22.8.16

Mejorar la vida urbana con las Supermanzanas

Las “Supermanzanas” como agrupación de calles y zonas verdes para la conversión del espacio público en más humano y pacificado, ya se presentó en España dentro de algunos programas electorales tanto en el año 2011 como en 2015 (en Zaragoza lo presentó CHA) como una serie de ideas que se estaban planificando desde el urbanismo más moderno, para crear espacios de sosiego urbano, ampliando las zonas verdes, de circulación muy lenta y de acceso restringido al tráfico rodado dentro del interior de los barrios de las grandes ciudades. 

Un concepto diferente de barrio de gran ciudad, que logra dividir, trocear las grandes urbes (se calcula que a partie de las ciudades de más de 400.000 habitnates)  en núcleos menores con vida y personalidad propia, con todos los servicios y con unas divisiones interiores que los pacifican de cara al tráfico. 

Dentro de cada Supermanzana o cada Barrio adaptado a esta idea, existen ya o se crean como nuevos, viales que hacen de envolventes o de circunvalación menor del tráfico, por los que transcurren los servicios públicos de transporte o los vehículos privados que se mueven entre supermanzanas o barrios, sin tener que entrar en ellos más que para la carga y descarga de personas, garajes o mercancías.

Hay que recordar que Ebrópolis ya habla para Zaragoza de estas actuaciones necesarias para el futuro de las grandes ciudades desde el año 1998. 

Y que en parte del diseño urbano del barrio ACTUR de Zaragoza —en ambos lados de la famosa “salchicha”— se han empleados conceptos similares, con calles sin tráfico o tráfico muy restringido junto a otras calles que absorben todo el movimiento de circulación. 


La idea ahora también se está planteando en Barcelona que trabaja sobre los mismos conceptos. El lograr que todos los barrios dispongan de los elementos básicos de vida urbana, como son una Plaza Mayor o similar, unas zonas verdes propias, una integración de los vecinos con “sus” elementos urbanos y de núcleo de convivencia, un comercio de proximidad que sea mayor al básico y al de superviviencia rápida, unos servicios que abarquen todo lo imprescindible y un control del tráfico real y eficaz, pacificando casi en su totalidad todas las calles interiores de los barrios. 

El tamaño idóneo de estas Supermanzanas es de entre 300 a 500 metros de lado en núcleos ya existentes y selecciones lo más cuadradas posibles. En todas las grandes ciudades tenemos ejemplos claros de estos barrios o divisiones urbanas.

Barcelona lo va a intentar con cambios de sentido casi constante de las calles interiores de Gracia para que nadie que sea ajeno al barrio, decida entrar en él para circular y atravesarlo, también con la aplicación de una velocidad máximo de tráfico de 10-20 km por hora

El objetivo es bajar el ruido, la contaminación y los peligros del tráfico excesivo, a costa de comprender entre todxs que los barrios deben ser como los interiores de las localidades menores, donde casi no hay tráfico, donde hay tranquilidad y silencio, donde el peatón ha recuperado la calle. Y peatones somos todxs. Ahora también lo están intentando ciudades como Valencia, El Ferrol, Vitoria o muchas ciudades europeas o americanas.

Todas estas ideas deben ir acompañadas de cambios perdurables en el urbanismo de estas zonas, como son ajustes de la dirección del tráfico, supresión en el interior de los barrios de zonas de aparcamiento, más zonas verdes aunque sean de tamaño pequeño, más mobiliario urbano, más agua en forma de fuentes, más peatonalizaciones de calles bien en su totalidad o en tramos en que sea posible por entradas y salidas de garajes o por carga y descarga, más juegos infantiles y zonas para deporte adaptado a las diversas edades, etc..

No son necesarias grandes inversiones, sino sentido común y decisiones políticas y técnicas de urbanismo moderno, priorizando al niño, al anciano, al peatón. 

Todo ello además con la consiguiente potenciación y cuidado del comercio de proximidad y de los servicios de todo el sector terciario.

21.8.16

Uso intensivo del Parque de Ribera del Ebro en Zaragoza

Un sábado a las 9 de la mañana de un agosto caluroso. Un parque de barrio a las orillas de Ebro. Y podemos comprobar como el uso del ciudadano, es el que da valor a la actuación urbanística. A esa hora las calles de la ciudad están casi vacías. Hay más gente paseando por el parque, andando solo o en compañía, que por las calles asfaltadas. Este es el sentido de los parques, de las vías verdes, y lo que obliga a los ayuntamientos a tenerlos cuidados y en calidad.

Suelo blando, de tierra compactada, diseño zigzagueante para darle imagen de espacio más natural, dando libertad controlada a las especies vegetales para que ayuden en ese trampantojo de que están paseando o corriendo en un lugar natural y no artificial.

Parque ideal para pasear, hacer deporte, o relajarte. Parque con sombra para todas las horas del día. Parque con sentido de uso.

No es humor. Es dolor. Es idiotez casi humana

Los viñetistas, los dibujantes y periodistas de la imagen José María Gallego y Julio Rey nos dejan este dolor en una exposición que en CentroCentro de Madrid nos habla o nos grita contra el maltrato animal. 

Los galgos son encantadores, pero tiene un fallo en su diseño natural. Saben correr mucho y otros animales los emplean cuando son jóvenes para hacer trampas en las apuestas. 

Ellos, los galgos, son los que pagan la incultura de sus bobos y tramposos  dueños casi humanos.

Cubierta verde en Sants. Barcelona. España

La cubierta verde que se ha creado sobre las vías del tren en el barrio de Sant de Barcelona es un ejemplo a tener en cuenta, a modo de los que ya existen en ciudades de los EEUU, como aprovechamiento del espacio superior de las vías férreas, para que, una vez que los trenes de la zona ya no funcionan sobre ellas, no sean una cicatriz cuando menos horrorosa para su entorno, y se puedan crear encima de ellas vías verdes, parques con nuevos diseños y adaptando la masa vegetal a su nuevo concepto de construcción totalmente asentada sobre una base artificial.

Este cajón que ha tapado las vías hasta convertirse en un nuevo parque en altura tiene unos 800 metros lineales y un tamaño total de unas seis hectáreas, actuación urbanística que además sirve para silenciar los ruidos de los trenes y para dar más movilidad a la zona al permitir pasar de un lugar a otro de las vías por más lugares que antes. 

No ha contado con la aprobación de muchos vecinos, que hubieran preferido el soterramiento de las vías del tren, actuación mucho más cara pero que hubiera evitado afecciones a los vecinos de los edificios cercanos, que ahora se encuentran con un parque donde los paseantes están a la altura del tercer piso de las viviendas. Esto es también lo mismo que ha sucedido en por ejemplos New York.


El diseño de este nuevo espacio verde ha tenido en cuenta las necesidades de uso de los vecinos de la zona priorizando el deporte al aire libre, el paseo y la relajación entre las actividades a poder realizar en el nuevo vial verde. Como en toda nueva iniciativa en una ciudad grande, la preocupación de los responsables del diseño es el vandalismo posterior, al ser una zona en alto, de algo más complicada vigilancia y que nace con críticas en la zona por parte de colectivos diversos. La seguridad es imprescindible.

Los árboles plantados para dar sombra han sido tipuanas y séforas. Se ha creado una zona de juegos infantiles y se descartó desde el principio una zona para perros. Los árboles recién plantados no van a dar sombras hasta dentro de unos años, por lo que de momento se han instalado pérgolas que complen en parte esa función. 

La comunicación entra las dos partes del barrio se ha resuelto con dos escaleras mecánicas que suben los 10-12 metros de altura más seis ascensores.

Todas estas actuaciones han creado tensiones entre los vecinos, por las diferentes ideas que se plantearon y también por la especial sensibilidad social de algunas zonas concretas del entorno. 

La idea como nueva zona verde es buena, ya se ha ido planteando en otras ciudades, pero hay que conjugar los costes con los deseos de los vecinos del entorno. Y hacer un seguimiento en estos primeros cinco años para ver de corregir si fuera necesario algunas desviaciones de uso.