15.12.16

Consumo y realidad de la droga en España

Posiblemente cada vez haya más consumo de drogas duras en España. Más consumo de cocaína y otra vez un consumo en aumento de la heroína que se emplea para mezclar o no, pero que entra a Europa desde Turquía producida por Afganistán. Es posible que otra vez y en este 2016, se produzca la epidemia de que la heroína pase por delante de la cocaína en el número de personas consumiendo en España.

Y como todo consumo que está fuera de la ley…, se convierte en una bazofia son controlar por nadie, es decir, por mafias y aprovechados del negocio de la droga. Estamos hablando de unos 35 millones de enfermos drogadictos en el mundo occidental.

Se sabe que el 70% del total de la cocaína que se produce en cuatro países iberoamericanos, entra directamente a España para distribuirse por Europa. Una auténtica barbaridad que se admite en los medios informativos como verdad absoluta desde programas de investigación. Y que la puerta  de entrada de la droga a Europa se realiza desde muy diversas formas, siendo los barcos la forma más alta cuando sucede hacia España.

Y se sabe que la pureza de la cocaína que llega en esos barcos es del 95% aproximadamente, mientras que la que se vende en los suburbios puede moverse entre el 30% en el mejor de los casos para venderse hacia el consumo sobre el 15% de pureza. ¿Quien controla esto, con qué se corta, qué problema de salud tienen añadidos estas manipulaciones? ¿Quien se queda con las ganancias de todo este corte de pureza?

¿Y cuanto negocio mueve la droga, la cocaína en España? Incalculable. Una micra ya cortada para el consumo se vende sobre los 5 euros. Es una décima parte de un gramo. Y es al 15% de pureza. Un gramo saldría a 50 euros. Un kilo a 50.000 euros. Pero al 15%. Estaríamos hablando de unos 300.000 euros el kilo al 95% de pureza sin cortar. Jodo.

Alguien la corta antes de llegar a los mercados suburbiales de venta. Donde por cierto siempre es más barata y más pura que en ningún otro lugar. Allí se está vendiendo a unos 60 euros el gramo, 60.000 euros el kilo, pero al 30% de pureza más o menos. Casi 200.000 euros de un kilo al 95% de pureza.

Pero si bien en estos centros de venta en barriadas muy denigrantes se vende el gramo a 60 euros, si se compra en discotecas puede costar a unos 100 euros el gramo al 30% (casi mortal) o a 50 euros el gramo al 15%. ¿Seguro que es al 15%?

Pero si te ven pardillo, extranjero, chungo, colocado o con pasta, te pueden llegar a cobrar desde 120 euros el gramo a 240 euros o incluso 500 euros el gramo. Jope el negocio escondido, y sin pagar impuestos.

Si somos capaces de asegurar además que en un poblado como el Son Banya en Palma se lleva a vender cada día entre 1 y 2 kilos de cocaína, las dudas son tremendas. ¿Cuánto dinero se mueve? ¿Cuánta droga llega cada día a España de forma ilegal? ¿Cuántas personas van por la calle drogadas, con todos esos kilos que se consumen?

¿De verdad no hay solución a esta enfermedad, pues al final es simplemente una enfermedad, ya que hay muchas personas que caen sin poderlo evitar por su forma de ser y porque una vez has caído en sus garras, ni los médicos en muchos casos pueden curarte?

Son Banya. Historia y errores urbanos de libro sociológico

Vamos a ver un ejemplo de pequeño urbanismo equivocado, el del poblado famoso por sus problemas con la ley llamado Son Banya, asentado en Palma, en la isla de Mallorca, y que contiene todos los condicionantes sobre lo que nunca se debe hacer para intentar lograr los objetivos que se proponían. Por eso mismo, uno debe pensar la posibilidad de que tantos errores son complicados de realizar seguidos y sin parar, por lo que tal vez no falló tanto la planificación, como que tal vez existía un plan determinado para que aquello nunca quedara resuelto de la forma que se pretendía.

El poblado mallorquín de Son Riera, conocido popularmente como Son Banya, y que se levanta todavía ahora junto al aeropuerto de Mallorca y a una zona industrial de Palma, surgió de la necesidad de dar una solución provisional a la problemática de vivienda para la comunidad gitana que se encontraba asentada en el inicio de la actual autopista de Levante.

Con este fin se creó la Asociación Pro Integración de los Gitanos de Mallorca (INGIMA), presidida en su momento por el padre Sabater de los Hermanos Marianistas, que eran titulares y propietarios de los terrenos donde antes había existido un colegio concertado y donde se construyeron —una vez cedido el terreno— un total de 124 viviendas para acoger a una población de unas 600 personas gitanas que en aquel momento vivían en chabolas de madera, hojalata y cartones.

Llevaban ya unos años ayudando a la comunidad gitana en los barrios de El Molinar y el Amanecer, les habían dotado de servicio médico, un ropero de almacén de ropa usada y otros servicios de asesoramiento y atención hacia la población gitana, con profesionales que habían formado desde los Marianistas.

Vivían en unas chabolas inmundas, que el propio Ayuntamiento tiró para dignificar un poco la vida de estas familias que trasladó a Son Riera (Son Banya).

En 1970, INGIMA (Integración de Gitanos Mallorquines) cedió en propiedad al Ayuntamiento de Palma una parte de estos terrenos del hoy Son Banya, y en 1977 el resto de terrenos los cedieron los marianistas a Cáritas Diocesana.  Actualmente, la propiedad de este espacio está compartida entre el Ayuntamiento de Palma y el Instituto Balear de la Vivienda (IBAVI), que en 1995 adquirió la propiedad de Cáritas Diocesana. El pleno del Ayuntamiento, en 1974, creó el Patronato Albergue Son Riera como órgano de gestión del poblado gitano.

Esta imagen es más antigua que la anterior. En la zona izquierda se puede ver el colegio primitivo

Aunque a nivel oficial esta zona de Palma se llama Son Riera, todo el mundo la conoce más por Son Banya por estar cerca de unos terrenos donde había una batería militar con ese nombre. Es una zona —como podemos ver en las imágenes— cerrada, encerrada desde su construcción pues se dejó las vallas del solar de los marianistas, con una única entrada y salida, construido como un auténtico gueto donde se “aparcaba” a las personas que parecían molestar.

Este poblado se construyó como un albergue provisional, para que en un período de 10 años —y trabajando la integración social integral— se lograra que las 124 familias se asentaran entre los distintos estamentos y barrios de la sociedad mallorquina. Nunca se logró.

Las casas contaban en un principio con dos habitaciones, sala-comedor, cocina y un amplio patio individual interior destinado a corral, jardín, huerto o para el uso de animales domésticos. Se puso un alquiler simbólico de cien pesetas mensuales, para crear sensación de normalidad social. Pero enseguida aquella cantidad dejó de pagarse en principio por no tener ingresos familiares muchas de aquellas familias.

Se puso en funcionamiento una escuela, se dotó al poblado de una asistenta social y de una especie de alcalde propio que representara a los vecinos, un administrador que llevaba las gestiones económicas y una persona que se ocupaba de los problemas sanitarios, incluso de un policía municipal que actuaba de mediador si había problemas de relaciones y seguridad.

Se intentó trabajar socialmente desde el principio para que esta comunidad dispusiera de un trabajo estable en fábricas del entorno y de una nueva vivienda adquirida a través de sus propios medios de subsistencia. Se deseaba —equivocadamente— que la comunidad gitana dejara de lado sus propios principios sociales y cambiara todas sus formas de relación con el ambiente, con los suyos, con su propia sociedad, hasta convertirse en ciudadanos iguales al resto. Y todo sin lograrles antes un medio de vida laboral suficiente y estable.

Pero todas las previsiones fallaron, al partir de realidades absurdas. Algunos lo justifican por la crisis económica del año 1973, que supuso un gran retroceso en la labor social del poblado por falta de presupuestos públicos. Pero la realidad nos dice que esto es siempre una labor muy lenta, suave y con trabajos sociales muy complejos de realizar si no hay unas ayudas muy eficaces. Incluso en el caso de lograr que algunas familias cambien su forma de vida, enseguida vienen nuevas personas a ocupar su espacio social. 

En Zaragoza tuvimos el ejemplo en la Quinta Julieta, un poblado realizado de forma muy similar, para derribar el poblado chabolista de la Paz..

Debemos advertir que en sus inicios, el 90% de la población adulta era analfabeta y tan solo un 10% de los hombres del poblado tenían un trabajo estable que les permitiera vivir en condiciones humildes. El resto no tenían trabajo ni posibilidades sociales de encontrarlo. En la actualidad todavía hay un 40% de analfabetos entre sus 400 habitantes. Se cree que unas 22 familias se dedican directamente a la venta de droga de diverso tipo y se sabe que cada día entran más de 800 coches al poblado a comprar droga, mientras la policía está en la entrada al recinto, vigilando que “fuera” no suceda nada y controlando cuando así recibe la orden, quien entra y sale. Parte (no todas) del resto de familias colaboran como vigilantes, o ayudando en tareas sucedáneas.

En la actualidad aquellas casas son auténticos bodrios habitacionales, chabolas insalubres, donde se hacinan ancianos, padres e hijos, y donde la realidad de la droga es más un grave problema incluso para ellos, que un negocio tremendo como muchas veces se nos hace ver. Las familias venden droga que compran antes, su rentabilidad está en la diferencia entre lo que pagan, lo que consumen y lo que venden. La miseria es una constante tremenda e indigna. Las casas están interconectadas unas con otras, para facilitar el paso entre ellas y poder huir o esconderse. Algunas pocas familias sí tiene un gran negocio, pero la mayoría de las personas que allí malviven, son personas que no tienen donde ir, esperando simplemente el final. Hay que señalar que unas pocas grandes familias del poblado disponen de propiedades fuera del mismo, que adquieren con las ganancias de las drogas, y que no utilizan para vivir pues el poblado es “su empresa” y que dejan para sus hijos.

A partir de la década de los años 80 la droga entró totalmente en la vida del asentamiento y se convirtió en un mercado consentido, sin solución social de continuidad, siendo un lugar tremendamente increible para cualquier trabajador social que llega por primera vez y no logra entender tanto abandono, tanta inmundicia, tantos errores constantes. La basura se amontona, las enormes ratas viven con las familias y los niños en muchos casos viven sin escolarizar correctamente. La droga sigue matando.

Se ha intentado entregar viviendas dignas a las familias que desearan abandonar Son Banya, pero solo 15 de estas abandonaron el poblado a cambio de pisos en 2010 y sus chabolas fueron derribadas. Familias sin ingresos que efectivamente, no se dedicaban a la compra venta de droga.

Pero la realidad que no se quiere ver es otra. Todas las grandes ciudades necesitan tener “culo”; los habitantes de Son Banya aunque estén rodeados de ratas no quieren vivir fuera de allí y no quieren irse; los sistemas de seguridad tienen “encerrados” con tapias admitidas a lo que consideran un “mercado ilegal” donde todo el que entra y sale es claramente identificado si así lo quieren hacer los policías.

Es el culo interno de la ciudad. Fuera de las vallas está la limpieza y la fiesta, dentro puede estar moviéndose toda la mierda social. Como sociedad, admitir esto es tremendo, pero es real. Llevamos décadas sin solución, simplemente porque no se quiere, o porque se sabe que según qué tipo de soluciones, es sólo trasladar el problema de sitio. Simplemente cambiar el culo de ubicación.

Hoy se calcula que cada día se “factura” todavía unos 80.000 euros en droga vendida para una población de toda la isla de Mallorca, de mucho turista, vicio y fiesta. Tanto cocaína como heroína, se surte a toda una isla que vive en yates, en discotecas de fiesta o de un turismo que viene al desenfreno total. Es un entramado donde cada escalón va sacando su propio beneficio. La presión de los medios está logrando en los últimos años que Son Banya se está encogiendo como punto de venta de droga, simplemente por haber salido hacia otros lugares —con menos control policial y de los medios de comunicación— los puntos de venta.

Van quedando familias que viven de la chatarra, de las ayudas sociales a cambio de que lleven a sus hijos a los colegios, y la falta de calidad digna en la vida de la personas hace que tras 50 años de su puesta en funcionamiento, aquel proyecto se esté muriendo lentamente, muchas veces sin luz, siempre sin agua caliente en muchas casas, con mucha suciedad, con poca salud social y personal, sin lograr la integración necesaria y demostrando que es un fracaso el proceso de encerrar en un gueto a las familias que no están adaptadas al sistema social habitual. Hace falta mucha más formación social, educacional, laboral, integrar a las mujeres de las familias como líderes de estos procesos, dignificando la vida de las personas pero dotandolas de posibilidades reales de tener ingresos y trabajo estable con arreglo a sus formas de vida y de sociedad.

14.12.16

Manifiesto de liberación afectiva masculina


Imagen del excelente fotógrafo Jorge Molder
Algunos hombres, cansados de la reprensión emocional a la que han sido sometidos por la cultura y en parte por valores poco humanistas, y repudiando además la estructura patriarcal con la que han sido educados, se ven obligados a transmitir, expresar y estipular las siguientes normas de libertad emocional:

Tener derecho a:

1.     Sentir miedo
2.     Ser débiles y pedir ayuda cuando lo estimen oportuno
3.     Cometer errores y no saber qué hacer
4.     Fracasar económicamente, ser pobres y no experimentar el ocio de manera intensa
5.     Vivir en paz, negarse a la agresión y a la guerra, y por supuesto a todo tipo de violencia interna y extrema
6.     Emocionarse y expresar sus sentimientos positivos ya sea física o verbalmente
7.     Estar más tiempo en familia y participar de forma activa en la crianza de los hijos
8.     Comunicarse de forma efectiva con los demás hombres y fomentar la amistad masculina sin rivalizar ni competir
9.     Disfrutar del sexo sin ser considerados adictos sexuales
10.  Poder fallar como reproductores e incluso a no transmitir el apellido
11.  Tener una sexualidad más afectiva y amorosa
12.  Intentar ser más fieles.

Basándonos en estas reivindicaciones, bien podría decirse que es lógico que los hombres reivindiquen ser débiles o tener miedo ¿Por qué no va a llorar un hombre? ¿Acaso que un hombre se equivoque es fatal?

Vivimos en una época en la que tanto el hombre como la mujer trabajan en muchos casos fuera de casa y a veces la esposa puede tener una situación más estable que el marido, y no por eso el hombre debe sentirse peor. Un matrimonio o convivencia es una unión donde todo se comparte. Incluso puede ser que la esposa trabaje y el hombre no tenga trabajo ocasionalmente y se dedique a cuidar de sus hijos y del hogar.

No por ser niño hay que jugar con pistolas y matar indios, o convertirse en alguien agresivo con más fuerza que nadie. Hay hombres, MUCHOS, que rechazan la violencia y no nos debe parece extraño, ¿por qué? Y digo esto porque en la última concentración contra la violencia de género escuché a una señora decir que le parecía raro que hubiera tanto hombre. Ese es una gran parte del éxito.

El hecho de ser hombre no implica pensar siempre en el sexo, y desde luego y como a todo ser humano, quieren disfrutar de ese momento, hacerlo placentero y si un día fallan pues no pasa nada. Nosotras a veces fingimos orgasmos y tampoco está bien ¿no?

Concluyendo: no me gustan los tipos duros, quiero que se muestren como son, y si hay que emocionarse, pues que lo hagan, y si quieren dar un biberón en público pues perfecto.

Y desde luego se pueden equivocar, tener miedo de muchas cosas, y ser románticos. Esto no les convertirá en menos hombres, todo es una manera de pensar equivocada y anticuada.

Laura Puente Ajovín

Crisis en comercios de barrio en grandes ciudades

No nos cabe duda alguna a los que trabajamos algo los comportamientos de la sociedad, que el comercio local o de proximidad, el comercio de barrio, lo está pasando muy mal si existe…, o ya ha cerrado de forma inevitable por sus pérdidas. Y lo que es más grave y demostrable. No se abren nuevos comercios locales o de proximidad en los barrios, y menos gerenciados por personas jóvenes del propio distrito. No hay pues recambio generacional…, en excesivo número de casos.

No encaja nada bien el proteccionismo al comercio necesario de mantener como elemento vital en barrios y la idea que va en aumento del libre comercio puro y duro. Dicen algunos teóricos que el mercado todo lo arregla con una mano invisible. Pero muchas veces lo resuelve destrozando, cerrando, por evolución hacia la rentabilidad pura y dura. Aunque hay otra rentabilidad que no se mide, que no queremos medir, y que no somos los vecinos de los barrios capaces de mimar con nuestras decisiones de consumo, y eso nos lleva a la desaparición de los comercios de pequeños y de proximidad.

Falta pedagogía, pues un comercio en un barrio es algo mucho más importante que un lugar donde se vende y donde solo el precio de los productos es lo que nos debe motivar para comprar o no comprar. Los barrios necesitan un tejido privado que nunca los poderes públicos pueden crear. Y lo necesitan para mucho más que para comprar y vender.

Los pequeños comerciantes del barrio desaparecen, y van quedando solo las grandes cadenas del mercado distribuidor, que se adaptan al tamaño que se puede convertir en rentable en cada zona de influencia. Un híper, un super o una tienda grande. Pero solo una. Y para ello han logrado cerrar 10, 20, 100 tiendas pequeñas. 

El consumidor puede seguir comprando pues a estas grandes superficies les gusta tu dinero como consumidor, pero a costa de un precio excesivo para la vida y seguridad pasiva del barrio. Sin tener en cuenta, de que cuando ya no tengan competencia pueden jugar a marcar precios y servicios.

Los barrios necesitan seguridad pasiva a costa de movimientos de las personas por todo él. No sirve para lo mismo un local de 4.000 metros en una esquina exterior del barrio. El bienestar del barrio se obtiene a costa del movimiento de los vecinos. Y si se cierran los comercios y tiendas clásicas del barrio, los bares o los espacios de intercambio, sabemos perfectamente qué sucederá.

Los ejemplos de los barrios en las grandes capitales europeas son clave. Veamos qué sucede en Londres como ejemplo sencillo de entender. Cuando no son los colectivos pakistaníes lo son los chinos los que se apoderan de todo el comercio local del barrio. Sin duda es mucho mejor que el cierre, pero es otra forma de entender el comercio de proximidad, pues emplean sus propias reglas comerciales, de horarios, de productos, de servicios.

La carencia de estos servicios y comercios de proximidad disminuye el tamaño de la vida comunitaria del barrio. Se consumen los productos y marcas que nos indican las grandes cadenas de distribución y a precios marcados por sus propios sistemas de distribución de compra y de venta. 

Los beneficios que les dejamos como consumidores no se quedan en “un” barrio, sino en ciudades muy alejadas de nosotros. Los impuestos locales están manipulados legalmente, y las sinergias entre barrio y comercio dejan de existir.

¿Solución? Sin duda debe ser nuestra, como consumidores, eligiendo con más inteligencia social dónde compramos; también suya como propietarios de los comercios que todavía sobreviven y que deben adaptarse a las nuevas tendencias comerciales; y de las instituciones locales que deben saber trabajar la discriminación positiva como elemento vertebrador de un territorio llamado barrio.