19.11.19

¿Tienes miedo al shock del futuro? Depende de vosotros

En el año 1973, cuando yo todavía era Aprendiz de Tercer Año de Fotograbador y en España había una dictadura empecé a leer el libro “El Shock del Futuro” de Alvin Toffler. Por entonces yo tenías todo el futuro por delante, incluso el libro, el oficio y mi vida. Hoy, 46 años después lo ha vuelto a recoger de mi biblioteca y me lo he encontrado marcado, subrayado, lleno de datos estadísticos que ya casi no sirven pues 46 años hablando del futuro son muchos, pero lleno también de ideas y aseveraciones que siguen vigentes.

El futuro no es algo a lo que se pueda llegar en medio siglo. Porque el futuro somos nosotros, somos nuestra forma de pensar. Y si retrocedemos hasta los romanos, hace 2.000 años, vemos que tampoco hemos cambiado mucho. Bebían cerveza, tenían esclavos, creían que eran demócratas e incluso tenían un Derecho Romano del que seguimos fijándonos nosotros. Ellos tampoco pensaban en el futuro, pero de pensarlo hubieran imaginado que 2.000 años después el mundo sería muy diferente a como realmente es. ¿Quieres intentar imaginarte el mundo en el año 4.040? Pues seguro que seguirán bebiendo cerveza.

Los de mi generación somos unos suertudos, y nunca antes una generación ha sido capaz de vivir en su corta vida tantos cambios y tan profundos. Yo nací en una ciudad donde mi piso no tenía agua corriente en el WC ni ducha o lavabo, sin calefacción y con una radio que para escucharse había que cruzar el salón con cables que iban por los techos. El pueblo de mi padre al que íbamos de vacaciones dos semanas en agosto tras 10 horas de tren no tenía luz en las viviendas ya entrados en 1960 y estoy hablando de Soria y no de ningún país raro.

Fui de los primeros que utilizaron en su oficio ordenador e internet, ahora me cuesta menos tiempo ir a New York que a San Esteban, y sigo pensando que leer libros en papel es muy interesante aunque pueda ver decenas de películas en cualquiera de mis televisores y a cualquier hora del día, mientras veo un programa de televisión de la última semana solo con pedírselo al mando.

Hoy ya no tengo casi futuro por delante, aunque me aferro a seguir viendo cosas que no soy capaz de imaginar. Todavía. El shock del futuro es no saber adaptarse, no admitir que somos nosotros, las personas, la que escribimos bien o mal, las que tenemos razones para tener razón… o para perderla.

Así que vosotros, los jóvenes, tranquilos, el futuro será maravilloso o una mierda. Depende de vosotros.

¿A qué quieres trabajar si tienes más de 45 años?

Está claro, lo decía Perich en su libro Autopista, si tienes más de 45 años los trabajos que puedes hacer son ya pocos. Y nos daba una lista para elegir. Millonario, Presidente, Papa, Rey o Emperador. Curiosamente todos empiezan con mayúscula. 

Tras las sentencias ¿Cómo nos miran desde Europa?

Las sentencias judiciales nos están escribiendo la política de la España del siglo XXI en esta década, lo cual es entre muy malo y peor. No porque no tenga que ser así si se cometen felonías contra el Estado que somos todos, sino por lo que representa de gran fracaso del Sistema en España.

Las sentencias contra políticos acusa y castiga a personas concretas que han realizado actos ilegales y se puede probar. Pero los silencios son tremendos, pues hay actos que sin duda tienen que ser conocidos por muchos para que se puedan realizar. Junto a los culpables de banquillo hay muchos culpables de silencios que también actúan contra el sistema y han salido de rositas.

Quien tiene un puesto responsable también lo es de vigilar y no sonreír y menos aplaudir, cuando las cosas no son correctas. Culpables muchos. Aunque ahora lo estemos pagando todos, pues la factura del total de la comilona contra la democracia real la tendremos que pagar entre todos. ¿Qué pensarán en Europa de España tras estas sentencias contra el PP o el PSOE?

¿Tenemos miedo a la inmigración o a la pobreza?


Muchos españoles y europeos se han puesto de acuerdo en criticar ferozmente la inmigración indiscriminada de personas que desde países pobres vienen hacia sociedades ricas. Parecería incluso lógico y fácil de vender este discurso contra la llegada de nuevas personas a “nuestro mundo” pues creemos que nos traen pobreza, violencia y sobre todo un abaratamiento de los puestos de trabajo.

Pero la realidad es otra bien distinta. Aceptamos callados y sin querer verlo que nuestros trabajos ya se han ido. Las empresas llevan su producción y trabajo hacia zonas donde viven precisamente las personas que quieren venir a vivir con nosotros. A los poderosos les da igual si los trabajadores pobres están en España o en Mali o China, lo que les interesa es que dejen más beneficios.

Del otro lado y cuando hablamos de la posible violencia que traen estas personas que migran hacia otras zonas no sabemos mirar ni analizar, confundiendo churras con merinas. 

¿De verdad sabemos qué tipo de inmigrantes (o de personas de nuestro entorno) son los que crean problemas de convivencia de las de verdad? 

Creo que no y nos confundimos todos no sé bien por qué. Los delitos económicos mayores y los delitos contra la dignidad y libertad sexual los cometen en el caso de que sean inmigrantes y en gran número porcentual personas que vienen desde zonas que no suelen ser las señaladas como conflictivas. ¿No queremos verlo?

Con los mal llamados MENA sucede algo similar. Los MENA son Menores Emigrantes No Acompañados, es decir, niños. 

Niños y jóvenes menores, sin formación adaptada al nuevo entorno, que por ley mundial deben estar acogidos en los países donde se encuentran. Y la obligación de estos países es la de darles seguridad pero sobre todo educación, integración y sistemas de convivencia válida para su desarrollo.

Pero me voy a ir un poco a las afueras de España. A Francia, a Bélgica, a Berlín como ciudad complicada en esto temas. 

En España todavía estamos en Primero de Problemas, si no somos capaces de aprender y de mirar. 

Aquí no están llegando en demasía grupos de personas adultas que conviven en las calles en grupos organizados junto a las cajas de vino barato. Hay algo similar y controlado pero de familias con menores que es diferente, y algunos de adultos donde unos esclavizan a otros. Pero no grupos de iguales que terminan todas las tardes tumbados ante el frío.

Tampoco tenemos (casi) en España barrios enteros ya perfectamente discriminados y donde los caldos de cultivo son complejos de controlar. 

Los hemos tenido en España con personas de etnia gitana pero aquello casi se resolvió, aunque en Europa sucede ahora con otro tipo de sociedades que llegan más rápido de lo que somos capaces de integrar.

El fenómeno de la inmigración descontrolada no es fácil, ni se resuelve con cerrar las puertas de cada casa o las fronteras. 

Sobre todo porque los inmigrantes complejos y conflictivos  podrían entrar con las puertas cerradas. África es la que menos problemas ofrece, y en cambio es la que más se señala como culpable. 

¿Tenemos miedo a la inmigración o a la pobreza? 

Cuidado con equivocarse con la respuesta, pues en ella está la solución que habría que tomar. ¿Qué haríamos nosotros en su misma situación?

Julio Puente Mateo