6.12.23

Dos palabras viejas. Chaflán y Escarbar

Hay palabras maravillosamente hermosas por poco utilizadas. Palabras raras que se van perdiendo por su poca utilización y que resultan casi únicas en muchos idiomas o que no encuentran traducción fácil. 

Voy a nombrar a dos de ellas: Chaflán y Escarbar.

Chaflán está claro qué es, pero sin duda a su (casi) poca utilización se une la facilidad de pronunciar esquina. Aunque un chaflán no es precisamente solo una esquina, pues un chaflán es algo más o al menos una esquina con importancia. 

Un chaflán tiene tamaño pues no es el punto de unión de dos superficies sino un espacio con tamaño propio que “en la esquina” elimina a esta para crear un espacio propio que da visibilidad a las dos calles o líneas que quieren convergen y el chaflán lo impide creando un espacio propio. 

Un local en chaflán vale el doble o más, así que cuidado con olvidarnos de la palabra chaflán.

Escarbar es maravillosa. De pequeño, cuando era pobre de verdad en mi casa se compraban y se cocinaban escarbaderas para comer, pues tenían mucha gelatina. 
O al menos eso me decía mi madre. 

Las escarbaderas son las patas finales con los dedos de los pollos y gallinas, las partes amarillas sin casi carne. En realidad eran las de las gallinas jóvenes que eran más grandes que las de los pollos actuales. Se pelaban de sus escamas tras cocerlas ligeramente, se limpiaban muy bien y se cocían otra vez para finalmente pasar a una salsa de tomate.

Pero hablaba de escarbar, que sin duda viene de gallina. O no. No hay muchos que se dediquen a escarbar excepto las gallinas de corral. 

Escarbar es rascar, raer, rebuscar, emplear las patas o las manos para en la superficie enterarse bien de lo que hay removiendo todo. Cuidado pues escarbar también se utiliza para los alcahuetes que rascando van buscando información para su beneficio.

Errores que debemos evitar en las empresas con los RRHH

A los buenos colaboradores o empleados de nuestras empresas, hay que cuidarlos y mantenerlos, pues son parte imprescindibles de nuestra organización

No hacerlo es un gran error. Y a veces sale muy caro para la empresa.

Las empresas se han acostumbrado a trabajar el control de gastos en una sola dirección: despedir. 

Pero hay que empezar tras la crisis que si queremos mantener un buen futuro empresarial debemos trabajar bien las relaciones laborales y trabajar más el mantener las plantillas y hacerlas crecer hacia la excelencia. 

¿Pero qué hace que logremos quemar a nuestra plantilla, a nuestros colaboradores?

Pues generalmente errores graves que no percibimos así. 

En las empresas hay que mantener unas normas, hacerlas cumplir. Pero muchas veces estas normas son tontas, no sirven para nada pero nos esforzamos en hacerlas cumplir. No utilizamos el sentido común y el reconocer que a veces nos hemos equivocado.

Es un ERROR creer que a todos los integrantes de la plantilla hay que tratarlos por igual. Ni en lo positivo ni en lo negativo. 

Cada persona es diferente y por ello nuestra relación con ellos debe ser diferente. Pero tratar diferente no quiere decir nunca que suponga tratar mejor o peor. La inteligencia emocional hay que estudiarla y practicarla.

Hay que motivar a las personas. Nosotros mismos tenemos que estar motivados. 

No aplaudir los logros… es otro ERROR grave. Nos acostumbramos excesivamente a criticar los errores, los fallos. 

Pero sólo es posible compensar esto aplaudiendo los logros positivos con las mismas o mejores herramientas que empleamos para criticar los fallos. 

Los colaboradores son personas, forman parte de nuestra vida aunque a veces no deseemos aceptarlo, nos tenemos que relacionar con ellos y ellos con nosotros. 

No entenderlo así es otro ERROR

Los necesita la empresa y además los necesitamos contentos y en una relación agradable.

Los colaboradores deben conocer la marcha de la empresa, las metas que se persiguen, el futuro y sus debilidades. 

Si pensamos que un empleado es sólo una parte cerrada de todo el sistema estaremos cometiendo otro ERROR importante. 

Tienen que sentir la empresa como algo que forma parte de él mismo, de todos, de un sistema complejo que debe transmitir seguridad y para ello también información suficiente.

El trabajo no debe ser ni aburrido ni duro, ni impersonal, ni absurdo. El trabajo debe ser agradable, divertido incluso, con capacidad para que cada persona esté a gusto en el mismo, durante tanto tiempo cada año. 

El trabajo es parte de sus vidas y hay que encajar la producción con la calidad de vida, con la sensación de que no es un castigo sino una forma de estar en la vida.

Es un gran ERROR que el puesto de trabajo, la empresa, parezca un lugar donde no queremos ir con libertad. Los lunes no deben ser malos.