9.10.14

Los que nos dedican a la política somos los más tontos de la sociedad

Escuchando al Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid a uno le entra miedo, no es imaginable pensar que la sanidad de tantos millones de personas dependan de una persona que opina lo que expulsa por su boca este señor, sin medir las consecuencias que por su cargo tienen sus palabras en medio mundo. Media docena de frases suyas en 24 horas son para enmarcar. Recordemos solo que los profesionales que trabajan en Sanidad pública se eligen por mecanismos que en teoría son muy exigentes y solo deberían acceder los mejores.

Estar en contra de los políticos hace que solo queden los más mediocres. No saber elegir nos lleva a tener una clase política muy empobrecida, peor que gris, incapaz. Hoy escuchaba a este Consejero y a un periodista español forense médico y al representante en España de la OMS. No hay color. La diferencia de conocimientos sobre el tema es apabullante, la distinta manera de informar, de comunicar o de explicarse es inmensa. Pero estoy seguro que ninguno de estos dos doctores ajenos a la política quieren ser ni Ministros ni Consejeros de nada. Van a cobrar mucho menos, van a estar mucho peor mirados, van a tener mucho más trabajo y les van a criticar brutalmente hagan lo que hagan.

Estamos consiguiendo que los peores sean los que manden y gestionen la sociedad. Y encima persistimos en este error. Si faltamos el respeto hacia los gestores, solo quedarán los más tontos y entonces constantemente estaremos criticando CON RAZÓN a los tontos por ser tontos. Cuando no además de tontos sean también ladrones.

El marido de la enfermera con ébola, asomado a la libertad

O España se toma en serio que tiene la obligación de parecer un país europeo o nos mandarán al carajo. Hay imágenes que producen dolor sumado a la idiotez. En esta imagen, el marido de la enfermera ingresada por ébola aparece asomado a la ventana de su habitación. ¿Cómo es posible?

Si está infectado resulta increíble. Pero si está ingresado en espera de saber si lo está o no, es igual. Debería estar vigilado, incomunicado para evitar contagios si los análisis y el tiempo indican que está infectado o no. Mientras no se sepa su estado, si está ingresado no es para curarlo, sino para que NO contagie a nadie. ¿Y qué coño hace asomado a la calle, para que su imagen circule por toda Europa, si está en seguimiento por posible contagioso?

España está quednado reflejada en un charco complicado de defender, más en una actividad de la que creíamos tener una calidad muy alta. La suma de equivocaciones y malas prácticas es tremenda. No leamos lo que sucedió con la ambulancia que la trasladó al Carlos III una vz que ya se sabía que tenía ébola, pues es para ponerse a temblar. Para evitar el pensar que son ganicas de atacar al Gobierno, recomiendo leer el ABC que es conservador, así no cabe pensar que estamos en contra de quien gestiona.

7.10.14

España (y Aragón) es mucho más de lo que se creen la mayoría de españoles (aragoneses)

A veces como españoles nos cuesta seguir creyendo en el país. Entre el asunto del ébola, grave y preocupante por el descontrol que se refleja, y las barbaridades de los tipejos de las tarjetas negras, damos asco e incluso miedo.

El tema del ébola no debe preocuparnos, a poco que sepamos tomar las medidas correctas. España tiene los mecanismos correctos para controlar esta epidemia, de momento en forma de contagio muy localizado, aunque represente una mancha más en nuestra capacidad para gestionar las crisis. Los sanitarios están preocupados sobre todo por que algunos de ellos ya sabían que los riesgos eran altos y la medidas tomadas muy justas. Pero tenemos los medios para no tener que preocuparnos en exceso.

Pero debemos tomarnos muy en serio nuestro sistema de trabajo, de gestión, de comunicación, de creernos que somos un país importante. Damos la sensación de ser un país de pandereta, lleno de idioteces, de personas poco válidas, de ladronzuelos de media altura. Así nunca lograremos salir de esta falta de respeto social que padecemos como país de juerga y de pena, a partes iguales. Y acabar a gorrazos con toda esta inmundicia mediocre, que solo sabe emborracharse de lujos, colorines y sonrisas falsas.

Y de Aragón podría decir lo mismo, pero ampliado un 50% por no ser soberbio.

El ying y el yang de Antonio Garrigues Walker

Antonio Garrigues Walker es de esos políticos que no llegaron a lo que se esperaba, aun habiendo estado a las puertas de todo. Un intelectual, fundador del Partido Liberal en España (PDL)pero sobre todo abogado que trabajó mucho las sinergias entre empresas de EEUU y España. 

Con sus 80 años de edad y la lucidez de su inteligencia, sigue demostrando que sus años en el Colegio Marista le siguen marcando en su forma de pensar, y lo digo por experiencia a veces compartida en la visión de la vida. Veamos una respuesta a un Confidencial.

El libro sobre su vida (Antonio Garrigues Walker) recoge vivencias, personajes e historias, relevantes, pero quizá eso no sea lo importante, sino lo que ha aprendido a través de todos esos acontecimientos y esas vicisitudes personales. ¿Importan más las enseñanzas que los hechos?



Cuando uno cumple 80 años lo primero es preguntarse por lo que ha hecho y abrir la etapa de méritos y culpas. Y uno se da cuenta de que ha hecho cosas bien y cosas mal, y hay que aceptarlo con naturalidad. El ser humano es humano y tiene un lado oscuro y yo cada vez creo más en esa actitud oriental del ying y el yang, según la cual todos los valores contradictorios están unidos en sí mismos. He leído muchos artículos de autores japoneses que tratan con pasión acerca de cómo la luz genera la sombra y la sombra la luz, y todos tenemos este tipo de problemas. Entonces entras en fase crítica en que te das cuenta de que los méritos no eran tantos como creías y que las culpas son bastante más de las que piensas, pero bastante más. Y me refiero tanto a lo que has hecho como a lo que no has hecho. Lo primero que uno descubre es que ha podido hacer mucho más. Tienes éxitos y fracasos y a menudo uno intenta minimizar los segundos y aumentar los primeros, pero llega el instante en que te das cuenta de que ese ejercicio no merece la pena.