4.9.18

El nuevo papel de las bibliotecas en las grandes ciudades

Las bibliotecas centrales de las grandes ciudades son imprescindibles para ejercer de corazón de la cultura de sus habitantes, pero necesitan cambiar y modificarse a los nuevos tiempos. Ya no pueden ser meros almacenes de libros, ni de consulta ni de préstamos, sino espacios ágiles, vivos, donde entren nuevos servicios a mover la cultura de la ciudad.

Al clásico almacén de libros deben añadirse con urgencia videotecas, fonotecas y sobre todo hemerotecas, para ser espacios de análisis, estudio e investigación. El servicio de consulta por internet de cualquier dato publicado en la red hace que las bibliotecas centrales tengan que complementar estas posibilidades con servicios añadidos y específicos para dar personalidad a estas bibliotecas.

Deberían ser también archivos y buscadores fáciles de materiales ya publicados en internet sobre temas en los que se especialicen cada biblioteca, y poder ser espacios de consulta desde casa o la oficina, sin ser lugares presenciales. Cuando decimos que en internet está “todo” se nos olvidan dos cosas, que está solo lo que ya se ha publicado en internet, es decir aquello que hoy no interesa, aunque fuera interesante en su momento NO está. Y además lo complicado es lograr encontrar lo que se necesita, pues no siempre sabemos qué buscar.

Google nos lleva hasta lo que le decimos que nos busque. Pero en temas locales o muy específicos las bibliotecas pueden cumplir un papel añadido.

Los espacios de las grandes bibliotecas deben ser motivadores y movilizadores de la cultura. Los profesionales ya no deben ser meros guardianes del saber en papel, sino también agitadores sociales, culturales y artísticos. Las ciudades necesitan a las bibliotecas, pero deben redefinirse hacia los nuevos tiempos. Y una forma lógica de redefinirse es ir pensando en grandes bibliotecas y pocas bibliotecas. Unir espacios, dotarlos de salida a la red para todos los usuarios, de agilidad y servicios de mucho más tipo, y ser espacios de debate vivo, de intercambio, de agitación plural.

Quedan las bibliotecas pequeñas de barrio, que deben tener un papel muy diferente, más de atención al servicio de iniciación a la consulta e investigación, y como espacios de estudio y préstamo de libros y revistas.

Los griegos inventaron la ciudad, la polis

Explicamos en esta otra entrada lo que nos parece que es una ciudad en relación a una localidad menor que podemos llamar pueblo por hacer de alguna forma distinciones no siempre bien entendidas por su doble sentido peyorativo. Y os dejo abajo de la entrada y para comprender mejor estas distinciones un extracto de un libro del año 1948 de Georges Chabot. En realidad el concepto de “ciudad” viene ya de los griegos y que estas líneas tengan 70 años es muy poco tiempo.

Ellos, los griegos, inventaron y explicaron la teoría de las ciudades que todavía son actuales, las conocidas hoy como “Polis” de hace más de 2.700 años, y con las de con pocos cambios seguimos funcionando en la actualidad. Unos centros políticos, culturales y de vecinos que vivían juntos alrededor de centros de gestión, seguridad y comercios, en viviendas que formaban calles urbanas, entramados en muchos casos defensivos y útiles para ellos. 

Esas ciudades conocidas como polis tenían un poder importante de decisión en sus propios asuntos, cuidaban su cultura, su religión, sus comercios, sus economías incluso creando monedas propias, diseñando trazados y creando la habitabilidad de sus espacios públicos, expulsando fuera de la ciudad aquellas actividades que consideraban molestas.

Eran zonas de agrupación de personas no muy grandes pero construidas en lugares bien elegidos para su defensa y lograr sobrevivir en los asedios, para lo que necesitaban agua y terrenos suficientes que les procuraran alimentos, además de a ser posible, defensas naturales. De un tamaño entre 3.000 a 10.000 habitantes en la mayoría de los casos, compuestas de diferentes grupos sociales que se conocían muy bien entre todos ellos, y con leyes propias, fiestas y tradiciones particulares, y respeto mutuo a la identidad de los espacios comunes y privados. Era un valor muy apreciado ser ciudadano de una ciudad, aunque no tuvieras todos los derechos para ser ciudadano libre.

En realidad en los conceptos más primarios de estas polis existía y existe un denominador común. JUNTOS. Querían estar juntos, construir juntos, vender y comprar o tener seguridad juntos, legislar juntos pero unos más juntos que otros. Por que también querían tener seguridad, que unos trabajaran para los otros, que se tuviera una calidad de vida superior, dominar a los que tenían que obedecer a costa de ofrecerles la ciudad/poli como refugio novedoso. Estaban creando un sistema de vida que 2.700 años después sigue casi intacta.

Y para ello habían dividido su sociedad en tres bloques de personas que (casi) siguen en la actualidad. La Clase Alta o Ciudadanos con todos los derechos, incluido el de elegir entre ellos mismos representantes para legislar; la Clase Media o Metecos que eran vecinos libres pero sin derechos completos donde estaban incluidos los extranjeros o las mujeres; y los Esclavos o Trabajadores que eran ciudadanos sin derechos y que vivían de lo que les daban sus Jefes de Obra, Taller o Casa.

Desgraciadamente estas separaciones sociales con cambios y adaptaciones a los nuevos siglos se mantuvo durante muchos siglos y en algunas zonas se sigue manteniendo con mayor o menor fuerza. Aquí que ahora toca por un momento el ponernos a pensar cada uno con qué realidad seguimos en situaciones parecidas a las de hace 2.700 años.


3.9.18

¿Qué es una ciudad, por qué es ciudad?

Si nos preguntamos qué es una ciudad, todos más o menos tendremos una respuesta clara. Sabemos qué es una ciudad. Pero la realidad es que no lo saben bien ni los que se dedican a estudiar las ciudades. En algunos países una ciudad es considerada así si sobrepasa los 2.000 habitantes. Pero esta cifra siendo simplemente un dato, no es igual en todos los países. En otros se es ciudad a partir de 1.500 vecinos mientras que en otras naciones se necesitan los 5.000 para ser considerada ciudad al espacio común de convivencia vecinal.

La realidad es otra, y no tiene nada que ver con los números. Una ciudad es una sucesión de calles más o menos asfaltadas y con aceras, con edificios de una cierta altura que forman comunidades de vecinos, con comercios muy variados que ofrecen servicios de casi la totalidad de los bienes de uso diario, con bastantes personas que están por las calles para desplazarse, y que forman estratos diferentes en esa sociedad compleja, donde hay variedad de oficios y de culturas.

Si la inmensa mayoría de la economía de un conglomerado de calles y edificios es la agricultura o el sector primario, no se puede considerar ciudad sino pueblo o espacio rural. Al menos de momento. Pero incluso este dato no es del todo correcto y depende de la zona geográfica. Si al tener un solo sector económico no podemos definir a esa zona como ciudad nos podemos encontrar que en un futuro una zona de solo turismo o de solo jubilados tampoco se la pueda considerar ciudad. ¿Y qué sería entonces Benidorm?

Una ciudad tiene que tener un poder municipal claro y libre con controles para gestionar “su” ciudad. Una ciudad debe tener también un mercado propio y fijo. Y sin duda una ciudad lo es si dispone en la actualidad de su policía como antes disponía de sus ejércitos que custodiaban las murallas.

En realidad una ciudad se diferencia de una unidad rural por el paisaje. Sabemos definir qué creemos que es una ciudad, simplemente viéndola de cerca.Y admitimos que no es posible unificar la definición pues depende de zonas geográficas o sociales. Una ciudad lo es también por su historia como ciudad, con independencia del tamaño que tenga en estos momentos. Y sobre todo por ser considerada ciudad por el resto de ciudades y pueblos.

2.9.18

La Organización de Izquierda Comunista en Aragón

La Organización de Izquierda Comunista (OIC) fue uno de los numerosos grupos de izquierda revolucionaria que surgieron durante la dictadura franquista y que pudieron empezar a manifestarse con una cierta libertad a finales de 1976, principios de 1977.

La OIC adoptó esa denominación en octubre de 1974, tras fusionarse con un grupo vasco, pero llevaba ya varios años funcionando básicamente en Catalunya con el nombre de Círculos Obreros Comunistas. Del resto de fuerzas del mismo sector político le distinguía que no se adhería a ninguna de las corrientes preponderantes del momento, caracterizándose por un cierto eclecticismo cercano al consejismo y a la defensa de la asamblea obrera.

En las elecciones generales de 1977 participa junto a la Liga Comunista Revolucionaria y otros grupos menores en el Frente por la Unidad de los Trabajadores, con escaso éxito. Tras esa experiencia fallida iniciará un acercamiento progresivo hacia el Movimiento Comunista (MC), no exento de disensiones internas y salidas de grupos de militantes. La unificación entre ambos grupos, que en realidad supuso la absorción de la OIC por el MC, se produjo en febrero de 1979, en las semanas previas a las elecciones generales del 1 de marzo.

La presencia de este grupo en Aragón se remonta a los orígenes de los Círculos Obreros Comunistas, aunque nunca destacó por su fuerza. En las elecciones de 1977 la candidatura de la FUT fue rechazada por la Junta Electoral

Cabe significar que la concejala que obtuvo en Huesca el MC en las elecciones municipales de 1979, Marisol Punzano, procedía de la OIC y se había curtido en la lucha vecinal desde la Asociación de Vecinos del Perpetuo Socorro.

La única pegatina de la OIC editada en nuestra tierra que conocemos es esta que os dejamos arroba, de las Juventudes de Izquierda Comunista y con un lema que se ha seguido utilizando para intentar la unidad de la juventud de izqueirdas.

Nota.: La imagen pertenece al Archivo Tiempos de Lucha y Esperanza y en el texto ha colaborado Manuel Gálvez