1.9.14

El síndrome postvacacional se cura en 15 días. No tener vacaciones no tiene cura

Ya regresados casi todos de las vacaciones, a cada uno nos asaltan penas y ganas por igual, de seguir con lo viejo o con lo nuevo.

 Inevitablemente debemos volver a la normalidad anterior, aunque el cuerpo a veces nos pida una cosa u otra. Pero las vacaciones han sido solo un impase para así recargar las pilas y tener más fuerzas para continuar las conquistas personales y laborales.

Es bueno readaptarse en unos días y no de sopetón, para que exista un tiempo de unas 48 horas entre pasar de la sensación de vacaciones a la normalidad laboral. Debemos retomar poco a poco la situación anterior, reordenando el teléfono, los email, los asuntos pendientes, los nuevos proyectos. Viendo poco a poco todo lo que nos llenará la vida de las próximas semanas.

 Nada como volver a las horas de sueño anterior y a los horarios habituales, para aprender a adaptar al cuerpo con un espacio intermedio. Pero la mezcla entre vacaciones y normalidad debe tener también paso al recuerdo, a las fotografías de esas semanas, a las cervezas y las tapas en esos dos días de reencuentro. Y una vez vuelto al trabajo, debe ser útil el intercambio de información, el compartir las semanas de descanso, buscando la integración total en otras 48 horas.  No es perder dos días, es ganar la energía para todo un curso.

Trabajar debe ser una nueva energía y no un mal recuerdo de una obligación. Volver a la rutina debe ser volver a la normalidad, que aunque parezca lo mismo no lo es. Hemos tenido vacaciones para recargar nuestra energía positiva, para relajarnos y vaciar nuestro estrés. Se carga enseguida, pero nos pillará limpios de posos, convencidos de que es posible otro tipo de vida.

A las dos semanas de entrar en ese normalidad habitual ya casi no nos acordaremos de las vacaciones, pero si las hemos aprovechado nos sirven para estar más en forma, más limpios, con más energía positiva. Quien ha estado un año sin vacaciones, es decir dos años seguidos trabajando, sabe lo tremendo que es superar la situación a partir de los15/18 meses sin descanso suficiente. La productividad baja y las nuevas ideas desaparecen. Las vacaciones son simplemente necesarias.

El libro de Eli, en versión política y deportiva

Uno sabe que tener un libro de cabecera ayuda mucho a tener un discurso vital válido para todas las ocasiones. En la película “El libro de Eli” nos lo dejan claro, pero si has ido a un colegio de curas o monjas lo tienes más todavía. En estos casos es la Biblia, pero puede servir cualquier libro bien escrito con un discurso que se pueda emplear para todo tipo de circunstancias.

Es lo que tiene en su mochila los dirigentes de PODEMOS o cualquier otra formación política que desee alcanzar el éxito en el siglo XXI. Es decir, emplean las mismas técnicas que en el siglo I. Tener un libro de cabecera donde vengan apuntadas todas las respuestas y hacer copias del libro para todos los dirigentes. También lo hacen así los Testigos de Jehová y otros grupos parecidos.

Todos aciertan con la respuesta pues todos dicen lo mismo, tienen respuestas para todo y solo se habla de lo que allí viene apuntado. Algún partido político muy grande manda unas hojas los lunes a sus militantes más importantes con los santos y señas que hay que “vender” la semana en cuestión. Así todos hablan lo mismo de lo mismo y con un plan premeditado. Es el “Libro de Eli” en versión sociología para seguir controlando un país. Como la Biblia.

Los entrenadores saben jugar con la pizarra que es otro libro que se va borrando según se pierden las oportunidades de ganar. El entrenador que más pizarras tiene es al que más pagan, siempre que sean pizarras novedosas. Otro “Libro de Eli” sin que e note mucho.

31.8.14

El único cambio es que todas las izquierdas se han hartado de “los suyos”

La encuesta sondeo que publica hoy El Mundo y realizada por la muy profesional Sigma Dos es adjetivamente curiosa y terrible, simpática y digna de volver loco a cualquier estudiante de políticas con experiencia en sociología.

El efecto mariposa puede explicar parte de estos cambios casi absurdos, que multiplican la nada hasta hacerla interesante, pues además del enorme cabreo de los españoles con todos los políticos de la casta, algo más debe haber para que en seis meses hayan pasado los de Podemos desde las cuevas a lograr un teórico 21,2% de votos que les supondrían el voto de unos 5.000.000 de españoles.

Si el efecto “Pedro Sánchez” se ha disuelto como un azucarillo antes de ponerlo sobre el tazón de leche caliente, el de IU y UPyD ha sido flor de unos meses, hasta que ha aparecido el cambio diferente. ¿Pero estamos seguros de lo que queremos?

Si, los españoles lo que simplemente quieren es mandar a la mierda a todos los políticos anteriores a la crisis. Nos quieren en casa y con la pata quebrada para que no nos volvamos a mover. Se salvan algo los nacionalistas pero no en todos los lugares por igual y con cambios entre ellos donde hay más de una opción. Léase el país Vasco y Cataluña.

Si IU pierde más del 50% del voto en solo tres meses hay que pensar que o bien el sondeo está muy mal hecho o hay que cambiar hasta los cimientos. En el caso del PSOE ya se han dado cuenta que el cambio anunciado es…, poco cambio. Pero mientras tanto en el PP se frotan las manos y celebran que El Mundo les sigan queriendo. Nadie duda de las tendencias en los sondeos, pero casi siempre son décimas, algún número suelto, algunos detalles pulidos, pero nunca un cambio tremendo entre los números. Si nos fijamos lo que pierde UPyD lo gana el PP; y lo que pierde IU y el PSOE desde las últimas generales es casi lo que sube PODEMOS. Si añadimos el cambio y modificación social y política de los abstencionistas podemos observar que el único cambio es que todas las izquierdas se han hartado de “los suyos” y están buscando recambios. Nada más. Y nada menos. Y las derechas vuelven a donde siempre habían estado.

30.8.14

Putín, el mundo, la Otan y la pobre Ucrania

En política internacional nos jugamos siempre los futuros que salen luego en los libros de texto. Por eso no se entiende esa sinrazón dar pábulo excesivo cuando no de alentar la escalada de violencia en Ucrania entre una Europa miope, unos EEUU acomplejados, una OTAN llena de militares con ganas de trabajar y una Rusia cabreada por haber perdido su poder estratégico. En medio está Ucrania gestionada con mezclas de fósforo y cerillas, que se pelea por elegir entre la OTAN y el Pacto de Varsovia, ahora que ya no tenemos ni una Guerra Fría que llevarnos a los despachos aunque parezca que algunos la añoren.

Ayer Rusia advirtió que ellos son muy chulos y que tienen armas nucleares, mientras que desde la OTAN se animó a Ucrania a que solicitaran con urgencia su entrada en la Alianza para así poderlos defender con sus leyes entre los dientes. Como se puede comprender, esto aviva no ya brasas ni rescoldos, sino hogueras a las que les añadimos más gas; militar, por supuesto.

Si ya van según comentan más de 2.600 muertos en Ucrania desde el inicio de los conflictos armados, uno no quiere ni pensar en qué acabaría esto si la escalada sigue su ritmo comenzado sin mesura. Sin duda lo que quiere Rusia es apoderarse de Ucrania, no tanto de su espacio geográfico como de sus intenciones y deseos de futuro. Pero mientras tanto en la propia Ucrania crece el regusto nazi a una extrema derecha que se afianza como la valedora de las soluciones. Bélicas, también por supuesto.

Desde Kiev se intenta decir a Europa que ellos son la frontera, y eso mismo es lo que está diciendo a Europa un Putin cabreado, pero añadiendo que nunca permitirá que Ucrania sea Europa, sino si acaso, tierra de nadie.