La automatización de procesos mal llamada robotización supondrá a la humanidad unos cambios de futuro imposibles casi de predecir. No van a ser los robot los que decidan por nosotros, los que trabajen por nosotros, sino una serie de procesos y de sistemas de creación, de momento casi imposibles de imaginar. Asimilamos la robotización con robot similares a las personas, enteras o a trozos, con brazos o con piernas, pero la realidad va a ser muy otra, con procesos sin forma física.
Si le enseñamos (programamos) a unas máquinas todo el Arte del último siglo, e incluso si se les otorga la posibilidad de elección y selección, ellas solas podrían seguir creando obras de arte contemporáneo sin parar. Incluso si las programamos para que sigan aprendiendo de lo que ellas mismas producen podrían evolucionar hacia creaciones que ya no serían imaginadas por nosotros.
Lo podrían hacer en el Arte pictórico o escultórico, pero también en la gastronomía, en la literatura, en la decoración, en el urbanismo, en la arquitectura, etc.
Podrían dirigir los Gobiernos de empresas, de ciudades o de países. Podrían evitar las guerras clásicas a costa de crear otras guerras. Podrían ser médicos virtuales o incluso jueces que sentenciaran con arreglo a los datos que les fueran metiendo los testigos y la policía que había investigado el caso. Testigos o policías que no siempre tendrían que ser humanos.
Ya sé, faltaría más, que me estoy escapando de la lógica… ¿de veras? Estamos en la prehistoria de la programación “de cosas” por lo que es imposible saber hasta donde llegaremos, como nadie de los cercanos a Johann Gensfleisch zur Laden (Gutenberg) el “Padre de la Imprenta” pudo pensar en el libro digital o en WhatsApp en el momento en que estaba pensando en poner en funcionamiento un sistema para multiplicar lo escrito a mano.
Sabemos que ya se puede programar la circulación de vehículos por una ciudad sin la necesidad de conductores o que se pueden consultar decisiones a las máquinas para incluso salvar vidas. Todos estos cambios simplemente programando máquinas nos traerán cambios fundamentales en temas tan básicos como el reparto del trabajo, los horarios de las personas, las economías globales.
20.11.19
Menos idealismo, más pragmatismo
Dicen que el idealismo se te pasa con los años, y es posible. Pero no creo que sea un problema de que se pierdan las ideas ni la capacidad para ponerlas en práctica, sino la de dejar de creer en asuntos menores y manipulables. Tal vez con la edad te vuelves más pragmático.
Menos ideas y mejor elegidas.
Más práctica y seguimiento de esas ideas que ponemos en práctica.
Menos ideas y mejor elegidas.
Más práctica y seguimiento de esas ideas que ponemos en práctica.
Ok Boomer. Y lo acepto. Pero joder, haz algo tú
Ahora a los mayores de 55 a 75 años los de la Generación Z nos dicen para callarnos —OK, Boomer— que es tanto como lo que ya se nos decía antes e incluso lo decíamos nosotros a nuestros padres con un contundente … —¡Cállate, viejo!— eso sí, lo de viejo en tono peyorativo y suave.
No quieren los jóvenes entre 15 y 25 años, escuchar nuestras monsergas, lo cual es lógico, aunque siguen con la murga de acusarnos como los culpables de la sociedad que les dejamos. Eso sucede porque no saben la sociedad que nos encontramos nosotros en España y de qué manera hemos avanzado. Pero eso lo dejo en cuarentena.
Yo les diría con más calma y sonriendo, que para lo que nos queda en el convento nos cagamos dentro, pero no quiero decírselo y seguiremos peleando para que ellos, los jóvenes entre 15 y 35 años (lo amplío) cojan de una puta vez las riendas del caballo desbocado y sean capaces como lo fuimos nosotros en los años 70 de salir a la calle a decir ¡¡¡BASTA!!! pero siempre con la construcción de algo mejor en el bolsillo de las posibilidades.
No quieren los jóvenes entre 15 y 25 años, escuchar nuestras monsergas, lo cual es lógico, aunque siguen con la murga de acusarnos como los culpables de la sociedad que les dejamos. Eso sucede porque no saben la sociedad que nos encontramos nosotros en España y de qué manera hemos avanzado. Pero eso lo dejo en cuarentena.
Yo les diría con más calma y sonriendo, que para lo que nos queda en el convento nos cagamos dentro, pero no quiero decírselo y seguiremos peleando para que ellos, los jóvenes entre 15 y 35 años (lo amplío) cojan de una puta vez las riendas del caballo desbocado y sean capaces como lo fuimos nosotros en los años 70 de salir a la calle a decir ¡¡¡BASTA!!! pero siempre con la construcción de algo mejor en el bolsillo de las posibilidades.
Diversas maneras de apretar el cinturón
El genial OLI nos decía en el año 1977 que todo seguía igual. Ahora ya no, ahora ya está todo peor. Son los años.
—Todo sigue igual. Los que antes nos metían en cintura, ahora nos aprietan el cinturón.
—Todo sigue igual. Los que antes nos metían en cintura, ahora nos aprietan el cinturón.
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