2.1.19

Internacional Progresista, como opción imprescindible

Ha surgido en estos últimos meses del año 2018 la necesidad de crear una Internacional Progresista o una forma nueva de organización política mundial al menos (europea como poco) que sepa entender los nuevos tiempos sociales y económicos y sea capaz de ofrecer reflexiones e ideas contra los movimientos populistas que están afectando a democracias muy asentadas, para reformular esa democracia que pensábamos asentada. Reunidos en mesas de trabajo y análisis desde Ada Colau a Bernie Sanders, Dani Rodrik, James Galbraith o Yanis Varoufakis, han realizado además de un llamamiento, una frase de inicio a esa Internacional Progresista sin forma y sin nombre todavía, que retrata el momento actual.

"Hay una guerra global en marcha contra los trabajadores, contra el medio ambiente, contra la democracia, contra la decencia. Una red de facciones derechistas se está extendiendo a través de las fronteras para erosionar los derechos humanos, silenciar la discrepancia y promover la intolerancia. Desde 1930 la humanidad no se enfrentaba a una amenaza así”

Trump, Bolsonaro, Salvini o los intentos en el sur de Europa de recrear tiempos viejos y caducos, desde ideologías neoliberales muy duras, obliga a intelectuales de izquierdas a tener que preguntarse si no es ya el momento de ponerse a trabajar más unidos, por conectar a la sociedad que más sufre los problemas económicos y sociales, con soluciones válidas y no con nubes que amenazan tormentas y que beben de los errores de una izquierda que se ha comportado de forma poco inteligente, dejando crecer los búnkeres de la mentira social, a costa del mucho dinero que logran estos poderes fácticos a costa de los trabajadores que primero sufren, luego les dan los beneficios para poder manipular las políticas para finalizar votándoles.

Se habló de la necesidad urgente de un “New Deal” o Nuevo Acuerdo si se quiere salvar a la democracia que tenemos de las garras de unos nuevos capitalismos de laboratorio, muy conservadores y muy bien formados en sociología. 

Crear una Internacional Progresista frente a una Internacional Nacionalista que propicia el Brexit y su contagio, o el cierre de fronteras y las políticas proteccionistas frente a las globalizaciones negativas.

Las empresas ante el futuro más cercano

Las empresas del presente que quieran seguir en el futuro o se han adaptado a nuevos paradigmas (modelos de funcionamiento) o lo tendrán que hacer con urgencia. Incluso diría que los cambios leves y lentos en España en relación a otros países vecinos de Europa, no son suficientes en aquellas empresas que en verdad quieran estar en la cabeza de sus sectores. Y no estoy hablando de grandes empresas, que son las que más avanzados tienes estos cambios, sino precisamente de PYMES que son las que resultan más reticentes a la hora de querer (y poder) cambiar.

Hoy las empresas tiene que ser más horizontales en sus organigramas. Es imposible para la propia productividad y rentabilidad tener organizaciones verticales con muchas escaleras y que además estas forman bloques estancos de comunicación entre ellas y con toda la base. 

Ser vertical es además de muy antiguo y en nada válido, un gran error para la rentabilidad de la organización.

Siempre el cliente ha sido lo más importante en una empresa, hoy hemos cambiado el concepto “cliente” por el de “demanda”

Y tenemos que adaptar toda la organización a esa demanda, que efectivamente la hacen los clientes. Pero en demanda hemos sumado también conceptos como producción a tiempo, almacenaje, proveedores, subcontrataciones, para que el cliente además de contento por su producto y atención, lo sea por su precio final, lo que a veces no tiene que ver con los beneficios logrados.

El cliente siempre tiene la razón, excepto cuando sus razones afectan a otros clientes.

Y por eso mismo, nuestras actuaciones deben ir dirigidas a “los clientes” y no “al cliente”

Hay que tener un trato personal, sin duda, pero por debajo tenemos que tener una visión de conjunto. El resultado que entreguemos debe ser personal para cada cliente, pero los procesos deben ser globalizados para garantizar una calidad y un precio. Es decir, un futuro.

La calidad es fundamental, es la cimentación de todo proyecto. 

La Calidad Total, entendida como un proceso de análisis y de rectificación constante para evitar errores. Y los errores no solo son en el producto que se entrega, sino en la organización, en los costes, en las pérdidas de clientes o de trabajadores importantes, en la no formación, en no estar constantemente innovando para ofrecer lo mejor.

Quien trata al cliente es quien mejor lo conoce y quien debe procurar el conocerlo todavía mejor

Hay que saber qué necesita el cliente, que le ofrecen desde la competencia, que está dispuesto a pagar por los productos que le ofrecemos, y con toda esta información hay que pensar y aprender, para tomar decisiones globales que le afecten a él y al funcionamiento de nuestra propia empresa.

El cliente se debe de ir de nuestra empresa con nuestro producto, y con la satisfacción y un valor añadido para su propia empresa o servicio recibido, que le haga entender que el precio pagado es justo e interesante. De esta forma volverá. 

Si el cliente no sabe que se lleva un valor añadido al precio que paga, le costará más volver. No se trata solo de que él crea que ha pagado un precio “justo” sino de que se lleva algo interesante para sus beneficios, añadido al producto por el que ha pagado. 

Ese valor añadido es gratis, debe percibir que es un añadido gratis por su decisión de elegirnos a nosotros como sus proveedores.

Toda empresa de este inicio de siglo XXI debe estar constantemente aprendiendo en todas sus esquinas. Los trabajadores, sus herramientas, los directivos, sus vendedores, y sin duda sus relaciones con clientes, proveedores, bancos o competencia. 

Siempre hay que estar actualizado y en constante aprendizaje. Todas las partes de la organización deben estar en una constante formación, información y actualización.

Hay que cambiar varias veces al cabo de un año, y no hay que equivocarse nunca. Por eso hay que detectar qué está funcionando muy bien, qué representan zonas de mejora dentro de la globalidad de la producción, qué son claros errores que debemos modificar con urgencia.

No es simplemente que nosotros nos tengamos que mover…, es que sabemos que se mueven los clientes, la competencia, los proveedores, las nuevas tecnologías. Y si nos quedamos quietos nos separamos de todos ellos.

Viñeta del día. La cultura NO es aburrida

Nos quieren sin cultura, pues así es mucho más sencillo manipularnos. Y nosotros se lo ponemos fácil, pues nos creemos que la cultura es aburrida. 

Beneficios sin liquidez ¿Es esto posible en las empresas?

Una de las situaciones que más les cuesta entender y admitir a las personas que nunca han tenido una empresa o nunca han estado dentro de las contabilidades de empresas, es que muchas veces la contabilidad dice una cosa y la realidad que se percibe es otra muy diferente. Y esto cuando se lleva a los extremos de los beneficios o pérdidas cuesta mucho más de entender, y no digo nada, de explicar y convencer a personas sin los suficientes mecanismos de defensa por conocimiento contable.

La contabilidad es una serie de sumas y restas contables, de libros, cuyo resultado final ofrecerá un resultado que difiere seguro con lo que nos dice la caja, con el efectivo que existe. Se pueden tener beneficios y tener deudas, sin duda, pero también se pueden tener beneficios y no tener activo para pagar esas deudas contraídas o incluso no poder comprar al contado a proveedores o pagar las nóminas de los trabajadores.

Llegados a este punto, es complicadísimo explicar a los operarios de una fábrica que las cuentas anuales llevan años ofreciendo buenos resultados, pero que en cambio no es posible pagar las nóminas. 

La primera pregunta es clara: ¿Qué se ha hecho con los beneficios? Beneficios por cierto, sobre los que hay que pagar impuestos y también es muy posible que tampoco haya efectivo en caja o en las cuentas bancarias para esos pagos.

No, no siempre los beneficios se han repartido, se han malversado, se han mal empleado. La inmensa mayoría de las veces esos beneficios han ido a pagar deudas. O a comprar maquinaria o a realizar inversiones.

Si en enero debes 1.000 y en diciembre debes 500, has generado 500 de beneficio contable por minoración de la deuda. Podría ser que en enero tuvieras en efectivo 30 y en diciembre tuvieras 10. En realidad has generado 480 de beneficios, pero tienes 20 menos de efectivo. Y tienes problemas de liquidez. Lo mismo sucedería si has comprado maquinaria y por ello ha aumentado el valor de la empresa o has realizado inversiones de adaptación.

Es verdad que en las contabilidades se pueden hacer algunos movimientos contables "de última hora"…, para modificar resultados. Eso sí, cada vez menos. 

Sobre todo de cara a no tener que pagar impuestos en el corto plazo, por falta de liquidez. Por ejemplo aumentar o disminuir el valor del almacén. Intentar colar deterioros de valor de algunas inversiones o máquinas viejas. Mover algunas amortizaciones para que afecten mejor o peor en la contabilidad final. 

Efectivamente estos movimientos están tasados y no se “pueden” hacer y si se hacen cada día son más detectables, aunque la realidad es que en el recorrido de la vida de una empresa no afectan en casi nada. Lo que no quieres reflejar hoy lo tendrás que reflejar el próximo año, por poner un ejemplo. 

En algún momento hay que regularizar los malos ajustes “equivocados”. Excepto que la empresa se muera.

Los asesores de empresa en estos años del siglo XXI ya no son tan laxos en ciertas prácticas como lo eran en el siglo XX pues los controles son mucho más exigentes. Como es lógico y legal. 

Pero hay situaciones donde los gerentes de las empresas caen en la trampa, para declarar insolvencias irreales, para engañar a socios, para despedir parte de las plantillas, para blanquear dineros, para engañar las cuentas de cara a la obtención de créditos, etc. Y esas trampas se pagan de forma grave y cada vez con más responsabilidad personal.

El siguiente paso de estas empresas con crisis altas, con enfermedades casi terminales (sean pequeñas o grandes), es acudir a “asesores especiales” que los hay y que son auténticas (casi) mafias que te ofrecen soluciones que no siempre son legales, por no decir otra cosa. 

A partir de esos momentos las inspecciones tributarias o laborales tienen que entrar al trapo para intentar adivinar qué se está haciendo, pues las complicaciones que someten a las empresas estos “asesores especiales” es en muchos casos altamente complejas y rebuscadas.