Creo que la izquierda está mirando al cielo buscando avutardas en vez de mirar al suelo y ver personas con problemas. Tacticismo electoral, malas caras y peores frases fuera de sentido y en algunos casos violentas y con mal tono, están propiciando que volvamos a hablar de nuevas Elecciones Generales.
La derecha por otra lado está preparando las eras para llevarse la mies y ya se habla de Listas Conjuntas en algunas provincias donde saben que quedar segundos en el resultado es quedar en nada. Y ante eso la izquierda sigue embelesada con sus tontadas y melonadas. Bien, volveremos a tirar por la ventana el aire fresco que parecía entrar.
El espectáculo de “me ha pedido una vicepresidencia” sumado al “pues yo no he pedido eso” indica que uno de los dos partidos miente. No es que se equivoca, es que miente. ¿Quién miente? ¿Para qué miente? ¿Estamos tontos otra vez?
10.7.19
Cuadernos para el Diálogo no debió morir nunca
Los 15 años de vida de la revista Cuadernos para el Diálogo, desde 1963 a 1978, fue una pequeña bocanada de aire fresco en la España vieja de la Dictadura atroz y eterna. Esta revista, muy respetada en aquellos años por sus firmas culturales, nade de la democracia cristiana con Joaquín Ruíz Jiménez a la cabeza y Pedro Altarés mucho después tomando el timón en los últimos años para intentar salvar el espíritu de la revista.
Eran años duros, de fusilamientos tardíos para mantener los miedos, y dónde la revista Cuadernos para el Diálogo daba espacio a ligeras críticas, por entonces duras críticas, que no siempre las soportaba el régimen militar.
Sí, realmente aunque por aquellos años ya mandaban en España los civiles de la Falange o de la Obra, seguía el poder real en manos de los militares y los banqueros.
Cuadernos para el Diálogo moría tras 336 números de vida democrática desde dentro de la dictadura, sin que nadie supiera mantener al menos su cabecera. Un gran error, pues muere por el éxito de El País y hoy estoy seguro, se apena de no haber sabido mantener el concepto de Cuadernos para el Diálogo, como su revista dominical.
Eran años duros, de fusilamientos tardíos para mantener los miedos, y dónde la revista Cuadernos para el Diálogo daba espacio a ligeras críticas, por entonces duras críticas, que no siempre las soportaba el régimen militar.
Sí, realmente aunque por aquellos años ya mandaban en España los civiles de la Falange o de la Obra, seguía el poder real en manos de los militares y los banqueros.
Cuadernos para el Diálogo moría tras 336 números de vida democrática desde dentro de la dictadura, sin que nadie supiera mantener al menos su cabecera. Un gran error, pues muere por el éxito de El País y hoy estoy seguro, se apena de no haber sabido mantener el concepto de Cuadernos para el Diálogo, como su revista dominical.
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