13.6.18

Es imparable. Es justo. Es humano. Es positivo

Los 629 seres humanos del barco Aquarius van a llegar a España mientras se multiplican las voces sin formación de los que dicen que es una barbaridad. Pocas a viva voz, muchas en voz pequeña. La decisión del Gobierno de España es la lógica, la humana, la inteligente, la necesaria. Pero vamos a explicar algo más de este asunto en su globalidad.

Que lleguen miles de seres humanos desde África a Europa, cada año más, desde la primavera a finales de otoño, es IMPARABLE.

Tenemos que entender de una vez por todas, que los flujos de personas son imparables, no es posible poner puertas en un proceso de globalización de los movimientos, que son lógicos e incluso positivos en sus contextos más de futuro. Se trata de entender el proceso, y de trabajar en dos direcciones.

La primera en origen, mejorando brutalmente las condiciones de vida de los millones de ciudadanos del mundo que viven en condiciones que nada tienen que ver con las del llamado Primer Mundo. En cuanto ellos saben que hay otras posibilidades de vida, lo lógico por supervivencia es huir y buscar nuevos futuros. Aun a costa de la propia vida. Hay que dotar de paz y de futuro a toda África. No es sencillo, pero es inevitable.

La segunda medida es mucho más sencilla. Hay que trabajar en destino en dos direcciones. Dando dignidad a los que llegan, desde los Gobiernos y no desde las ONG que hacen un trabajo inmenso pero voluntario y a veces con grandes sacrificios y pocas ayudas públicas. Y explicando a los ciudadanos que ya viven en el destino, que los países pueden ser más ricos y mejores, si tienen más personas en su seno social, perfectamente implicadas e integradas, sin menoscabar sus derechos de diferencia cultural y social que deseen mantener dentro de las legalidades de los países de acogida.

No es buenismo, que también pues hay que recordar que la mayoría de los europeos son cristianos y se nos enseñó a cuidar a nuestros hombres y mujeres. Es sobre todo inteligencia social y el resultado de no haber sido capaces de crear un mundo más igualitario. Pretender ahora que lo que hemos hecho antes no nos pase factura es de ilusos. 

Hemos estado décadas abusando de África, robando sus recursos. Ahora es normal que ellos decidan ir a donde están los beneficios de sus propios recursos. Si antes les hemos quitado sus posibilidades de futuro, es normal que ahora ellos se vayan a donde están dando beneficios.

11.6.18

Crecen las diferencias salariales en España

Cuando yo empecé a trabajar en el año 1970, la diferencia de sueldos más ingresos de variado tipo se estimaba en 1-30. Si a mi me pagaban 400 pesetas a la semana al que más ganaba en el escalafón económico de esos momentos en España le pagaban unas 12.000 pesetas.

Hoy, casi 50 años después, podemos decir que esta diferencia supera en España los 1-250, es decir que si el sueldo mínimo está en 736 euros mes para 2018, hay personas que llegan a ganar 185.000 euros al mes. Siempre brutos. Y hablamos de personas “normales” no de futbolistas o deportistas de élite. Los datos nos hablan en España de una diferencia de 1-210 pero en realidad no es cierto. En los EEUU esa diferencia se acerca a los 1-360.

Efectivamente, aun restando a esas posibilidades los sueldos estratosféricos de algunos deportistas hay personas que se llevan a sus bolsillos unas cantidades que nos sorprenden. Hay futbolistas que cobran 40 millones año, pero se calcula que unos 30 altos directivos de empresas españolas superan los 3 millones año. Y un directivo medio se puede mover entre los 50.000 y los 100.000 euros brutos al año.

Pero si la empresa factura “mucho”, un director general su lleva de media unos 120.000 euros brutos al año, a los que normalmente se añaden algunas “cositas” en forma de servicios no siempre declarados. Pero es normal que si el director general es “un fichaje externo” y la empresa está funcionando bien se le llegue a pagar hasta los 250.000 euros año brutos.

Un médico privado con consulta de un cierto prestigio puede salir sobre los 15.000 euros al mes, que en este caso casi todos ellos son netos y no quiero explicar el motivo. Si además le añadimos algunos extra de clases, conferencias, acciones, alquileres, etc. pueden suponer unas cantidades incluso superiores al top con el que empezábamos la entrada. Si su consulta médica es de ALTO renombre, estas cantidades se superan con facilidad. Algunos (pocos) abogados o arquitectos, se mueven en cantidades parecidas o incluso superiores.

Un personaje televisivo de importancia puede salir por entre 1 y 4 millones de euros al año. Entre 70.000 y los 280.000 euros al mes en 14 pagas. Un protagonista de cine o televisión en España, si trabajara todos los meses, cobraría unos 110.000 euros al año, pero su trabajo es por días o incluso por sesiones. Depende y mucho del tipo de obra y de las jornadas de trabajo.

Ampliar las diferencias de ingresos convierten a las sociedades en más peligrosas desde varios puntos de vista. Más cercanos a las rupturas sociales, mucho menos sostenibles, más tendencia a incrementar exponencialmente estas diferencias pues son un caldo de cultivo para ampliar las diferencias. Y alejan a las sociedades de las lógicas económicas hacia donde hay que intentar caminar, con un capitalismo menos duro, con una economía más de sentido común, de bien común y humanista. El resto es acercarnos a la violencia social.


Pero no todo es negativo. Cuanta más diferencia en ingresos, más crece el PIB, la economía. Pero efectivamente, ese crecimiento va a las manos de unos pocos. No se reparte.

10.6.18

¿Se pueden prevenir los suicidios? ¿Por quien y cómo?

Hablaba ayer de los suicidios como el resultado de una serie de enfermedades y realidades sociales que no son bien conocidas, una realidad social también bastante maquillada para no crear efectos llamada. Y lo admitimos, aunque de vez en cuando haya que insistir sobre su importancia, para que se dediquen más economías a resolver (o intentar) una enfermedad que va en aumento.

Es además el efecto trágico y final de una serie de problemas poco atendidos por la sociedad en su conjunto, y no hablo de las atenciones médicas, que son lo que pueden ser, sino de las atenciones sociales y de funcionamiento de nuestra vida actual. La suma de autoexigencia, de facilidad para evadirnos artificialmente cuando nuestra percepción del éxito es equivocada, la poca comunicación válida que creamos a nuestro alrededor, hace que los problemas siendo menores, vayan creciendo hasta convertirse en mayores, cuando las soluciones son mucho más complejas.

En los EEUU el aumento de suicidios en las dos últimas décadas ha sido de entre un 25% y un 30%. Cifra muy preocupante. Muchas de estas personas nunca ha sido diagnosticadas de enfermedades que lleven a estas decisiones tan trágicas. En los EEUU, uno de los pocos países que ofrecen datos más o menos reales por su propia forma de entender la religión, se producen entre 10 a 15 suicidios por cada 100.000 habitantes y año (en España declarados como tales unos 9 suicidios por cada 100.000 habitantes, pero estos datos si se analizan desde otras fuentes pueden triplicarse).

Si trasladamos estas cifras a los habitantes de nuestras ciudades, vemos que el problema está muy escondido. Curiosamente hay más del triple de suicidios entre hombres que entre mujeres y también más del triple entre algunas provincias españolas y otras. Se conocen los datos se trabaja y mucho desde la Sanidad, pero hay que trabajar mucho más desde la prevención y la salud.

Si además se observa un aumento de la edad del suicidio afectando más a entre 45 y 65 años, veremos que el componente laboral y de éxito personal malentendido es muy importante. Otro dato que debemos analizar con calma es que las personas que se suicidan, en muchos casos, son personas que antes de tomar estas decisiones caen en evasiones artificiales como el alcohol o las drogas. Que no son el desencadenante, sino el inicio del camino hacia el túnel.

¿Se puede prevenir el suicidio? Sin duda.
Y aquí es donde hay que trabajar más y mejor. Empezando por abandonar el concepto de que la prevención es cosa de profesionales médicos. La prevención más básica y mientras se está en condiciones de ello, es del propio afectado, pero a continuación o a la vez, de su propio entorno. Familiares y amigos, tenemos la responsabilidad de apoyar y ayudar, de detectar y acompañar a la persona que sospechamos está en problemas.

Cuando se estropea o hace un ruido extraño el coche, enseguida vamos al mecánico. Cuando nosotros mismos hacemos "ruidos" fuera de lo normal, debemos acudir a un especialista. Y el médico de familia es el más cercano, rápido y barato.

9.6.18

¿Por qué se suicida una persona? Hay que entender mejor el problema

Ayer (junio 2018) se suicidó Anthony Bourdain que para la mayoría de vosotros no es nadie conocido, pero lo traigo aquí no por él, un tipo en apariencia simpático y muy válido en su trabajo televisivo, sino por lo que representa su suicidio como un tema callado, escondido, triste, doloroso por inexplicable, y al que le prestamos menos atención de la debida. NO hablo de publicitar más o mejor el suicidio como una decisión libre y personal, sino de analizar las causas e intentar mediar ante ellas.

¿Por qué se suicida una persona? Pues normalmente no se dice, admitiendo en silencio que dar información atrae a más posibilidades de suicidios. Algo que también sucede en las violencias contra personas cercanas, sobre todo contra los padres. Se publican muy pocas informaciones y en algunas sociedades católicas la propia familia intenta disfrazar los suicidios para que no se contemplen como tales, por el estigma religioso que lleva dentro tomar una decisión que solo le corresponde a Dios según los católicos.

Anthony Bourdain tenía dinero y varias empresas, trabajo y una familia con una hija joven y una esposa conocida, viajaba por su trabajo más de 250 días al año, se reunía con lo mejor de su profesión de cocinero y periodista, triunfaba en su actividad, tenía 61 años y era guapo e inteligente. 


¿Cuál es el motivo de que una persona acabe con su vida en una decisión libre y personal irremediable?

Somos complejos, enfermamos de todos los órganos del cuerpo, incluido el cerebro. Nuestra sociedad es muy dura y no nos permite bajar del carro cuando lo necesitamos. El triunfo tiene muchas caras y modos. No sabemos frenar. Y sobre todo la medicina y la salud en las enfermedades mentales van muy por detrás de la mayoría de las enfermedades que afectan al resto de órganos. 


No hay suficientes servicios de calidad para tratar la salud mental, y la propia sociedad no comprende de forma positiva que a veces la mente también enferma como lo hace el riñón, el estómago o las cuerdas vocales. 

No debe ser un estigma agravado que una persona tenga éxito y felicidad aparente y además empiece a sufrir de problemas de pensamiento, dudas y depresiones. Hay que trata cuanto antes los problemas, y buscar alternativas a la excesiva carga de pastillas.

Es mucho más fácil tratar una rotura de huesos o una próstata que una depresión. Y una depresión puede estar disfrazada de tantos matices que para la mayoría de los que nos rodean puede parecer una tontería o una enfermedad imposible. 


Lo más grave es que la propia sociedad no sabe distinguir ni reconocer una depresión y sus vecinas enfermedades y variables e intensidades, lo que agrava aún más la sensación del enfermo de que en realidad son cosas suyas y las debe resolver él. Y cuando no sabe de qué manera resolverlas, cuando el dolor del alma es grave, se toman decisiones contra esa enfermedad, que son irremediables.