18.5.22

Con mis 66 estoy entre los 60 y los 70. Qué cosas nos suceden


Yo con mis sesenta y seis me sigo considerando un joven loco mayor, un tipo que se da cuenta de los engaños, que lee y disfruta de lo que le gusta, que viaja y se da cuenta de los problemas que nos abruman pero que admitimos de muy buen grado, pues ya es hora de que sea otra generación la que los intente gestionar.

Sobre todo porque a nosotros ya no nos dejan.

Una cosa que sí jode es admitir que te orillan a partir de los 60, aunque nadie lo quiere reconocer. Incluso te orillan los jóvenes de 50 que son gentes tan cercanas a nosotros que nos dan incluso pena. Es cuestión de pocas bocanadas a la vida para que a vosotros os orillen también: chavales.

Desde el año 2008 y de eso hay ya 14 años pasados, llevamos enganchando crisis tan crisis sin ver ni la luz ni atisbos de soluciones o de cambios.

Muchos años han tenido los "jóvenes" que hoy tienen 52 y entonces tenían 38, para intentar resolver los problemas. En aquel 2008 se las prometían muy felices con sus 40 tacos, ahora van camino de los 55 que es la meta por la que tras pasar la puerta de la edad te orillan hacia el desempleo o el abandono. Tranquilos que ya os queda poco.

Pero no hay problema pues con 66 se pueden seguir haciendo locuras y tonterías. Todo depende de cada uno.

Incluso todo te importa de otra manera, no te digo yo que menos, pero sí lo miramos desde la óptica del taoísmo, de la calma, del silencio incluso. Que se rompe en cuanto no nos damos cuenta de la edad que tenemos. 

Con 60 se está todavía en la lucha entre los 50 y los 70. Y a veces salen los bríos.

Como ya estamos orillados no deben preocuparnos estos problemas actuales, no vamos a poder hacer casi nada, aunque guardar silencio no vaya con nosotros. 

Así que disfrutaremos de ver como se equivocan los que hoy tienen 50 y se creen jóvenes, y que en breve veremos asomados a las obras y criticando lo que hacen los de 40 de hoy que cuando empezó la crisis del 2008 tenían 26 años. Eran unos críos.

17.5.22

Ética de Gandhi en el año 2023


En tiempos convulsos decae el “buenismo”, cierta parte de cualquier sociedad se revuelve contra los creyentes en el espejismo de la igualdad y fraternidad. Recuerdan que en la Revolución Francesa, que apellidan burguesa, bocanadas de guillotina aparte, siempre se quiso preponderar el ejercicio de los derechos de libertad y propiedad, que Napoleón puso el orden, la cara y el Código civil que inspiró luego al español, más sólido que cualquiera de las Constituciones que nunca ha desarrollado.

A diferencia del penal y las legislaciones de educación, sanidad o igualdad, dicen, fracasos democráticos permanentes.

Cuál ha sido el legado político y poco ético de Gandhi es cuestión más que discutida en la propia India con reflejo inequívocamente mundial.

Al profeta indio se le saca de procesión en cada episodio de indignación que ocupa avenidas y plazas: en el mayo del 68 parisino de cuyas filas dizque partió la generación de Felipe en el PSOE de los 80 –vendía entonces mucho decir que allí se estuvo-, recientemente pacifista fue el movimiento 15-M posterior y sabiamente canalizado para solaz y disfrute de sus administradores.

Gandhi y Pablo Iglesias en su devenir político dieron y dan muestra de su desilusión y fracaso. No les caben sus partidos fundacionales como poco puros y sus gestos manifiestan un interés por su liquidación que no disimulan. No han llegado a matar políticamente a todos quienes les han hecho sombra.

Quién es Yolanda Díaz y qué representa una plataforma de unión de sensibilidades. ¿Es comparable a la instrumentalización política del capital de Gandhi llevada a efecto por Nehru y su hija Indira?

Indira Gandhi representó una síntesis publicitaria máxima, portaba el apellido del Mahatma porque casualmente fue el de su marido pero llevó el pensamiento de resistencia pacífica hasta la justificación de una India orgullosa y poseedora con rapidez de un arsenal nuclear, como también ejecutó hasta las últimas consecuencias la partición de una misma raza en tres países por razón de las creencias de su población. Incentivó que los indios hindúes se creyeran más porque vendía y le convenía.

En India suena mejor decir: después de mí el diluvio (allí lo llamarán monzón).

Indira fue un icono de mi niñez, me encandilaba su mechón blanco y saris de lujo y no paré hasta tener un sello suyo. No le tembló el pulso heredado del de su padre para acumular el poder.

Se menciona en los anales que, más para ser mujer y ello le aproxima a la figura de Marine Le Pen, su posición política fue enormemente elitista y que tenía un respingo de brahmana contra las castas inferiores, que se centró en el desarrollo y transformación económica brutales y amparadas por los empresarios indios del momento. Replicando a los conglomerados industriales japoneses, hoy son los principales multimillonarios en boca de todos: los Tata, Mittal el de las acerías y muchos más… Familias en general de Bombay que redujeron a la capital colonial Calcuta a capital de provincia saturada y lánguida…

A mí la pose de la presidenta india clave me parece replicada por Díaz Ayuso.

Pero hay que afirmar que la conservación del sistema de castas tampoco fue cuestionada en su aspecto radical, mediante su abolición, ni por Ghandi. Mantener la tradición, vivir cómodamente en tu estrato –como se dice en América- evita el heroico sacrificio individual.

China, el subcontinente indio o Rusia por extensión o población se dotan de regímenes fuertes que dan problemas y cuestionan los derechos universales internamente, qué se le va a hacer y cómo poder competir con ellos.

En Europa en cambio queremos jerarquía por pereza y la Constitución puede ser letra mojada, queremos aristocracia de la izquierda o Código civil y mercantil. Admiramos la mano de hierro porque que las formas no dejan ir directo y en la privada se hace rico el comisionista de medicamentos que luego se recetan al engrase.

Por el camino, yo me entretengo, en España se deja a diez millones de intocables invisibles. Con derecho al voto de castigo de paria a sus no representantes.

El hijo que tuvo Gandhi citaba lo insoportable que es vivir con un aprendiz de perfecto y sus obsesiones dentro de casa, que los llevaba a raya con todo lo prohibido y que fue implacable y caprichoso.

Un nunca gestor ni de sus emociones que en 1923 y antes en Sudáfrica fue un abogado vestido con traje de corte inglés de tres piezas, volviendo al taparrabos por conveniencia.

Así que la moraleja es que la vida siempre son tonos grises y que un buen organizador será quien mejor se cimbree. En caso de duda, elegimos a un brahmán porque parece que trae de casa ya el tufo de mandar… El resto, a llenar los talleres de yoga…

10.05 Luis Iribarren

5.5.22

Al poder ya no le afectan las quejas. Tragar o Luchar


Esta pintada urbana de arriba, con independencia (o no) de sus autores, plantea un dilema contundente. Cada vez hay más situaciones que no nos gustan, y no tanto porque crezcan en tamaño, que es posible que sí, como porque además nos volvemos más humanistas, más exigentes, con más capacidad de quejarnos para mejorar todo. Es cierto que somos pocos los que nos quejamos de verdad en los sitios en donde podría servir de algo quejarse, pero también hay que advertir que en el mejor de los casos sirve de muy poco quejarse. El poder ya se ha acostumbrado a soportar bien la queja, la reclamación, venga esta desde donde venga y de la forma que quiera venir. Se dedican más fuerzas a que al poder no se vea afectado por las quejas, que energías a resolverlas.

Nota.: La imagen es de Luis Iribarren

2.5.22

Cambia el mundo, es el Siglo XXI adolescente


Mientras en Francia parece unirse toda la izquierda, en horas muy bajas, para presentarse a las legislativas, en Andalucía prefieren seguir jugando a la desunión, sabiendo que los tiempos son tan complejos como en Francia aunque no se noten. Es una decisión que puede tener su precio en votos, lo veremos en pocas semanas.

El mundo tras la pandemia y con el postre de la Guerra en Ucrania, que es Europa aunque no lo entiendan todos, ya no será igual. Será mejor o peor, según como lo sepan/sepamos leer los actores protagonistas, que en algún pequeño espacio somos todos.

La economía se va a mover mucho más que lo que ahora vemos, a poco que no se logre controlar la inflación o se tenga que controlar con acciones que favorecen a unos a costa de otros, siempre los mismos. Y a partir de esta premisa, los servicios públicos serán peores, mas caros y al alcance de menos personas. 

Ese Estado Líquido del que hablábamos ya hace unos años se está moviendo, y se adapta a sus continentes, pues para eso es líquido y sabe muy bien adaptarse para no perder potencia. Varias generaciones de ciudadanos han decidido retirarse de la vida social activa, pues han visto que no es gratificante trabajar en algo que no sea "suyo" o para él. 

La participación de las personas en la vida comunitaria de cualquier tipo y que bajó hace unos años, ahora ya no es capaz de bajar más. Hay compartimentos estancos nuevos en donde hay actividad participativa, pero está cerrada a la comunidad.

Se saben reunir los colecciones de chapas de cava, los partidarios del Betis, los de la Religión Dios está en Todos los Sitios o los del país africano del efecto llamada. Pero el resto, los que éramos habituales, los vecinos o los consumidores en sus asociaciones, los sindicatos o los partidos políticos, hemos perdido el tirón, el poder de ser creíbles. 

Prima la desunión, la disgregación, el ver la tele de pago, leer las noticias de pago y el comer yogures que cada vez pesan menos.

Es curioso que ahora sea más beneficioso para los fabricantes quitarle 10 gramos a los yogures sin que suceda nada. Que digo yo… ¿y si los consumidores en vez de tomar un yogurt o una cerveza, tomáramos media entre dos amigos, antes de que aprendan a vendernos cervezas de 150 c.c.?