17.5.22

Ética de Gandhi en el año 2023


En tiempos convulsos decae el “buenismo”, cierta parte de cualquier sociedad se revuelve contra los creyentes en el espejismo de la igualdad y fraternidad. Recuerdan que en la Revolución Francesa, que apellidan burguesa, bocanadas de guillotina aparte, siempre se quiso preponderar el ejercicio de los derechos de libertad y propiedad, que Napoleón puso el orden, la cara y el Código civil que inspiró luego al español, más sólido que cualquiera de las Constituciones que nunca ha desarrollado.

A diferencia del penal y las legislaciones de educación, sanidad o igualdad, dicen, fracasos democráticos permanentes.

Cuál ha sido el legado político y poco ético de Gandhi es cuestión más que discutida en la propia India con reflejo inequívocamente mundial.

Al profeta indio se le saca de procesión en cada episodio de indignación que ocupa avenidas y plazas: en el mayo del 68 parisino de cuyas filas dizque partió la generación de Felipe en el PSOE de los 80 –vendía entonces mucho decir que allí se estuvo-, recientemente pacifista fue el movimiento 15-M posterior y sabiamente canalizado para solaz y disfrute de sus administradores.

Gandhi y Pablo Iglesias en su devenir político dieron y dan muestra de su desilusión y fracaso. No les caben sus partidos fundacionales como poco puros y sus gestos manifiestan un interés por su liquidación que no disimulan. No han llegado a matar políticamente a todos quienes les han hecho sombra.

Quién es Yolanda Díaz y qué representa una plataforma de unión de sensibilidades. ¿Es comparable a la instrumentalización política del capital de Gandhi llevada a efecto por Nehru y su hija Indira?

Indira Gandhi representó una síntesis publicitaria máxima, portaba el apellido del Mahatma porque casualmente fue el de su marido pero llevó el pensamiento de resistencia pacífica hasta la justificación de una India orgullosa y poseedora con rapidez de un arsenal nuclear, como también ejecutó hasta las últimas consecuencias la partición de una misma raza en tres países por razón de las creencias de su población. Incentivó que los indios hindúes se creyeran más porque vendía y le convenía.

En India suena mejor decir: después de mí el diluvio (allí lo llamarán monzón).

Indira fue un icono de mi niñez, me encandilaba su mechón blanco y saris de lujo y no paré hasta tener un sello suyo. No le tembló el pulso heredado del de su padre para acumular el poder.

Se menciona en los anales que, más para ser mujer y ello le aproxima a la figura de Marine Le Pen, su posición política fue enormemente elitista y que tenía un respingo de brahmana contra las castas inferiores, que se centró en el desarrollo y transformación económica brutales y amparadas por los empresarios indios del momento. Replicando a los conglomerados industriales japoneses, hoy son los principales multimillonarios en boca de todos: los Tata, Mittal el de las acerías y muchos más… Familias en general de Bombay que redujeron a la capital colonial Calcuta a capital de provincia saturada y lánguida…

A mí la pose de la presidenta india clave me parece replicada por Díaz Ayuso.

Pero hay que afirmar que la conservación del sistema de castas tampoco fue cuestionada en su aspecto radical, mediante su abolición, ni por Ghandi. Mantener la tradición, vivir cómodamente en tu estrato –como se dice en América- evita el heroico sacrificio individual.

China, el subcontinente indio o Rusia por extensión o población se dotan de regímenes fuertes que dan problemas y cuestionan los derechos universales internamente, qué se le va a hacer y cómo poder competir con ellos.

En Europa en cambio queremos jerarquía por pereza y la Constitución puede ser letra mojada, queremos aristocracia de la izquierda o Código civil y mercantil. Admiramos la mano de hierro porque que las formas no dejan ir directo y en la privada se hace rico el comisionista de medicamentos que luego se recetan al engrase.

Por el camino, yo me entretengo, en España se deja a diez millones de intocables invisibles. Con derecho al voto de castigo de paria a sus no representantes.

El hijo que tuvo Gandhi citaba lo insoportable que es vivir con un aprendiz de perfecto y sus obsesiones dentro de casa, que los llevaba a raya con todo lo prohibido y que fue implacable y caprichoso.

Un nunca gestor ni de sus emociones que en 1923 y antes en Sudáfrica fue un abogado vestido con traje de corte inglés de tres piezas, volviendo al taparrabos por conveniencia.

Así que la moraleja es que la vida siempre son tonos grises y que un buen organizador será quien mejor se cimbree. En caso de duda, elegimos a un brahmán porque parece que trae de casa ya el tufo de mandar… El resto, a llenar los talleres de yoga…

10.05 Luis Iribarren