Nuestra generación, la de las personas mayores en sus últimas décadas de pelea, las que hemos vivido otras décadas diferentes en cuanto a las relaciones entre personas, sabemos notar una cierta decadencia que no es ni pesimismo ni algo que nos sucede a todo ser humano al llegar a las edades finales.
Sin duda nosotros, los sesenteros, tuvimos mejores épocas personales, pero también las tuvo la sociedad de hace unas décadas, comparadas con estas sensaciones actuales de excesiva violencia verbal, de poca colaboración entre personas, con un trato de —y hacia— la política que hemos convertido la democracia en algo que incluso de forma creciente, produce dudas. De incluso y a esto me quiero referir sobre todo, de una dependencia excesiva del “ya me lo resolverán”.
Recurrimos a la Justicia y a la Policía incluso para las relaciones entre personas que se salen de lo habitual, del respeto. Si antes un baboso te decía o hacía bobadas, se arriesgaba a recibir una patada en esas zonas o unas hostia bien dada por parte del que lo sufría o de cualquiera de sus acompañantes fijos o cercanos.
Ayer escuchaba a una muy joven mujer justificar dos palizas de su pareja, y a continuación en otro espacio también una joven de 19 años hablaba de las parejas abiertas y lo justificaba como lo que deberíamos hacer todos.
Y que si algo sale mal, existirá un procedimiento creado “desde arriba” y en el que no intervendré, para que se resuelvan los problemas que surjan.
Es un cambio de paradigma animal, de comportamiento que divide a la sociedad en grupos con ideas tan distantes en lo sociológico y en el comportamiento humano, que nos obliga a pensar que alguna forma de comportamiento entre los que hoy quieren abrirse paso en el cambio social, desaparecerá por evolución humana.
No ser responsable de nuestras decisiones, pensando que “alguien o algo” nos resolverá los problemas, es una inconsciencia animal. Y sobre todo es entregar nuestra capacidad de intervenir, a unos poderes que se crean para diversos objetivos, entre el que a mi no me cabe duda, está el de tenernos pasivos y controlados.
Como forma venial de resolver los problemas puede funcionar el pensar que tienen que ser “otros” los que resuelvan nuestros problemas, pero toda Justicia que se convierte en lenta, pierda parte de esa justicia. Castigar con años de cárcel… pero dos años después de los hechos, a un baboso que te toca las tetas, es Justicia, pero tengo mis dudas de si es justicia.
No alego que darle violencia sea la manera de resolver estos problemas, en absoluto aunque lo parezca, lo que digo es que no podemos evitar tener que tomar nuestras propias decisiones con responsabilidad y de forma drástica, ante cada uno de nuestros propios problemas.