31.3.18

Odiar la política está muy bien. Así los mediocres podemos seguir

Sabemos que otra sociedad es posible pues hemos vivido momentos mejores en años anteriores. Los primeros años de Zapatero son un ejemplo en libertades civiles, incluso los primeros años 80 en cuanto a lucha sindical y respeto laboral es otro momento interesante. En otros países han tenido años distintos pero siempre hay algunos con más justicia, con más facilidades sociales, con más respeto o con menos distancia entre clases sociales.
Parece que avanzamos, pero es falso. Nos movemos, cierto, pero en vaivenes. La libertad sexual actual es menor que la de los años 80, y no es cierto que los logros de las mujeres siempre sean en clave positiva, aunque a ella se lo parezca. La debacle laboral ha sido brutal con falsedades brutales en las explicaciones de los motivos.

Como no hay hoja de ruta no sabemos bien hacia donde nos dirigimos, y por ello es fácil que se cuelen listos manipuladores que saben poner cuñas en el camino. Al final el resultado no sabemos si era el pretendido, pues no lo habíamos diseñado con detalles. Faltan líderes y capacidad de marcar objetivos en el medio plazo.

Odiar a lo que representa la política supone que los que pudieran ser buenos políticos huyan. Quedamos los malos y si acaso los mediocres. Pero nada más. Insuficientes para avanzar y saber defender los objetivos mínimos. Pero es lo que queremos. No hay recambio.

Necesitamos en España otro tipo de empresarios

Se quejan las empresas punteras españolas de muchos sectores que no encuentran en España profesionales de calidad para puestos técnicos o de nivel entre medio y alto: ¿Ahora se dan cuenta de que esto sucedería?

La formación ha sido mala. La formación de especialización para trabajadores con niveles bajos ha sido infame y absurda. La formación continua un negocio para las empresas que la realizan y poco más. Pensar que nos encontramos con dificultades es analizar quien es el responsable de algo que s intuía, y sonreír.

Los buenos profesionales, jóvenes y con inglés, francés o alemán bien dominado, ya se han ido de España. Los universitarios no quieren quedarse a cobrar sueldos de 600 euros y con contratos basura. A pocas horas de sus casas están pagando mucho más y aunque la vivienda les cueste también mucho más, se forman y lo intentan.

La deslocalización ya no es sólo de empresas sino también de buenos profesionales, formados en España con dinero español y que el valor añadido lo dejan en otras economías. Somos muy poco inteligentes pero aquí nos hemos centrado en pagar como en Países pobres, sin darnos cuenta que eso supone convertirse en un país pobre.

Muchos de ellos volverán, pero para montarse sus propios negocios en España y expulsar del mercado a los empresarios que les querían pagar 600 euros. Tal vez entonces España mejore algo. Necesitamos en España otra clase empresarial. Sin duda.

30.3.18

España más plural y mejor repartida

Con las irresponsabilidades de Cataluña estamos sufriendo el olvido de muchos otros temas que afectan y mucho a la sociedad española. Se trata sobre todo de que vuelva el sentido común a las dos partes sociales que sumadas no son el todo; y así podamos volver a pensar en los problemas de verdad y en las soluciones necesarias, tras una crisis manipuladora que nos ha dejado heridos.

La Constitución está herida y habrá que retocarla, cuando no reformarla con más osadía que una simple actualización. Pero sobre todo hay que replantearse la España actual en clave internacional, asumiendo la globalización y la descentralización de Madrid hacia periferias. No hay otra.

Se habló de un Senado reformado profundamente y con sede en Barcelona. Pero habrá que ir pensando en diversos Ministerios que pueden estar en otras ciudades que no sean Madrid. Pongo sobre la mesa además de a Barcelona, a Valencia, Sevilla, Bilbao, Zaragoza, La Coruña o León.

Ministerios u Organismos de carácter internacional con peso contundente en la nueva España. ¿Por qué no podría estar en Zaragoza el Ministerio de Defensa o el Instituto Cervantes, por poner dos ejemplos? ¿En Bilbao el Ministerio de Industria, en Sevilla el de Cultura, en Valencia el de Transportes o en La Coruña una oficina internaciones de relaciones con Iberoamérica? ¿Es imposible poner en León el Ministerio de Agricultura con otro nombre? ¿Y un organismo de relaciones con Europa si no somos capaces de crear un nuevo ministerio para ese fin, y con sede en Barcelona?

Madrid tiene que dejar de ser el único corazón de España. Y en ese juego de integración de una nueva unión de territorios y sensibilidades hay que saber jugar a futuro y no a pasado. ¿Dónde quedarías las inoperancias en el siglo XXI de unos Ministerios fuera de Madrid? Incluso sería lógico que algunos Consejos de Ministros salieran de Madrid hacia las sedes de los Ministerios que en cada momento fueran receptores de reuniones temáticas. Eso es crear España, que no tiene que ser siempre crear más Madrid.

Los marcos mentales de la derecha. Los básicos

Los marcos mentales son imprescindibles para convencer a alguien de algo que tienen que admitir con naturalidad, casi sin darse cuenta, por quien debe obedecer, convencido además de que es positivo hacerlo. Dominar los marcos mentales es básico en psicología social. Pero no deben notarse. Los marcos mentales se crean para que pasen desapercibidos, se trabaja con ellos como herramientas. Cuando comemos pan nadie piensa en el trigo o en la cosechadora.

Los marcos mentales los empleamos en RRHH o en política, incluso en la educación familiar o institucional de nuestros hijos con diferente capacidad de éxito. Siempre se juega con los valores que cada grupo representa o quiere representar, diseñando sus partes más amables, para que queden estas, aunque dentro lleven otras más escondidas, pero que no se dicen.

Todos queremos por poner un ejemplo, seguridad y tranquilidad. Y si estos dos valores nos los transmiten bien adobados los aceptamos sin problemas ni dudas. Pero se pueden configurar dentro de marcos que nos sisan otros valores que también deseamos, pero que permanecen en silencio dentro del marco. O bien puede ser que admitir unos valores se entre en confrontación con otros valores también importantes.
Tranquilidad. Seguridad. ¿A qué precio, a cambio de qué elementos sociales que se pierden? ¿Cuanta obediencia nos piden para que exista esa tranquilidad? ¿Debemos olvidarnos de la igualdad, incluso de la de oportunidades? ¿Dónde queda la libertad individual? ¿Se nos educa y explica el valor de la libertad para ser feliz, o es más importante ser válido que ser feliz? ¿Válido para quien?

Veamos más abajo algunos marcos mentales simples y básicos de la ideología conservadora y veremos que muchos de ellos son fácilmente aceptables por toda la sociedad. Y de ello el éxito conservador, si se saben enmarcar bien sus ideas, desechando en esa manipulación a través de marcos mentales otros valores (perdidos u olvidados sabiéndolo) y que no se nombran y se obvian. No se trata de trasmitir estas acciones a la sociedad con los títulos que voy a poner, sino de saber diseñarlos con otros nombres, con otras acciones, con otras florituras. En realidad los marcos mentales son trampantojos sociales para ser digeridos con suavidad. Veamos algunos marcos simples.


Las privatizaciones son buenas, las nacionalizaciones malas

El poder sindical no puede ser excesivo, pues la empresa se hunde

Es peor la inflación que el desempleo

Es bueno el desempleo para regenerar el mercado laboral

El despido debe ser barato y fácil para crecer en productividad en el país

El despido fácil se compensa con las ayudas sociales

No es bueno regular en exceso la producción y el comercio

No es bueno un exceso de gasto social para todos por igual pues crea perezosos

Hay que gastar más en defensa y seguridad para que se nos respete

Los inversores solo vienen si les dejamos pagar menos impuestos

La izquierda solo sabe gastar el dinero de todos y sin control

Los conservadores somos los padres protectores y por eso a veces se nos odia

Hay que pagar menos impuestos, pues debe reducirse el tamaño del Estado