19.12.23

Me preocupa que nos vayamos pareciendo al pasado

A mi más que asustar, me preocupa por la intensidad en el tiempo. Nos queremos parecer a los años 30 del siglo XX, pero dentro de una Monarquía en vez de una República. Y hay que decirlo así de claro, para qu quien quiera se ponga casi con urgencia a leer libros de historia.

Sabemos que jugar a jodernos entre todos contra todos no lleva a ningún sitio, pero no hay mesura. Contra cada acción de uno, hay una reacción del otro. Y parece lógico, aunque sea una barbaridad tremenda. 

Sobre todo porque es más grave las reacciones que los desencadenantes. Todo es muy relativo, y dentro de esa relatividad tienen mucho que ver las personas que hacen de actores protagonistas, en todos los escenarios. 

Seguiremos observando, para ver di realmente estoy muy equivocado, y es todo fruto de la nada.

18.12.23

¿A quien debemos considerar analfabeto en el siglo XXI?

Yo escribo y tu lees. Un ejercicio compartido en el que las dos personas nos comunicamos sin conocermos, sin saber quien somos. Curioso ejercicio, casi de FE.

Hoy me he enterado que en los principios de la lectura, hace miles de años, se leía en voz alta y acompañado, no en silencio como ahora. Visto en perspectiva parece lógico. 

Muy pocos sabían leer y hacerlo era compartir, entregar, trasladar las ideas desde el escritor a los escuchantes, que eran más de uno, siempre que hubiera la enorme suerte de tener en las manos tablillas o papiros escritor, y una persona que supiera leer aquello. 

El otro día en una reunión hablábamos de informar a los jóvenes de ciertos temas sobre salud mental, sobre bienestar emocional. Y enseguida habló alguien para recordarnos que era tarea inútil, que nunca había existido una generación tan fácilmente informada como la actual.

Hoy cualquier joven puede informarse de lo que QUIERA, le sobran modos y accesos a cualquier información. Buena, mejor o muy mala. Él elige.

No necesita como hace unas décadas que un adulto le intenten explicar nada de nada. Si quiere… lo sabe, y si no quiere no acudirá a escucharte, a leerte. 

Tiene centenares de espacios más entretenidos que un adulto muy adulto que les lance la moralla verbal que no quieren escuchar, que ellos consideran inútil.

Aceptamos pues que nunca hemos tenido tanta capacidad para ser educados, para crecer en formación, para saber de todo y de todos. Pero eso no quiere decir que la estemos sabiendo utilizar, que la queramos emplear para crecer como personas libres y formadas.

O lo que es lo mismo. Quien sí quiere formarse, se podrá formar mejor que nunca, y se separará más que nunca también, de los que deseen libremente ser analfabetos. 

Hoy ya un analfabeto no es el que no sabe leer, sino el que no entiende cómo hay miles de personas con muchas ganas de aprovecharse de él y de engañarlo sin que se note, sin que la víctima lo note nunca.

Las diferencias de capacidad para abrazar la formación se irán convirtiendo por lógica, poco a poco, en diferencias económicas, laborales y de libertad. 

No debemos olvidar que los cambios de una sociedad se puede producir solo en el tiempo en el que se cambia de generación, aunque lleve esa sociedad sin cambios una decena de generaciones.


Humor blando y blanco en periodo bélico


Un poquito de humor blando y blanco. Era una viñeta del año 1938, en plena Guerra Civil, y venía desde el bando Nacional. 

Un humor sin aspavientos, para hacer sonreír entre la tropa con miedo y preocupada, por lo que tenía que hacer en los campos de España, entre la que se repartía la revista La Ametralladora. 

Humor viejuno que permite al menos olvidarse de las violencia… de aquellas maneras.

¿No hubiera sido más lógico utilizar otro color de fondo para la viñeta que este rojo sangre?

17.12.23

A ciertas edades uno está como más invisible


A partir de ciertas edades, de las muchas más bien, uno duda si escribir o leer, si entregar o recibir, si soñar despierto o dejarse dormir con lo que otros me plantean. 

A ciertas edades uno ya está desaparecido, fantasma vivo que sabe que ya no es necesario, que no es que sobre, sino que nadie nota que falta. 

Se pierde el tren de la necesidad de los otros, tus espacios anteriores quedan ya ocupados y nadie se acuerda de tus tiempos. 

Tienen que ser tú… quien siga peleando por tenerlos, por creértelos o por creártelos. 

Son estos tiempos para escribir poco pues se lee menos, y de mirar más ya que cada día está todo más borroso. 

No hay más. Excepto que quieras moverte con menos color o con otros menesteres tremendamente distintos, artificialmente creados para sobrevivir.