14.12.06

Callejón sin salida, con una señal cabreada

Estuvo en un callejón sin salida varios años, pero no lo llevaba bien. Sabía de su trabajo, y por las noches bajaba del poste sin que nadie la viera, a sentarse en el banco y hablar un poco de sus vidas respectivas.

Pero no soportó que le pintaran con rayujas ni que le pusieran pegatinas de no sabía bien qué.

Así que anoche se bajó y decidió no volver a subir más a su atalaya. El callejón sin salida se ha quedado sin indicación, y eso es muy peligroso porque cualquiera puede caer en la trampa y entrar sin saber que ya nunca más podrá salir.

Ahora espera a que alguien la robe y se la lleve a su cuarto para decorar una pared de color fuerte. 


Igual es más feliz así, nunca se sabe bien.

13.12.06

¿Qué mira? El recuerdo de la Torre Nueva

No ve lo que mira. Es triste para todos los zaragozanos, pero no ve lo que mira, pues tuvimos los…, de tirarlo.

Fue la Torre Nueva una esbelta torre mudéjar acabada hacia 1520, promovida su construcción por la Ciudad de Zaragoza como lugar de vigía y que pasó a regirse por su excelente reloj que se veía desde toda la ciudad de aquellos años tan viejos.

Al poco tiempo de construirse, seguramente por el escaso tiempo que se empleó en hacer el primer cuerpo, se inclinó amenazando caer en apariencia, aunque estudios de aquellos años finales de su vida indicaban lo contrario. 


Los hermanos Anselmo y Pedro Gascón de Gotor realizaron una gran labor en defensa de la conservación de la Torre Nueva de Zaragoza, que finalmente fue derribada en 1892 por miedo de los políticos locales.

Hoy Zaragoza no tiene la más hermosa torre mudéjar, pero queda el joven que la mira, como muestra de que al menos algo existió allí que era admirable. 


No fuimos capaces de levantar nunca mejor monumento, por que toda la Plaza de San Felipe que la envolvía es ya en si misma una pequeña joya en donde hoy no tiene sentido la torre reconstruida.

Una pena que en la Expo del 2008 nadie se haya acordado de darle una nueva vida, entre tantos millones en obras, como al menos un perdón por lo que hicimos hace 100 años.

11.12.06

Igualdad de oportunidades entre Reyes y Papás

Este año me ha tocado diseñar alguna felicitación de Navidad en la que el Rey Baltasar iba en medio, todo un detalle que ya tardaba. 

Para compensar, a Papá Noel lo ponemos en los balcones por triplicado, porque si tiene que trabajar tanto como los tres Reyes, tendrá que tener compañía para no sufrir abuso laboral.

Pero esto de dar pistas a los malos no me gusta nada. Yo sé que los ladrones principiantes están fijándose en qué balcones ponen Papás Noeles colgados, para intentarlo en cuanto llegue la cuesta de enero, que vendrá seguro.

Pero lo que peor entiendo es lo de los chavalillos que estamos liando de mala manera. No me extraña que luego no aprueben la ESO.

¿Qué pensara un chaval de pocos años cuando vea los cientos de Papás Noeles que les hemos colgado por los balcones a modo de Port Aventura, y ve que están allí todos los días quietos sin avanzar con el frío que hace, y para más asco en su piso nadie se cuelga nunca para darle esperanzas? 


Lo tiene que estar pasando fatal. No, no me sirve que le digamos que él es del paquete de los Reyes Magos, porque enseguida se cambiará al ver que los Reyes no están en ninguna parte.

Estos liberales, que es como se llama ahora en fino a los que se dedican a quitarnos el dinero de nuestros bolsillos de manera suave y sin dolor, pero que al final se lo llevan igual, son los que se han inventado a Papá Noel para obligar a los niños a escribir dos cartas. 


Es curioso, ahora que ya no escribimos a nadie, los niños en una semana tienen que escribir dos cartas. Lo que no consigan los neoliberales no lo consigue nadie. Creo que están estudiando fechas para enero, y San Potito de Cerdeña tiene todas las de ganar para ser el tercero en discordia. El Rey de la Rebajas, ya que se celebra el 13 de enero.

6.12.06

La/mi/tu ciudad. Amemos a la cueva que tenemos

La ciudad en realidad simple es la reunión de cuevas, el lugar de asentamiento social, el corral del inevitable animal que llevamos dentro. No sabemos como se organizarán en otros planetas, pero cabe incluso la posibilidad de que no tengan ciudades.
Nosotros estamos a punto de aprender a no tenerlas. Pero tampoco sabemos por qué cambiarlas.

Toda ciudad que se precie de ello debe tener su centro, su plaza, su foro. Su lugar emblemático en donde quedar a verse, en donde identificarse. La ciudad debe tener su "corazón" que sepa latir y transmitir los latidos.

¿Usted…? —¡si, usted que mira para otro lado!— ¿…ha mirado con calma su ciudad y he pensado que igual es interesante amarla un poco más, conocerla y tocarla, disfrutarla y entrar dentro de ella?

Porque las ciudades tienen tripas, y eso es lo más difícil de encontrar pero lo más maravilloso y personal. Las ciudades están llenas de interiores alejados del asfalto.

Los pub debajo tierra y los barrios externos de Londres, los pasajes interiores de Praga o de París, las cafeterías de Roma o algunas tiendas de Barcelona, las callejas o los túneles del Metro de New York son pequeños ejemplos de que se nos escapan las tripas de las ciudades, en donde se vive y mucho.