8.11.18

El cuidador de enfermos o mayores, también necesita cuidados

Los cuidadores de enfermos y personas mayores también necesitan ser cuidado. Para que realicen mejor su trabajo, y sobre todo para que ellos mismos no caigan enfermos. Son un pilar social que se agotan y necesitan ser atendidos y entendidos.

El trabajo del cuidador es muy duro, no siempre comprendido, muchas veces muy poco valorado, realizado en silencio, casi siempre femenino (en Aragón un 89%) y sin ningún control formativo, lo que los convierte en trabajos en precario y sin las condiciones mínimas para que ellos mismos cuiden su propia salud.

Normalmente el cuidador tiene entre 45 y 65 años, que tienen que ajustar sus responsabilidades laborales, que llevan una vida muy intensa y responsable, en unos cuidados muy intensos que tienden a quemar a la persona que trabaja de cuidador.


Que muchas veces trabaja casi en aislamiento y sin poder explicar sus dudas y trabajos, con dolencias físicas de músculos y huesos, con problemas psicológicos de responsabilidad no bien gestionada, problemas de sueño y de descanso, de estrés negativo, tristeza social, incluso sensación de culpa sin ningún motivo, y sin duda sensación de que además de no estar bien orientadas siempre son las culpables de que algo no ha funcionado bien.

Cuando hay que cuidar a personas con intensidad, sin duda hay que recurrir a Centros de Día, a Residencias de Personas Mayores, donde además de estar mejor tratadas las personas que necesitan los cuidados, se evita hacer enfermar al cuidador. Pero para ello se necesitan dos variables imprescindibles. 


Ayuda pública en los precios de estos servicios y Control de Calidad para que sean mucho más que espacios de abaratamiento de la residencia de personas enfermas o muy mayores.


El estrés como factor negativo en la calidad del trabajo y productividad

El estrés es un factor grave de riesgo laboral y personal que no siempre le damos la importancia debida. En las empresas es curiosamente algo que se valora como inevitable, sin darnos cuenta que el umbral de riesgo del estrés negativo es en cada persona muy diferente y que si se cronifica, se convierte en patológico y por ello en peligroso para la salud de las personas. Los RRHH son imprescindibles para reconocer los primeros síntoma y tomar las medidas desde su departamento para controlar este tema y saber dosificarlo, advirtiendo otra vez que cada persona tiene el punto de no retorno en diferente grado de presión.

Una persona con estrés negativo es una persona muy poco productiva, aunque se mueva mucho. En realidad el estrés es una enfermedad en cuanto no se puede controlar, y entonces es tan peligroso como cualquier otro factor de riesgo para la salud, y más que algunos de los que consideramos peligrosos como el tabaquismo. 

Un estrés sin dominar es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares, psicológicas y para las relaciones eficaces dentro de los equipos de personas. Se pierde memoria, felicidad en el trabajo, aumentan los accidentes, se produce menos pero sobre todo peor y con menos calidad, y al final se cae enfermo con bajas de larga duración.

Como peor remedio para estos temas está el acudir al psiquiatra a recibir tratamiento químico, sin hacer nada más. Eso ayuda artificialmente a los síntomas, pero no a los efectos más internos. No ayuda en la producción, en la memoria, en la calidad del trabajo, en la felicidad por el trabajo bien hecho, sino que al final se cae en una espiral de subidas y bajadas que poco a poco destroza a la persona. Hay que recurrir a saber ajustar la presión, a bajarla y controlarla, a la relajación, incluso a la risoterapia o a las ayudas en las relaciones laborales. Espacios laborales más humanos ayudan a una calidad final mucho más alta.