3.11.17

Mercado laboral en España. No nos engañemos

El empleo ha perdido en España con esta crisis perfectamente diseñada, todo el valor de seguridad que había conseguido con años de lucha de los hoy casi jubilados. A los jóvenes les estamos dejando un mundo laboral que es una selva. Y todos somos responsables de esto, pero callarnos o por mirar hacia otro lado. Por ese egoísmo idiota de creer que no van con nosotros las reformas.

Lo curioso es que nos han logrado meter el virus de que no hay otra forma de salir de esta crisis, que jorobando el mercado laboral, algo que en otros países no ha sido así. Pero el marco mental del “trágala” ha funcionado muy bien, y mientras crecen los beneficios para unos pocos a velocidad de miedo, bajan los salarios, aupados por el miedo a perder el mal trabajo que tenemos.

Lo que nadie quiso suponer ya se está produciendo. El empobrecimiento del país, de la sociedad, afecta a (casi) todos. También a los que lo han provocado, al tener menos seguridad en la sociedad, menos consumo, menos inversión, menos actividad, menos impuestos.


2.11.17

La ciudad del futuro, que hay que edificar en el presente

Todos queremos que nuestras ciudades sean esos lugares perfectos para vivir, pero admitimos que los crecimientos desmedidos de las últimas décadas juegan en contra de lo que pensábamos que iban a convertirse las ciudades.


Pero no todo es negativo en los cambios de las ciudades, hay esperanza de revertir los problemas y convertirlos en transformaciones urbanas positivas. Veamos algunas pinceladas en bruto de los problemas y soluciones que tenemos encima de las ciudades en estos años de cambios y crecimientos.


Sin duda las ciudades deben ser lugares sostenibles, sanos, sin contaminación, donde vivir no represente un problema añadido. Y para ello debemos trabajar en algunas acciones que tal vez no admitamos con facilidad.


Una de ellas es la reducción clara y contundente de la contaminación por empresas dentro de las ciudades y por el uso excesivo de vehículos contaminantes dentro de nuestras calles. Los vehículos públicos deben ser eléctricos, los privados deben utilizarse menos y los privados de transporte y carga deben tender a ser mixtos o eléctricos.


El ruido es contaminación, es pérdida de calidad de vida. Y es un ataque a nuestra salud. Hay que controlarlo y bajar su intensidad. En la misma medida en que dentro de unos años seremos capaces de modificar aunque sea levemente las temperaturas extremas de las ciudades y si humedad inadecuada. Hoy esto nos parece imposible (y lo es) pero se trabaja sobre microclimas y el efecto que todas las piezas de la ciudad tienen sobre el clima de su interior.


Las viviendas son el elemento clave de las ciudades. por eso es fundamental que todos estos cambios entren precisamente primero en las viviendas. Mejor aislamiento, más control y eficacia en las temperaturas y humedades interiores, pero todo de forma mucho más sostenible para la comunidad.


Una ciudad es sobre todo una sociedad. Una ciudad son personas.


Por eso lo fundamental en toda ciudad, tenga el tamaño que tenga, es volver a sistemas de seguridad pasiva ente todo tipo de problemas, sean de salud, de trabajo, económicos o de seguridad ante ataques externos. Las ciudades deben organizar sistemas de seguridad que abarque mucho más que la delincuencia. El ciudadano debe sentir que la ciudad le arropa, como en las tribus ancestrales sabía que el conjunto de vecinos le iba a arropar cuando lo necesitara.


La movilidad es cada vez más necesaria al ser las ciudades cada vez más grandes. Para ello es imprescindible diseñar sistemas de movilidad que sean sostenibles en cuanto a contaminación y precio. La movilidad urbana es un derecho, y como tal debe ser facilitado de forma pública, a costa de impuestos a otras actividades humanas.



Una ciudad debe tener elementos naturales dentro de su diseño. Cada vez es más necesario disponer de grandes zonas verdes para el descanso y el cambio emocional. Pero cada vez es más habitual en las grandes ciudades, dentro de los barrios, pequeñas islas naturales para el reposo (muy normal en ciudades del centro de Europa). 

No son los clásicos parques de barrio, sino diseños en relieve de escenarios (casi) naturales. No son parques planos, sino construcciones para engañarnos de que la naturaleza la tenemos dentro de nuestras calles. Y donde se deja que la naturaleza haga su trabajo de crecimiento desordenado. Son zonas pequeñas de no más de 500 metros cuadrados, a veces cerradas a ciertas horas, donde se logra la sensación de estar en "otro mundo", de haber llevado el campo al centro del barrio.


La conexión entre (y dentro de) ciudades es fundamental. No es posible en el siglo XXI pensar en ciudades donde no sea sencillo comunicarse con el exterior de forma rápida y con todo tipo de herramientas presentes y futuras. La comunicación virtual es el elemento que todavía hoy no valoramos en su justa medida. Hay que poder viajar con facilidad, de forma presencial o de forma virtual para multiplicar la información y el conocimiento.

Las ciudades deben ser lugar de cultura, de ocio, de conocimiento compartido, de intercambio de sensaciones

Hay que diseñar las ciudades pensando en su rentabilidad humana. Es cierto que además deben ser sostenibles y rentables a la hora de construirse. Pero el elemento de calidad lo ofrece el que sean ciudades humanamente diseñadas. Ciudades bonitas, agradables, con luz y silenciosas, verdes y limpias, seguras y amables, fáciles y con todos los servicios a la distancia mínima para poder ir caminando hasta ellos. Ciudades que sepan integrarse en su entorno, que transmitan calma y paz, que tengan en su interior muchas pequeñas islas de relaciones entre personas, de entender la ciudad del siglo XXI como una continuación de las organizaciones rurales donde el sol era una parte imprescindible de la vida.

NOTA.: Un arquitecto amigo, Guillermo Corral, especialista en proyecto urbano y paisaje, ha leído el texto anterior y me ha remitido unos pequeños comentarios que ceo muy interesantes añadir.





31.10.17

Enseñar seguridad en los niños y preescolares

Los niños tienen que sentirse seguros desde que nacen. Pero sobre todo hay que inculcarles seguridad propia, que ellos se sientan seguros porque se sientan capaces. Y eso tan abstracto deben tenerlo desde que nacen. Para ello hay que comenzar desde incluso antes de nacer por inculcarles de forma activa o pasiva esa seguridad propia.

Los niños deben ver y tocar cuantas experiencias puedan. Tocar, interactuar, relacionarse, oír, escuchar explicaciones que posiblemente no entiendan todavía al completo, diferenciar y comprender de causas y efectos, y tener libertad para equivocarse y levantarse, sabiendo que siempre hay alguien que le puede ayudar sin amenazas, sin castigos, sin miedos.

A los niños hay que controlarlos, hay que ponerles límites, deben entender que hay cosas que no se deben hacer. Y para ello como educadores padres debemos ser firmes y constantes, nunca violentos pero sí coherentes en nuestra explicación. Explicar los motivos no es ceder ni dar caminos para enseñarles a salirse de ellos.

Y a los niños hay que inculcarles, a veces con dificultad, que deben saber controlarse. De forma física y de forma verbal. Controlar el cuerpo, la voz, las palabras, los gritos, las patadas, el morder. Y para eso hay que ser ejemplo claro. Ellos sobre todo miran y aprenden de mirar y ver comportamiento de “otros”. Muchas veces de nosotros.



Desayunos correctos y saludables

Iniciar el día con un simple vaso de leche o un zumo es un error importante para la salud. Es tan grave como fumar, tener el colesterol incontrolado, beber alcohol en exceso o ser un sedentario sin ánimo de cambio. Hay que desayunar fuerte, o como poco hay que tomar proteínas, hidratos de carbono, líquidos y fibra.

Empezar el día requiere que nuestro cuerpo se active en todas sus partes, se ponga internamente a trabajar, se “despierte” del todo. Y para ello hay que iniciar la primera digestión del día.

Aproximadamente el 20% de la personas desayunan correctamente, lo cual es una cifra bajísima. Hay un 70% que desayuna “casi” bien pero poco o sin el suficiente valor energético como para que se inicie el día interno de forma correcta. El restante 10% es un desastre.

Cereales, fruta o zumos naturales, café o té, lácteos o yogurt, huevos, frutos secos o cereales mejor si son integrales, fiambres de grasas aceptables como los jamones de todo tipo, panes, un pequeño bocadillo, etc. serían los alimentos básicos imprescindibles. Eso sí, naturales. 

No vale ni los zumos que no sean buenos y de verdad, ni la repostería industrial, ni alimentos muy elaborados o embutidos muy grasos. Y recuerda que hay que hidratarse, que llevas 8 horas sin tomar líquidos.

No debemos mezclar desayunos salados y dulces en la misma jornada, excepto que tu estómago lo permita bien. Y desayuna con calma, con su propio tiempo, sentado y nunca de pie. Y estos consejos son más importantes en la niñez y juventud y en la tercera edad.