1.2.18

Por una teta y media, 24 horas sin estar en las redes. ¡Guay!

Me han censurado, luego existo. La máquina americana que busca tetas ha pillado mis portadas de Interviú y Tiempo recordando su cierre, y me ha metido 24 horas al congelador bloqueado. Se me escapó una teta en blanco y negro y me han pillado. Maldito siglo XXI.

Lo curioso es que en el mismo blog que habla de los años de la Transición española, unas pocas horas antes, había publicado la fotografía de un general del Vietnam matando de un disparo en la cabeza a un guerrillero y por esa imagen no me han dicho nada. Les ha parecido bien. Lo entiendo. El peligro de una teta es mucho mayor que el de un disparo en la cabeza.

Por cierto ¿se puede escribir teta o también está prohibido para Facebook? El caso es que estoy acojonado. ¿De qué se puede hablar, qué puedo republicar? ¿Se puede decir republicar (de volver a publicar) sin que salten las alarmas? 

Joder, yo que vi mi primera película pornográfica en 1971, me encuentro que con todos los avances hacia atrás…, no me dejan publicar la portada de una revista 47 años después de aquellas sesiones golfas en un local de la que entonces se llamaba plaza de José Antonio Primo de Rivera.

¡Pues sí que hemos avanzado! 

Por cierto, que me he equivocado, no se ve una teta sino teta y media.

Tras asesinar a Tiempo e Interviú, todo es más soso

Es mentira que hayan muerto las revistas Tiempo e Interviú. Las hemos matado. Entre todos, entre nosotros. Yo también. Una revista o un periódico o una marca de yogures se matan dejándolos de comprar. Luego nos podemos inflar a decir que eran insustituibles, que eran buenísimas o que hicieron un papel en la sociedad que ya nadie va a cubrir. Pero la verdad es que las hemos matado entre todos.

España pierde libertad con la muerte por asesinato de las revistas Tiempo e Interviú. La mojigatería imperante ha logrado lo que no lograron las derechas salvajes de los 70. 


En tiempos del inicio de la Transición, surgieron decenas de revistas de humor con viñetas de carácter erótico o directamente casi pornográfico, con dibujos de parejas (o más) haciendo cochinadas con sus cuerpos y sus frases. Y aquello se hundió. Hoy sería impensable que ningún loco osara dejarlas nacer. Y sin censura estamos. No hace falta.

Los censores somos nosotros. El gran censor es internet con sus multiplicaciones virales y el robo de nuestro tiempo libre viendo la polla del negro de Whatspp o los niños que se caen con los perros graciosos. Todo es plástico. Incluso el negro de Whatspp.

Tiempo e Interviú han logrado sacar a la calle sus últimos números, en blanco y negro y rojo sangre, con un total de 332 páginas. Con dos tristes alegrías del trabajo bien hecho. Antes cerramos entre todos La Codorniz, Andalán, Hermano Lobo, Por Favor, Vívora o muchas otras, pero lo importante es que sigamos pegados a lo gratis.

Lo gratis no es gratis. Lo que sucede es que el precio que pagamos por ello no lo notamos, pues estamos aborregado. Lo siento, chicos.

En las guerras todos son malos. O peores

Hay muchas imágenes que han escrito la historia. En la misma medida en que la historia la escribimos los hombres casi siempre con nuestras barbaridades. Era el 1 de febrero de 1968, hace ahora 50 años, cuando el fotógrafo Eddie Adams realizó esta fotografía en el instante preciso de la ejecución en plena calle de un guerrillero del Vietcong a manos de un general aliado de los EEUU.

El general survietnamita Nguyen Ngoc Loan, había detenido en Saigón a Nguyen Van Lem de 36 años, guerrillero con tres hijos. Aquella muerte en plana calle del barrio chino supuso un punto de inflexión mundial, pues la imagen se repartió por entre las sociedades para que cambiaran su sentido de apoyo. Ya no solo los comunistas del Norte eran los malos, sino que los del Sur podían ser igual de violentos y de canallas.

Posiblemente Van Lem había matado a otras personas, al igual que el general Ngoc Loan, pero aquella era especial, pues la vimos todos a la vez. Varios años después el fotógrafo Eddie Adams escribía: “Gané un Pulitzer en 1969 por la foto de un hombre que disparaba a otro. En esa foto murieron dos personas: el que recibió la bala y el general Nguyen Ngoc Loan. El general mató al Vietcong; yo maté al general con mi cámara”.

En 1975 acababa la guerra del Vietnam con 1,3 millones de muertos, la mitad de ellos civiles, y 58.000 estadounidenses caídos en combate. Una guerra que nunca ganaron los EEUU ni en el campo de batalla ni en el campo social del apoyo de sus propios ciudadanos ni del de otros países que no entendían tanto destrozo de ciudades y de civiles, por un empecinamiento sin mucho sentido.


Aquella guerra supuso también para los españoles la constatación de que el poder podía ser terrible en manos de terribles. Y una repulsa mental contra la violencia y el militarismo, que hasta no hace mucho duraba entre los españoles.

Ana Rosa 1 - Puigdemont 0

"Volvemos a vivir los últimos días de la República catalana" "El plan de Moncloa triunfa. Sólo espero que sea verdad y que gracias a esto puedan salir todos de la cárcel porque si no, el ridículo histórico, es histórico... Supongo que tienes claro que esto se ha terminado. Los nuestros nos han sacrificado. Al menos a mí. Vosotros seréis consellers (espero y deseo), pero yo ya estoy sacrificado tal y como sugería [Joan] Tardà".

"No sé cuánto me queda de vida (¡espero que mucha!). Pero la dedicaré a poner en orden estos dos años y a proteger mi reputación. Me han hecho mucho daño con calumnias, rumores, mentiras, que he aguantado por un objetivo común. Esto ahora ha caducado y me tocará dedicar mi vida a mi propia defensa".

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Telecinco y el programa de AR (Ana Rosa Quintana) ha protagonizado uno de esos momentos históricos —pues mueven la historia de las situaciones— con la captura de unos mensajes que el Presidente cesado de Cataluña Carles Puigdemont, mandaba desde Bruselas a otro de los compañeros fugados a Bruselas, el exconseller Comín.

Sin duda y aunque se den todas las explicaciones posibles e imposibles, hay noticias, fotografías, sensaciones, que mueven las historias. Transicionan de una posición a otra, donde las sociedades se mueven con ellas.