15.7.20

Traerse el dinero de Suiza en billetes, está pasado de moda

Las formas de medir la democracia de un país, de una sociedad, se mide con muy diversos varemos. Uno de ellos es la ausencia de trampas, de espionajes internos, de corrupción, de malos modos y palabras gruesas en las intervenciones públicas, y demostrando capacidad para resolver problemas para su sociedad. En España en estos meses —pues no quiero alargarlo años— está demostrando que nos falta mucha calidad democrática. Y eso es triste, muy serio y, muy preocupante.

En estas dos últimas semanas tenemos encima de todos nosotros dos asuntos muy graves que para muchos ciudadanos pasan perfectamente a una segunda o tercera línea de preocupación. Sin valorar que realmente sin democracia fuerte y sobre todo limpia, lo que tenemos es otra cosa muy peligrosa. Nadie juega con la Democracia si no es para tumbarla o para pervertirla y aprovecharse de ella.

Las "cositas" que un Rey ha estado haciendo y que la derecha más dura está sacando a la luz sin explicar claramente por qué ahora y no antes o después, da para varios libros. Contiene tantos caminos sin explorar, tantas maledicencias y trampas, que nadie se atreve a pensar en qué acabará todo esto, por lo que lo lógico es advertir que… en nada.

Por otra parte el espionaje presunto a políticos catalanes (de momento) realizado con un programa israelí que es capaz de grabar sonido e imágenes desde tu teléfono sin saberlo y sin tenerlo en comunicación, es tremendamente digno de cualquier película de miedo si no fuera porque puede servir para la uno, lo otro y lo contrario. ¿A cuántos políticos (o personas) se ha expiado? ¿Quién lo hace y para qué? ¿Cuántos tienen esos datos, esas grabaciones, y qué están haciendo con ellas ahora mismo?

Todos damos por hecho que en este asunto tampoco se sabrá la verdad, que forma parte de las trampas normales y que estamos pillados no se sabe bien porqué compradores y para qué extorsionadores. 

La corrupción ya no es simplemente robar para tener un ático o una señora de compañía, ahora es todo mucho más fino y delicado. Por eso el Rey que se traía el dinero de Suiza en billetes… está pasado de moda.

El Crack Cero. Una película antigua muy moderna

Hay películas de cine que saben retratar los ambientes antiguos de forma magistral. Pero si son películas modernas se nota que están realizadas ahora. Es una manera de representar historias viejas con ambientes antiguos pero desde el punto de vista o las técnicas o los "idiomas" actuales.

El crack cero, de José Luis Garci no es así. Es una película antigua de 2019, hecha con los idiomas cinematográficos antiguos, y eso la convierte en encantadora. Y te lleva a tener que elegir. O la odias o te encanta. A mi me ha encantado. Si idioma, su velocidad, su ambiente es de 1975. Todo hecho en el 2019. Incluso su forma de ser teatro, de saber hablar como en una novela, de restarte la sangre, de jugar con la psicología de los personajes.

El Arte muchas veces es engañar. Y provocar que caigamos durante un tiempo en el engaño que provoca el artista. En este caso los actores están tan sumamente bien dirigidos que caes enseguida en su engaño. No solos son personajes ficticios, es que realmente están viviendo en 1975 mientras los ves ahora, en el 2020. Es un Misterio del Tiempo, más que un Ministerio, aunque para Garci se haya convertido en un Ministerio saber jugar con los tiempos.

Excelente precuela de El Crack de los años 80 que no desmerece nada y que sabe jugar con las formas, los tonos, la música y los ambientes. Un lujo poderla ver ahora, tan moderna y tan antigua.

14.7.20

El ruido nos impide dialogar con calma

Este cartel callejero tiene toda la razón aunque cada vez seamos menos los que estemos a su lado. Nos sobra ruido, falta de respeto entre todos, estamos histéricos y saltamos enseguida. ¿Nos iremos quedando solos?

Hoy he vivido con un simple cartel una situación absurda. Un grupo de personas se han enzarzado a discutir contenidos, formas, llegando al grito e incluso al abandono de alguno de sus integrantes del lugar. Era mínimo el asunto. Pero estamos a flor de piel y nos vamos. Rompemos.

Esa falta de tranquilidad, de silencios incluso, de calma lógica… nos está bloqueando las soluciones. Me han intentado explicar una pelea entre un respetable periodista con muchos años de oficio y un político tramposo y no he querido caer en la trampa de escucharlos. Yo sin escuchar sus diferencias ya sé quien quiero que tenga razón.

No es tiempo de callarse, pero posiblemente menos todavía de salirnos del tarro de la calma a las primeras de cambio. Sé, sabemos que en cuanto esto amaine todo va a cambiar profundamente. Hay que prepararse para ello.

No vas a ser capaz de leer el final. Excepto que empieces por el final


Dicen que atendemos 8 segundos como máximo y que todo hay que diseñarlo para retener más tiempos al espectador, o ser capaces de mandar el mensaje en menos tiempo, o lograr que retengan algo que les llame la atención para que vuelvan. Todo un trabajo de orfebrería fina. 

Antes las novelas eran construidas alrededor del primer párrafo (a lo sumo la primera página) que era el que marcaba el éxito o el fracaso. Hoy tienen que lograr retener al lector en las primeras 16 palabras para convencerle de que merece la pena pagar por el libro. Y en esas pocas palabras del inicio debe estar integrado todo, la historia, el ambiente, los personajes y casi casi el final. Es tiempo de titulares.

Es tiempos de anuncios de 20 segundos donde la mitad del final es repetición de la primera. Ahora han inventado un sistema que es no decirte nada de nada, no sacar marca ni logo, para obligarte a mirar más segundos en busca de quién osa obligarte a mirar. Alguna cerveza hay que hasta el segundo 15 no te dice de qué va el anuncio. Eso logra que lo acumulado en tu memoria sea mayor que otras marcas, otros anuncios. El logotipo de marca sale un segundo, pero la historia en tu cerebro ha durado 10 segundos.

A estas alturas ya no hay nadie leyendo esto, así que puedo decir lo que me salga del pito. Estoy hasta los huevos. No sé de qué, pero me la suda. Como no me está leyendo nadie me saco un moco y nadie se entera. Y encima no me tengo que despedir, pues ya no estáis. ¿Os puedo insultar? Es que me da vergüenza. ¡¡Marranos!! Je je je. ¡Qué bien me lo paso sin que nadie me lea. Iros a cascala, que igual os da gusto.