6.5.18

La horizontalidad política mal entendida

Esta semana saturada he tenido tres reuniones políticas importantes. Y han ido de menos a más importancia teórica, de menos a más integrantes, de menos a más seriedad legal. Tres platos de una misma comida.

Cuanto menos personas integrábamos la reunión (digamos que una docena) y menos esperábamos de ella, más importancia tuvieron los temas analizados, mejor se trataron los asuntos, mejores silencios y escuchas, más participación plural de todos.

Al contrario fue sucediendo según iba aumentando el número de personas y la importancia de los asuntos a tratar, que siendo los mismos en las tres ocasiones, se iban intentando convertir de teóricos a decisorios por el tipo de la reunión de trabajo.

Podríamos pensar que el número máximo de calidad para una reunión válida sería 12, y el número peor sería a partir de 80. Sigo pensando que a partir de 20 integrantes todo se convierte en una simple reunión de intercambio parcial de opiniones o en un gallinero sin dominar, depende de los casos. Aunque también se podría pensar que en según qué tipo de reuniones políticas prima excesivamente el tacticismo, y deja de tener sentido práctico el intentar encontrar soluciones válidas, pues todo parece venir ya pactado y atado.

Las organizaciones horizontales son mentirosas. Pero no se lo decimos a la cara. Nos lo aguantamos. Las verticales son peores y con eso nos conformamos. En las horizontales, el que es más alto hace sombra a los que tiene a su lado y además es capaz de ver —por ser más alto— qué hacen los de alrededor. Y eso siendo lógico, no se emplea para hacer crecer la organización, sino para hacer crecer al que ya parte de ser más alto. Es decir, que o mides 1,80 o no te enterarás de nada. Y los que peor lo pasan son los que miden 1,75 pues son capaces de ver todo y a todos, menos al que mide 1,80 que siempre queda por encima de la horizontalidad.

5.5.18

ETA ha sido enterrada. Toca reflexionar

No es posible entender la Transición a la democracia en España sin admitir el papel de ETA en todo ese camino complejísimo. ETA dificultó enormemente que España pudiera avanzar más, dando razones a militares y fuerzas del orden público o a una sociedad amiga del régimen de Franco, sobre que la sociedad española era violenta, que romper España era posible, que no se podía dejar el Estado en manos de inexpertos demócratas que habían aprendido en Europa a gestionar la libertad.

ETA siempre fue un lastre, incluso en las relaciones internacionales de España en aquellos años. Lo fue en la economía y en las libertades de prensa, y sobre todo lo fue para los propios vascos que intentaban navegar desde las ventajas económicas que tenían hasta los odios sociales que sufrían entre ellos mismos.

Ahora ETA ha desaparecido. Desde 2011 estaba muerta aunque no escenificado su entierro. Desde 1968 han pasado 50 años sin soluciones. Pero no debemos olvidar el poso que queda, pues aunque ahora entendamos que ETA es una parte de la historia que conviene olvidar cuanto antes, es una parte importante de la sociedad vasca, ya que sus acciones influyeron a/desde la política, la iglesia, la intelectualidad vasca, la sociedad civil, las escuelas o los medios de comunicación. Debemos admitir que existió, para entender los errores de todos, y para evitar que nunca se pueda volver a situaciones parecidas.

2.5.18

Seguimos indignados. Pero domados y tranquilos

Este fin de semana miles y miles de españoles salimos a la calle para volver a pedir dignidad laboral en el 1 de Mayo. Pensiones lógicas, trabajo, reparto social, justicia económica. Y por la tarde recogimos las banderas y nos fuimos a ver el fútbol. Fin del día. ¿Para qué?

No creemos ya ni en nosotros mismos, sin duda no creemos en nuestras posibilidades, pero tampoco en nuestra capacidad para revertir lo más mínimo, no solos ni acompañados de todos. El desencanto de los años 80 es una mierda comparado con este.

Creemos en Dani Alves o en Messi. Pero no creemos ni en los sindicatos ni en los dirigentes políticos. Y no tenemos agallas para intentar asaltar el Palacio de Invierno.O de Primavera. El de Verano no, que hay que hacer vacaciones.

Si ahora los jóvenes osaran hacer otro 15M veríamos las inmensas diferencias, el cómo ha cambiado en estos años la capacidad de resiliencia del Estado, de las Leyes, del encarcelamiento preventivo. Nos íbamos a reír. Han pasado siete años y parece una eternidad. Somos mucho más viejos, incluso las leyes parecen mucho más viejas, como podo de 1970. Eso sí, con internet y móviles. Y en vez de grises hay azules. Algo sí ha cambiado desde ese año tan viejuno de 1970.

1.5.18

Gaspar Llamazares y la Transición

Gaspar Llamazares escribió un artículo sobre IU y la izquierda, donde dejó unos párrafos sobre la Transición que os adjunto abajo. Es un brochazo, nada más, pero es la opinión de una persona de mi generación, que vivió o vivimos la Transición desde dentro, y que admitimos los errores pero también advertimos que es imposible opinar hoy de lo que se pudo hacer hace 40 años. 

¿Qué opinarán nuestros nietos del momento actual?. Os dejo parte del texto, y aquí podéis consultar el artículo entero.
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No callaré frente a un relato falso sobre la Transición que pretende asimilarla a una restauración monárquica impuesta por la oligarquía de la Dictadura con la atribución a nuestra izquierda de un papel subordinado, sólo, como si las libertades democráticas fuesen una concesión y no una dura y dramática conquista de la izquierda y los movimientos populares. Sería como negar la Historia, pero sobre todo sería una afrenta a los que, estos sí, se dejaron la piel en la resistencia a la Dictadura, con un rol básico de los comunistas, pero también de socialistas, republicanos, anarquistas y demócratas, en general, para luego comprometerse con los mismos valores, generosidad y firmeza en la movilización social y en el pacto por la libertad y la democracia.

A este pecado original fabulado sobre la Transición, tan sesgado como lo ha sido su sacralización, se suma la especie de que ya en democracia se ha producido el amansamiento y la domesticación, primero, y más tarde la complicidad de la izquierda con el deterioro y la degradación del carácter social y de la confianza ciudadana en el sistema democrático.

Hacerlo así sería tanto como hacer tabla rasa de un largo período de modernización social, aunque a la luz airada de la crisis y sus dramáticos efectos exista la tentación de verlo todo de color negro y sin matices. En los matices, precisamente, donde está la política.

Un largo periodo de avances y de aportaciones y compromisos, como también de retrocesos y resistencias, donde IU jugó el papel que le confiaron los españoles, influyendo incluso por encima de sus posibilidades, con una capacidad de sacrificio y compromiso en la oposición, y otras veces desde gobiernos locales y autonómicos, creo que a valorar, encomiable.