18.12.23

¿A quien debemos considerar analfabeto en el siglo XXI?

Yo escribo y tu lees. Un ejercicio compartido en el que las dos personas nos comunicamos sin conocermos, sin saber quien somos. Curioso ejercicio, casi de FE.

Hoy me he enterado que en los principios de la lectura, hace miles de años, se leía en voz alta y acompañado, no en silencio como ahora. Visto en perspectiva parece lógico. 

Muy pocos sabían leer y hacerlo era compartir, entregar, trasladar las ideas desde el escritor a los escuchantes, que eran más de uno, siempre que hubiera la enorme suerte de tener en las manos tablillas o papiros escritor, y una persona que supiera leer aquello. 

El otro día en una reunión hablábamos de informar a los jóvenes de ciertos temas sobre salud mental, sobre bienestar emocional. Y enseguida habló alguien para recordarnos que era tarea inútil, que nunca había existido una generación tan fácilmente informada como la actual.

Hoy cualquier joven puede informarse de lo que QUIERA, le sobran modos y accesos a cualquier información. Buena, mejor o muy mala. Él elige.

No necesita como hace unas décadas que un adulto le intenten explicar nada de nada. Si quiere… lo sabe, y si no quiere no acudirá a escucharte, a leerte. 

Tiene centenares de espacios más entretenidos que un adulto muy adulto que les lance la moralla verbal que no quieren escuchar, que ellos consideran inútil.

Aceptamos pues que nunca hemos tenido tanta capacidad para ser educados, para crecer en formación, para saber de todo y de todos. Pero eso no quiere decir que la estemos sabiendo utilizar, que la queramos emplear para crecer como personas libres y formadas.

O lo que es lo mismo. Quien sí quiere formarse, se podrá formar mejor que nunca, y se separará más que nunca también, de los que deseen libremente ser analfabetos. 

Hoy ya un analfabeto no es el que no sabe leer, sino el que no entiende cómo hay miles de personas con muchas ganas de aprovecharse de él y de engañarlo sin que se note, sin que la víctima lo note nunca.

Las diferencias de capacidad para abrazar la formación se irán convirtiendo por lógica, poco a poco, en diferencias económicas, laborales y de libertad. 

No debemos olvidar que los cambios de una sociedad se puede producir solo en el tiempo en el que se cambia de generación, aunque lleve esa sociedad sin cambios una decena de generaciones.