seguir haciendo lo único que saben hacer.

Saben que les vamos a seguir votando, que si los pillan saben disimular y que la justicia es más boba todavía pues está atada de pies y manos. Hay que probarlo y para eso ellos son más listos que las leyes. Juegan con los países escandalosos para sacer sus dineros como quien juga al julepe o a la taba. No hay problema nunca. ¿Han visto ustedes alguno de estos jetas de sonrisa fácil, detenido y en la cárcel?

¿Qué están aprendiendo los jóvenes de España con estas noticias? ¿seremos capaces de reeducar a los que ven estas trampas un día si y al otro también? Es la España del futuro. Nuestra España, la que hemos hecho a golpe de idiotez, entre todos. ¿Hasta cuando?, pues posiblemente hasta siempre.
No os preocupéis ladrones, seguir robando, que no pasa nada, os consideraremos simplemente listos.

19.1.13

Que es el YO, el ego, el ser. Y cómo controlarlo

¿Qué es el YO?, bueno es una interesante reflexión que hay que aclarar. Hablamos del YO y pero no siempre lo tenemos todos claro. 

El YO es el alma, el ego, el ser, la conciencia, el interior, la conciencia, la personalidad. Depende de contextos, filosofías, religiones. Pero siempre nos estamos refiriendo a lo mismo. Es muy simple, el YO es yo.
Es la substancia de nosotros mismos, la energía si quieres llamarlo de otra manera, las circunstancias ya asumidas y que han dejado poso. Son las sensaciones que nos llevan a decidir, a comportarnos, a ser de una determinada manera.
En plan moderno podríamos decir que es el SO, el sistema operativo, el software.
Nacemos con un YO bastante primitivo aunque preparado para ir ampliándose con multitud de experiencias y sensaciones. Somos niños durante unos años, pero estamos totalmente abiertos a ir sumando, a recoger y crecer, a explorar y escribir sobre nuestra programación de base aquello que nos está sucediendo. Y poco a poco nuestro SO, nuestro YO, se va formando de forma única, pues junto a los ADN que nos trasmite nuestra familia se van sumando las experiencias del cada día.
Sumamos aciertos y errores. Sumamos partes positivas y partes negativas. Y a veces, ya en la madurez, necesitamos revisar nuestro SO, actualizarlo, corregirlo, quitarle virus, dotarlo de más defensas, de más modernidades, de más capacidad de acción ante los nuevos retos de la vida.
Nuestro YO es nuestro, somos nosotros, pero eso no quiere decir que no seamos capaces de mejorarlo, de revisarlo, de repararlo.
El YO es quien nos mueve, quien movemos para ser humanos. Nos controla pero realmente también somos capaces de controlarlo. Intentará moverse entre los restos del YO niño a los YO adultos o YO padre o YO anciano. Pero nunca deja de tener todos los componentes de los distintos YO que hemos ido poseyendo en la vida. Así que o aprendemos a dominar nuestros YO, o el que más chifle se apoderará del resto. Si queremos ser adultos, debemos potenciar el YO adulto para que sea capaz de apoderarse en las decisiones, del resto de los otros YO. Y efectivamente sucede, a veces sin darnos mucha cuenta, con el resto de los YO residuales que tenemos. Podemos volver a ser niños si no somos capaces de controlar su vuelta y se apodera del resto de YO. Aunque creamos que no es posible  todo depende de las personas, de las circunstancias, de lo momentos vitales de cada uno.


Recuperemos esmirriado, esmirriau, como adjetivo calificativo

Un “esmirriau” es un enclenque, un flojo, un débil, una persona raquítica y con sensación de enfermo, un pequeñajo pero con edad para ser un tipo con agallas. Un flojeras.

Realmente es una palabra aragonesa (que deriva del castellano esmirriado) que se emplea bastante como adjetivo calificativo y no siempre como un insulto. Cuando decimos que alguien está esmirriau no lo insultamos, simplemente lo describimos como alguien que necesita mejorar, engordar, comer más, hacer ejercicio y ponerse más fuerte.
Tras una enfermedad o una simple gripe las madres nos dicen que nos hemos quedado esmirriaus, como sin brillo, que hemos perdido peso pero también energía. Estamos decaídos, flojeras.
Es una palabra que de pequeño me acompañaba bastante pues hasta los 10 años estaba realmente muy esmirriado aunque insistieran que estaba esmirriau, como falta de alimentos. Y era cierto pues aquellos años eran de hambre tapada con alimentaciones más para tapar el hambre que para hacernos crecer.