2.2.17

Precios de la prostitución en España. Esclavismo consentido

Ayer salió un reportaje en televisión sobre los precios de la prostitución en el polígono Marconi del sur de Madrid. Precios de broma, low cost, de necesidad, de esclavismo puro. Por cinco euros te hacen una felación si el día ha venido malo, incluso sin preservativo. Por entre 10 y 20 euros puedes hacer sexo clásico con diversas variables. Montárselo con dos personas, hacer un trío, negociar qué papel va a jugar cada personas, te puede salir por 30 euros.

A veces en el coche, otras en el suelo sobre unos cartones dentro de unos espacios disimulados por setos, o en unos colchones dentro de un transformador de luz. Estilo salvaje. Similar a los perros.

Las mujeres (u hombres) son variados:, de tamaño, de edad y de nacionalidad. Guapas incluso, las hay que saben hablar perfectamente castellano, aunque casi todxs son extranjerxs. Otras no. Incluso si te apetece, lo puedes hacer con una musulmana.

Esto es esclavismo siglo XXI, consentido y vergonzante para la sociedad. Consentir esto es denigrarnos como sociedad todos nosotros, es triste por lo que representa para la ciudad o el país donde se asientan estas prácticas. Se mezcla hambre, drogas, sexo desbocado, inmigración ilegal, trata de personas, mafias y violencias físicas y psíquicas diversas. ¿Por qué sabiendo que existe, no lo evitamos con todo el peso de la ley presente o futura?

Nota.: Como ampliación a la entrada anterior, los precios varían según las calidades del servicio. Si la prostituciòn se ejerce en el centro de las grandes ciudades, en la calle pero utilizando habitaciones de hostales o apartamentos, el precio es de unos 50 euros por 20 minutos que en realidad son 15 pues la habitación se alquila por esos 20 minutos, tres a la hora. La prostituta paga 10 euros por el alquiler y limpieza de la habitación, cuyo dueño puede llegar a realizar entre 30 y 60 alquileres cada día de su apartamento, a 10 euros en negro.

La prostituta cobra 50 euros por servicio de los que le quedan 40 libres tras pagar la habitación, menos lo que tenga que pagar al chulo, si existe, que generalmente es que sí. Y sus servicios al día van desde los 5 a los 40 alquileres sexuales, según edad y belleza de la prostituta. Sus horarios son brutales en algunos casos, pues todas ellas se plantean ganar mucho dinero en muy pocos años, ya que saben que son escasos los tiempos que pueden lograr precios altos.

Queda un tercer nivel, la prostitución de media calidad en bares, con precios similares. Y un cuarto que es la prostitución de alta calidad, auténticos alquileres por horas, por noches o por días, de precios altísimos comparados con estos, donde el acuerdo nunca habla de prostitución ni de sexo sino de compañía, y se cierra el acuerdo con terceras personas que muestras catálogos de sus servicios.

1.2.17

Un día me dijeron que tener amor propio y quererse, es suficiente para ser feliz.
Y puede ser, pero no estoy del todo de acuerdo. ¿Sólo eso ya es suficiente?

Me quiero como soy, con mis kilos, mis mechas rojas, y mi cuerpo.
Pero no soy 100% feliz. ¿Se puede ser un 100% feliz?

Mi cama está vacía, los abrazos me los doy yo, y para besar, lo hago con mi almohada.
No, no estoy loca. Creo. Todos estamos un poco locos.

Beso mi almohada porque ella es mi confidente, sabe de mis sueños y mis pensamientos. Ella sabe secar mis lágrimas y sostiene mis ideas.

Para ser feliz me falta algo, saber que no pasaré sola el resto de mi vida.
Porque, una vida se disfruta más en compañía.

Laura Puente 

 

Tocones de Zaragoza, sin arrancar

Esta imagen nos muestra un ejemplo más del trabajo mal realizado en el mantenimiento de los parques urbanos. Es el Parque Oriente de Zaragoza, un parque de Distrito, que contaba con numerosos árboles de gran porte, antiguos, que poco a poco fueron cayendo por una mala asistencia ante las inclemencias del tiempo. Y me refiero sobre todo al fuerte aire, al Cierzo zaragozano.

Este árbol cayó en la primavera de 2016, la imagen es del 1 de febrero de 2017. No fue el único, cayeron otros tres más en el Parque de Oriente. Todos ellos llevan más de medio año en esta situación absurda, sin terminar de limpiar, de arrancar, de resolver.

Ya no es que se pida a la empresa que realiza el mantenimiento, que intente evitar que caigan estos árboles, a costa de mejores podas y de sistemas que eviten las caídas por el aire. En Madrid y con árboles de gran porte lo resuelven, apoyándose entre ellos con unos sistemas de tirantes.

Lo que no es admisible es que tras tantos meses, sigan los tocones en la misma posición de caída, sin terminar de hacer el trabajo de limpieza y arranque. ¿Quien tiene que ordenar que esto se haga de una vez?

La religión mejora la salud de los creyentes

Es posible que seas creyente de alguna religión, sería lo habitual, pues se calcula que unos 4.500.000 de personas, y somos unos 7.000.000 habitantes, creen en alguna deidad, religión o similar. Lo curioso es que además de ser mayoría, gozas de mejor salud que el resto. La religión cura. En España el 70% más o menos se siente católica, un 3% cree en religiones diferentes al catolicismo, y sobre un 10% somos ateos que no creen que exista ningún dios y un 27% son no creyentes en un Dios concreto y claro, o más llamados agnósticos.

Decía que el 70% de los sí creyentes, esos gozan de mejor salud, pues la religión cura. Sí, sí, la religión ayuda a mejorar procesos simples de enfermedades que terminamos tratando con pastillas. Reduce la artritis, la ansiedad, el estrés, la depresión, la presión arterial y el consumo de medicamentos. ¿Y por qué sucede esto? Pues vamos a explicarlo.

Una persona que habla con Dios, es decir, que ora o reza de forma activa y constante, en realidad está más cerca de la meditación de lo que ella se cree. Entra en procesos reflexivos, de relajación, de análisis interiores de sus actos o del cómo afrontar los que le sobrevienen. Si habla con Dios, en realidad está hablando consigo mismo.

Pero además sus formas de entender la vida son más integradoras, y eso no quiere decir que los ateos o agnósticos no lo seamos, sino que cambian nuestras formas de serlo. Y aquí estamos hablando de personas que se tomen de forma activa la religión, tal vez el 25% de los hombres que se consideran practicantes y un 35% de las mujeres practicantes, cifras que aumentan con la edad sobre todo en el caso de las féminas.El resto de los que dicen ser católicos, no son de nada, pero tampoco saben que no lo son. O no quieren decirlo.

Necesitamos creer en algo, incluso necesitamos que nos encontremos con alguna creencia ya formada y que nos sea transmitida. Tal vez como decía Jeffrey Masson, la religión de cualquier tipo es la única diferencia entre humanos y animales. Necesitamos creer en algo, en el alma, en Dios, en unos animales superiores, en algo intangible. Es lo más sencillo para no respondernos con serias dudas.

Si nos tenemos que morir, nada como admitir que estamos aquí de paso, que alguien nos ha puesto para darle sentido a nuestra vida entregándonos en una parte a los demás, pues estas creencias básicas nos ayudan a soportar mejor el dolor y el sufrimiento. Y sin que nos demos cuenta, no ofrecen una seguridad añadida en los años más débiles de nuestra vida.

Entre rezar y tomar pastillas antidepresivas o para no tener insomnio, sin duda es casi seguro que lo primero tenga menos efectos secundarios. Sobre todo si no eres muy exigente con la vida eterna, la vida en plural, la vida de las preguntas constantes.