9.8.21

¿Nos importa el Planeta? ¿Y nuestros nietos?


Sabemos que el mundo, este espacio en el que vivimos y el único que tenemos, está sufriendo un cambio climático importante que sobre todo sufrirán nuestros hijos. Pero no parece importarnos y somos además incapaces de encontrar soluciones aceptadas por los gobiernos. Da igual que lo diga la ONU o cualquier científico de reputado prestigio, el mundo no quiere cambiar y punto.

¿Sabremos adaptarnos? ¿O será el propio planeta el que se rebelará contra nosotros por ser incapaces de tomar medidas de cambio, de sostenibilidad?

Hoy ya, en estas primeras décadas del siglo XXI sabemos que no se trata solo de parar el cambio climático, pues algunas medidas no tomadas han creado condiciones de las que es muy complicado salir en los próximos siglos, sino de parar el deterioro para ver si al menos así es suficiente. Y estamos hablando siempre de algo de lo que llevamos 30 años hablando sin haber tomado medidas suficientes, sino parches para la galería.

Durante años nos hemos convencido e que solo se traba de parar un aumento de las temperaturas que se producía en décimas de grado. Y nos parecía asumible y no importante. O un tema de agoreros y malas y negativas prácticas de izquierdistas de libro. Pero ya sabemos que eso es falso, que lo que se está produciendo es una suma de cambios climáticos, que no siempre son solo de calor, sino también de grandes tormentas, de inundaciones, de calor y deshielo, de grandes nevadas incontroladas, de lluvias en zonas donde antes llovía mucho menos o de sequ´ñias persistentes en otras zonas. 

Sabemos también que la atmósfera es distinta a la de hace unas décadas y que eso afecta al clima y a la sostenibilidad del Planeta, pero parece que esto nos da igual, y que no es necesario cambiarlo. O que si algunos grandes países han hecho durante décadas lo que les ha dado la real gana, ahora al resto de países que no lo hicieron les toca poderlo hacer, pagando una tasa como quien paga por la recogida de basuras. Pero el Planeta no es un Ayuntamiento, y los errores se acumulan y no se pueden meter en bolsas negras de basura.

Los últimos informes de la ONU estiman que a finales de este siglo XXI se llegaría a un incremento de 4,4 grados sobre las temperaturas medias, algo que multiplicaría también la intensidad y frecuencia de los fenómenos extremos. Pero nosotros no estaremos, piensan los tontos que no admiten que debemos dejar todo como lo encontramos. Y a nuestros nietos que los jodan. Pero los científicos nos recuerdan también que la última vez en la que se llegó a un nivel de calentamiento por encima de los 2,5 grados fue hace tres millones de años, cuando ni siquiera existía el ser humano. Y seguimos pensado que son frases de pesimistas.



6.8.21

La pobreza ya aprendió a votar a la derecha más extrema


A la izquierda del PSOE sabemos que existe un espacio político mal ocupado desde la Transición, y digo mal ocupado pues nunca ha sido capaz de unificarse, de plantear una idea propia de sociedad que defendiera los intereses de los que menos tienen, en contrapeso de los que defienden que nada cambie pues tal y como está todo a ellos les va muy bien. 

Es curioso que desde 1980 se haya ido perdiendo (con altibajos) esa idea de aglutinar a la capa social de los débiles alrededor de una ideología que seguimos llamando izquierda, como si no fuéramos capaces de explicar qué es ser de izquierdas, y que es imposible gobernar desde la izquierda ni el mundo ni España, hoy en el siglo XXI como si estuviéramos en el siglo XIX.

En realidad la culpa de todos estos fracasos la tenemos las mismas personas que nos creemos de izquierdas desde diversas posiciones. Por una parte hemos consentido que nuestros compañeros de identidad social se encargaran de ocupar despachos y pegarse a ellos con cemento armado. 

Y por otro lado tampoco hemos reflexionado sobre las diversas modificaciones que se debían hacer constantemente sobre las ideologías progresistas. 

No puede ser igual la izquierda de 1975 que la de 2025, pues en esos 50 años ha cambiado España y su sociedad tremendamente. Sus leyes, sus opciones, sus modos de trabajar, de repartir, de tener o no tener justicia social. 

Se ha modificado el tipo de pobreza, el tipo de riqueza, la relación con los servicios públicos, la economía y sus tipos adaptados para no perder nunca, etc.

Y hemos aprendido en estas década que la sostenibilidad es imprescindible, que el papel de la igualdad es mucho más amplio de lo que nos imaginábamos, que somos muchos más plurales que simplemente ricos y pobres.

¿Y a partir de ahora qué? Pues sin duda habría que volver a construir una Izquierda Unida nueva (con otro nombre y mimbres), válida, adaptada y partiendo de cero, capaz de sumar sin mirar los detalles, amplia y admitiendo que la Lucha de Clases Plural es imprescindible para lograr objetivos, y aprendiendo de las necesidades reales de la sociedad. 

Somos muy capaces de mirar los problemas, de intentar resolver los pequeños o medianos, pero nos olvidamos de los grandes, para disfrute de los conservadores que los disfrazan para disimular, y que están contentísimos de la izquierda actual, inoperante con los problemas que les afectan a ellos.

Pero como todo proceso es muy lento en la izquierda y muy rápido en la derecha, no pasa nada por esperar otra década más. Y otra más si es necesario. 

Al fin y al cabo los pobres de todo tipo y necesidad no tienden a quejarse mucho y en gran medida ya han ido aprendiendo a votar a la derecha más extrema. 

Como no les hemos dado soluciones a sus problemas, ya no nos necesitan, prefieren ser amigos de sus amos, para ver qué les puede caer en forma de migajas.