12.9.15

Darse la mano es un ejemplo de respeto y ayuda básica y sencilla

Darse la mano, abrazarse incluso, ofrecer tu energía y tu fuerza, tu conocimiento y tu ayuda es una labor de humanos, pero también de animales. ¿Por qué nos cuesta tanto entregar? Todos queremos recibir cuando lo necesitamos, todos queremos dar cuando nos preguntan, pero en cambio no sabemos, no nos enseñan, no practicamos.

Dar la mano es entregar todo lo que tienes, es un respeto básico a tus semejantes, es sobre todo intercambiar sentimientos y ayudas básicas. Es respetar y solicitar que te respeten. Más que suficiente para resolver muchos problemas.

Con Cataluña hablar, sobre todo hablar sin tanto ruido

Todos los que escribimos sobre Cataluña y sobre el momento actual de su engranaje con España tenemos la obligación de saber —como poco— lo básico de lo que está sucediendo entre su sociedad, luego es de entender, que cuando se escriben asuntos inapropiados, inexactos, faltos de sentido real, absurdos incluso, lo hacen o hacemos con las ganas de joder o de tirar hacia nuestro campo de asentamiento.

La Diada de ayer es otro paso más. Quien piense que Cataluña va a ser independiente en un mes se equivoca. Quien piense que no sucede nada se equivoca. Quien piense que por el camino sobre el que avanzamos o retrocedemos, nunca Cataluña será independiente, se equivoca también.

Estos caminos siempre son MUY largos, farragosos, embarrados, complejos de entender y explicar, y según se avanza un paso, se tiende a tener que recular medio. Es el camino trazado, donde las equivocaciones del contrincante valen más que los aciertos propios. Pero esto último no parecen entenderlo en Madrid, incluso tampoco en Barcelona.

9.9.15

César Bona: la empatía, la sensibilidad, las emociones

El profesor aragonés César Bona, nominado en su momento al Global Teacher Prize, conocido como el "Premio Nobel de los Profesores" responde en una entrevista a unas preguntas, en este caso en Heraldo de Aragón. Vemos algunas respuestas.

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En su nuevo libro afirma que existen otras formas de educar basadas en la empatía, la sensibilidad, la resiliencia...

Creo que deberíamos completar la educación teniendo en cuenta algo que forma parte de nosotros y que parece que no cabe en las escuelas: somos emociones y tenemos que mostrar que se pueden dar herramientas para gestionar esas emociones. Es verdad que esto no debería impartirse solo en las escuelas sino en la Universidad, donde van a surgir los futuros maestros y maestras, porque no puedes enseñar a gestionarlas si no sabes manejar tus propias emociones. Hay que dar más importancia a la creatividad de los niños, estimular esa curiosidad. Y eso también implica que a los futuros maestros se les dé la posibilidad de aprender cómo manejar su propia creatividad y su propia curiosidad.

Usted afirma que no hace nada extraordinario, que solo se divierte en el aula. ¿Cuál debe ser el papel de un maestro en la sociedad?

Me divierto porque me gusta lo que hago, porque vivo mi trabajo con pasión. Y eso sería uno de los puntos claves para todos los maestros. No trabajamos en una oficina, un trabajo que obviamente es muy importante, pero nuestra labor consiste en contagiar a los niños también con nuestra actitud. Soy consciente de eso cada día que voy a clase y sé que si trabajo con pasión ellos harán las cosas con pasión. Hay que animarles a ser ellos mismos, a participar en la sociedad para cambiar las cosas a mejor. Creo que la escuela debería ser un lugar donde invitar a los niños, sobre todo, hacia el compromiso social. Si queremos alumnos comprometidos podemos invitar a los niños a ser comprometidos con el medio, con las personas, a mejorar las cosas en esencia.

El profesor César Bona: la empatía, la sensibilidad, las emociones

Otra vez el profesor aragonés César Bona, nominado al Global Teacher Prize, conocido como el "Premio Nobel de los Profesores" responde en una entrevista a unas preguntas en este caso en Heraldo de Aragón. Vemos algunas respuestas.

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En su nuevo libro afirma que existen otras formas de educar basadas en la empatía, la sensibilidad, la resiliencia...
Creo que deberíamos completar la educación teniendo en cuenta algo que forma parte de nosotros y que parece que no cabe en las escuelas: somos emociones y tenemos que mostrar que se pueden dar herramientas para gestionar esas emociones. Es verdad que esto no debería impartirse solo en las escuelas sino en la Universidad, donde van a surgir los futuros maestros y maestras, porque no puedes enseñar a gestionarlas si no sabes manejar tus propias emociones. Hay que dar más importancia a la creatividad de los niños, estimular esa curiosidad. Y eso también implica que a los futuros maestros se les dé la posibilidad de aprender cómo manejar su propia creatividad y su propia curiosidad.

Usted afirma que no hace nada extraordinario, que solo se divierte en el aula. ¿Cuál debe ser el papel de un maestro en la sociedad?
Me divierto porque me gusta lo que hago, porque vivo mi trabajo con pasión. Y eso sería uno de los puntos claves para todos los maestros. No trabajamos en una oficina, un trabajo que obviamente es muy importante, pero nuestra labor consiste en contagiar a los niños también con nuestra actitud. Soy consciente de eso cada día que voy a clase y sé que si trabajo con pasión ellos harán las cosas con pasión. Hay que animarles a ser ellos mismos, a participar en la sociedad para cambiar las cosas a mejor. Creo que la escuela debería ser un lugar donde invitar a los niños, sobre todo, hacia el compromiso social. Si queremos alumnos comprometidos podemos invitar a los niños a ser comprometidos con el medio, con las personas, a mejorar las cosas en esencia.