Cuando hablamos de ciudad compacta se nos viene a la mente imágenes de ciudades como New York, ciudades muy verticales, que emplea poco espacio para meter a muchas personas. La verdad es que ese New York que tenemos en el imaginario es parcialmente algo falso. Casi todos estos enormes edificios no son viviendas sino oficinas. Aunque también en las fábricas y en las empresas de servicios hay que trabajar la compactación urbana. Hace casi un siglo ya se inventaron en Barcelona los edificios de varias plantas con fábricas diversas en cada una de ellas, y construidos con las características para ser fábricas en plantas diversas, soportando peso y diseñadas para usos industriales.
Pero volvamos a New York. Que estas enormes construcciones sean oficinas no quita nada a la reflexión. ¿Cuánto espacio ocuparían las mismas empresas en edificios de 4 alturas? Cuanto más espacio se necesitan más distancias recorridas, más y mejores transportes, más coste y sobre todo más tiempo de las personas para desplazarse.
Sigamos allí. En estas calles hay de todo para sus usos, sin moverse excesivamente. Tanto para las empresas de servicios como para los turistas que también ocupan estos espacios con normalidad. Tiendas, lugares de ocio, comercios, museos y zonas verdes. Muchas zonas verdes. Los habitantes de estos espacios tan verticales disponen de toda la calidad de vida de una ciudad horizontal o incluso mucho más. Quién ha visto ciudades horizontales sabe que allí hay pocos comercios, que las distancias para comprar o realizar ocio con más personas son muy grandes y que la soledad en las calles es una constante que a veces incluso asombra a los que venimos de ciudades verticales.
La sostenibilidad de las grandes ciudades es hoy imprescindible. Y para ello hay que ser capaces de ofrecer las ventajas de las ciudades horizontales, que las tiene, en ciudades diseñadas de forma vertical. Por ejemplo con viviendas de más tamaño y con posibilidades de disfrutar del aire libre en cada edificio, con terrazas comunales o terrazas individuales que nos hagan salir de la vivienda sin dejar de estar dentro del gran edificio.
6.3.18
En la ciudad los ricos son más ricos y los pobres más pobres
Las ciudades siempre han sido el lugar de concentración social, de reparto de posibilidades, de integración cultural y económica, de escaparate donde se cultivan todo tipo de posibilidades de la sociedad. Pero no siempre la distribución de estas oportunidades está ni bien repartido ni con un acceso a un sorteo…, sin trampas.
Siempre la ciudad es también la auténtica máquina que ejerce la diferenciación social, la que actúa de separadora de clases, de distribuidor de las posibilidades, de reparto de poderes. Es pues la ciudad un elemento imprescindible que ejerce de doble rasero. Sirve para repartir, pero decide a quien quiere repartir.
Los ricos y pobres son más ricos y pobres en las ciudades que en los pueblos o localidades pequeñas. Cuanto más grande es una ciudad más ricos son los ricos y más pobres son los pobres. Más posibilidades tienen lo ricos y menos los pobres para poder salir de su pobreza.
Lo que muchas veces no sabemos, y si lo intuimos no lo detectamos con claridad, es que en las ciudades hay zonas de uso exclusivo, sitios excluyentes y clasistas, donde los más ricos se juntan de ricos para seguir siendo ricos sin que lo notemos los demás. Sobre todo si los demás somos pobres o como poco no estamos a “su” altura social.
En una gran ciudad a los pobres los podemos encontrar con facilidad. Los vemos. A los ricos nos cuesta mucho detectarlos. Hay clubs, espacios cerrados, urbanizaciones encerradas, sitios de ocio exclusivos, colegios incluso que son “diferentes”. Los intuimos, pero no los penetramos. Ni nos dejan, pues lo evitan con gran coste en seguridad privada activa o pasiva. Y esto sucede en todas las ciudades grandes. Incluso en las nuestras, en la mía, en la tuya.
Siempre la ciudad es también la auténtica máquina que ejerce la diferenciación social, la que actúa de separadora de clases, de distribuidor de las posibilidades, de reparto de poderes. Es pues la ciudad un elemento imprescindible que ejerce de doble rasero. Sirve para repartir, pero decide a quien quiere repartir.
Los ricos y pobres son más ricos y pobres en las ciudades que en los pueblos o localidades pequeñas. Cuanto más grande es una ciudad más ricos son los ricos y más pobres son los pobres. Más posibilidades tienen lo ricos y menos los pobres para poder salir de su pobreza.
Lo que muchas veces no sabemos, y si lo intuimos no lo detectamos con claridad, es que en las ciudades hay zonas de uso exclusivo, sitios excluyentes y clasistas, donde los más ricos se juntan de ricos para seguir siendo ricos sin que lo notemos los demás. Sobre todo si los demás somos pobres o como poco no estamos a “su” altura social.
En una gran ciudad a los pobres los podemos encontrar con facilidad. Los vemos. A los ricos nos cuesta mucho detectarlos. Hay clubs, espacios cerrados, urbanizaciones encerradas, sitios de ocio exclusivos, colegios incluso que son “diferentes”. Los intuimos, pero no los penetramos. Ni nos dejan, pues lo evitan con gran coste en seguridad privada activa o pasiva. Y esto sucede en todas las ciudades grandes. Incluso en las nuestras, en la mía, en la tuya.
5.3.18
El señor del café frío a medio consumir
En mi calle tengo a un señor mayor en silla de ruedas que es el paradigma de la escultura humana. Mayor=Escultura=Soledad. Un señor sin color pero que es imprescindible en esa esquina concreta. Sin él, no existiría la esquina.
El hombre siempre está al sol —creo que incluso en los días nublados él sabe encontrar un sol propio al que asomarse— sentado en el exterior de una cafetería junto a un frío café a medio consumir y un puro apagado.
Allí no se mueve nadie. Ni a las 8 de la mañana ni a las 11 del mismo día. Si acaso el sol, y no queda claro que se desplace ante esta situación. El café siempre está a mitad del vaso de cristal de Duralex, el puro nunca se acaba de consumir y el señor mira siempre hacia delante, que es su futuro pero no es el futuro.
No sé qué piensa, pero estoy seguro que piensa. Y el café quiero comprender que es diferente cada día, y que no es el medio café repetitivo y helado que aparente ser un café. El puro lo chupa.
La soledad es parte de la imagen. En aquella esquina no hay velador de cafetería. Esa mesa de aluminio gris es para él. La silla de ruedas la trae el cliente de casa. El puro está más veces en la boca que en la mano. Nunca nos mira, pero siempre está mirando.
Yo cada vez que paso por la esquina observo para ver si sigue allí. Sé que un día no estará. Y ese momento será de incertidumbre. Volveré a mirar varios días más por si es gripe. Y un día sé que la propia cafetería retirará la única mesa de su esquina. Todo será mucho más aburrido.
El hombre siempre está al sol —creo que incluso en los días nublados él sabe encontrar un sol propio al que asomarse— sentado en el exterior de una cafetería junto a un frío café a medio consumir y un puro apagado.
Allí no se mueve nadie. Ni a las 8 de la mañana ni a las 11 del mismo día. Si acaso el sol, y no queda claro que se desplace ante esta situación. El café siempre está a mitad del vaso de cristal de Duralex, el puro nunca se acaba de consumir y el señor mira siempre hacia delante, que es su futuro pero no es el futuro.
No sé qué piensa, pero estoy seguro que piensa. Y el café quiero comprender que es diferente cada día, y que no es el medio café repetitivo y helado que aparente ser un café. El puro lo chupa.
La soledad es parte de la imagen. En aquella esquina no hay velador de cafetería. Esa mesa de aluminio gris es para él. La silla de ruedas la trae el cliente de casa. El puro está más veces en la boca que en la mano. Nunca nos mira, pero siempre está mirando.
Yo cada vez que paso por la esquina observo para ver si sigue allí. Sé que un día no estará. Y ese momento será de incertidumbre. Volveré a mirar varios días más por si es gripe. Y un día sé que la propia cafetería retirará la única mesa de su esquina. Todo será mucho más aburrido.
4.3.18
Pensiones en Suiza. Sistema del futuro
El problema para los futuros pensionistas no será el que hay muchas personas en edad de estar jubiladas, y de que la tasa de reposición sea baja. El problema es que los que estén en edad de trabajar no van a tener trabajo ni van a cotizar lo suficiente, pues serán trabajos precarios, discontinuos, mal considerados en global. Hablo de media, pues efectivamente siempre existirán trabajos bien pagados y considerados.
El problema es que la cantidad de trabajo va a bajar aún más, por la robotización de los trabajos industriales e incluso de servicios. Estamos destruyendo puesto de trabajo todos los días. Primero vino la deslocalización para abaratar costos, seguido de la globalización de los mercados, mientras crecían las nuevas tecnologías que acababan con sectores enteros de la producción. Hay oficios de hace 25 años que hoy no existen.
La sociedad tendrá que buscar soluciones a la falta de trabajo. Crear trabajos ficticios, trabajos que hoy no existen, servicios que no se hacen. Pues a las personas hay que tenerlas ocupadas para que coticen, para que puedan cobrar un sueldo y vivir del mismo pero sobre todo para estar ocupados en trabajar pues si no es así la violencia social crecerá alarmantemente.
El problema de los pensionistas no será cobrar la pensión, que seguró será asistencial y por ello muy baja. Dinero siempre hay y si no pues se fabrica. El problema será que las diferentes clases sociales se van a radicalizar. Habrá pensionistas de lujo y pensionistas asistenciales. Y para eso no creo que estemos preparados todavía. Las quejas van a ir en aumento, pues nadie lo quiere ver y menos lo quiere resolver.
Pero un sistema parecido ya funciona en Suiza, donde las necesidades mensuales de pensión son muy altas y donde los trabajadores pobres no han cotizado lo suficiente en cantidad para cobrar una pensión con arreglo a lo que se necesita por los altos precios de las viviendas y la alimentación. Y las instituciones entran a nivelar los ingresos de forma asistencial.
El problema es que la cantidad de trabajo va a bajar aún más, por la robotización de los trabajos industriales e incluso de servicios. Estamos destruyendo puesto de trabajo todos los días. Primero vino la deslocalización para abaratar costos, seguido de la globalización de los mercados, mientras crecían las nuevas tecnologías que acababan con sectores enteros de la producción. Hay oficios de hace 25 años que hoy no existen.
La sociedad tendrá que buscar soluciones a la falta de trabajo. Crear trabajos ficticios, trabajos que hoy no existen, servicios que no se hacen. Pues a las personas hay que tenerlas ocupadas para que coticen, para que puedan cobrar un sueldo y vivir del mismo pero sobre todo para estar ocupados en trabajar pues si no es así la violencia social crecerá alarmantemente.
El problema de los pensionistas no será cobrar la pensión, que seguró será asistencial y por ello muy baja. Dinero siempre hay y si no pues se fabrica. El problema será que las diferentes clases sociales se van a radicalizar. Habrá pensionistas de lujo y pensionistas asistenciales. Y para eso no creo que estemos preparados todavía. Las quejas van a ir en aumento, pues nadie lo quiere ver y menos lo quiere resolver.
Pero un sistema parecido ya funciona en Suiza, donde las necesidades mensuales de pensión son muy altas y donde los trabajadores pobres no han cotizado lo suficiente en cantidad para cobrar una pensión con arreglo a lo que se necesita por los altos precios de las viviendas y la alimentación. Y las instituciones entran a nivelar los ingresos de forma asistencial.
Pensiones en Suiza complementadas por los Ayuntamientos y los Cantones, que asombrarían por su cantidad final a las pensiones de España. Pero allí no es normal tener vivienda propia, y los precios de alquiles de vivienda son altísimos. Con una pensión de 1.200 euros es imposible vivir en Suiza.
Cuidado que esto no tiene nada que ver con lo que ha dicho el Banco de España estos días. Tener vivienda propia en España es un activo, sin duda, que permite no encarar los últimos años de vida con los mismos problemas que en muchos países de Europa, pero eso no tiene nada que ver con que se cuenten como parte de los ingresos de pensionista. Aunque a la hora de las pensiones asistenciales del futuro, estoy seguro que sí se tendrá en cuenta.
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