12.12.23

¿Cuándo será el Fin del Mundo o el Fin de la Humanidad?

Cuando estamos viviendo unos tiempos en los que la anterior pregunta que inicia este tema, sale en boca de algunos, incluso en aumento por diversos motivos, eso ya nos indica esa aceptación de la pregunta; que tenemos la primera muestra, el primer indicio de que no debemos estar tan lejos. Puede que todavía queden siglos y eso puede ser mucho o poco. Ya iremos viendo.

En principio habría que advertir que no es lo mismo el Fin del Mundo, que el Fin de la Humanidad. 

Lo primero parece más lejano que lo segundo. No somos tan importantes como para poder acabar con el Mundo a través de nuestra sola intervención como animales humanos, aunque seamos muy animales.

En cambio nos va quedando más claro que sí somos capaces de acabar con la Humanidad a poco que le sigamos poniendo ganas y torpezas, sumadas y superpuestas. 


Solo vemos las acciones torpes que nos llevan levemente al caos, pero nunca podemos ver —pues no se nos cuenta— las veces, acciones y reflexiones que se realizan para evitar el Caos, para enderezar las torpezas provocadas para romper y destruir algo de lo que tenemos construido como organización social.

Dicen algunos con bastante razón, que el Fin de la Humanidad se ve venir antes de que llegue ese final. 


Que es complicado que surja de imprevisto, que si somos capaces de leer las consecuencias y los avisos, entre esos avisos y el Final puede suceder unos meses o incluso unos años, un tiempo importante y muy necesario de reacción. 

Que parece muy interesante este colchón de tiempo. Pero todo depende de lo tontos que seamos entre todos. De saber verlo y saber tomar las decisiones para desmontar las idioteces provocadoras.

Dicen también que no será fácil acabar con la Humanidad si solo se realiza un error grave, muy grave. Incluso si se realizaran en el mismo tiempo y concatenados dos errores muy graves. 

Que para tumbarnos es necesario cometer tres errores superpuestos, distantes y de diferentes enjundias. Eso nos da un margen de análisis y reflexión. O no.

Una III Guerra Mundial no parece ser el desencadenante que determine el Fin de la Humanidad. 

Hemos tenido en otros tiempos situaciones parecidas y las hemos controlado. Y no, no me refiero solo a 1914 o a 1939. Desde aquel lejano 1945 hemos asistido a momentos de crisis graves, que no han llegado a estallar, y no ha sido ni por ganas ni por oportunidades para ser imbéciles a nivel global. 

Pero siempre hemos tenido un momento final de cordura que ha logrado nivelar las torpezas globales. Pero una explosión de pequeñas guerras casi mundiales, repartidas entre varios espacios geográficos y con distintas sociedades, sería sin duda un Primer Eslabón de una cadena de posible errores concatenados.

Si imaginamos una Guerra Compleja, contagiada a varios espacios geográficos, y a su vez surgiera una Pandemia como la de 2019 con acusaciones entre países de ser los instigadores, ya tendríamos dos graves errores. Nos faltaría solo la chispa final para que alguien empezara a pensar que todo hay que acabarlo por las fuerzas bárbaras sin ningún tipo de mesura.

Porque en realidad un Fin de la Humanidad podría ser una situación casual desmadrada, descontrolada, que va creciendo sin que nadie sea capaz de intervenir pues nadie es responsable de esas sumas pequeñas.

Recordemos que con el COVID además de una enfermedad desconocida que mataba a miles de personas, teníamos por nuestras propias decisiones unas economías mundiales paradas …incluida la educación, la sanidad saturada o la justicia—, y a su vez la suerte de disponer de unas sociedades que obedecían sin problemas las órdenes, una gobernanza mundial que parecía ser respetada y a su vez no surgió una nueva variante de la enfermedad que fuera tremendamente diferente y atacante.

Si nos referimos a ese punto crucial de 2020, con una pandemia a nivel mundial, global, debemos aceptar con dolor y tristeza, que si en vez de ancianos muriéndose sin poder entrar ni a los hospitales, abandonados por el Sistema que no les dejaba morir con sus familias, si en cambio hubiera atacado la enfermedad a niños, a hijos de la sociedad, las tensiones se hubieran multiplicado por cien. 

A veces lo que puede desencadenar un caos sin vuelta atrás no es el hecho en sí mismo, sino sus afecciones, sus medidas y sus quienes.

¿Qué hubiera sucedido si cuando los americanos locos invaden el Congreso en los EEUU, empiezan a surgir grupos poderosos en otras ciudades, mientras el propio Donald Trump incide mucho más fuertemente y con ayuda de parte del ejército a un levantamiento popular, y se produce un enfrentamiento civil en los EEUU, que es a su vez aprovechado por terceros países para sus peleas congeladas desde hace décadas contra el Sistema Occidental?

¿Qué sucedería si ahora, con la Invasión de Ucrania, empezara a perder la guerra una Rusia debilitada y surgieran conflictos internos entre sus ciudadanos, exigiendo ganar la guerra por las malas o por las “muy” malas?

¿Y si países vecinos a la zona de Israel, en su guerra contra Gaza, empezaran a suministrar armas de primera Tecnología a los palestinos, y decidieran invadir Gaza o Cisjordania para apoyar desde dentro la defensa de estos territorios contra Israel?

¿Y si a la vez surgiera una nueva variante del COVID, que por cierto sigue entre nosotros incluso con cuatro dosis de vacunas ya puestas a muchas personas de riesgo? ¿Y si la inmigración desde África se desbaratara alentada por países que los dotaran de medios de transporte y de apoyo táctico en aguas internacionales?

No va a suceder nada de esto, no hay que ser pesimistas, no hay que alentar el Miedo. 


Simplemente hay que reflexionar sobre las opciones que podrían ser, pero que el mundo sabe que debe evitar, debe controlar de una manera o de la siguiente.

Hablo de variables violentas contra el momento actual, posibles pero no superpuestas, que pueden surgir al mismo tiempo, que son gestionables si se dan cada una en un tiempo determinado, pero que suenan a complejas de resolver si se superponen. 

Por sí solas no son capaces de acabar con la Humanidad, pero sí de mover tendencias, gráficos, estadísticas clave, que pueden llevar a errores incontrolados. Al final son personas las que tienen que decidir. Y esas personas también pueden estar en un punto de torpeza, de miedo o de debilidad.

Que un país decida cerrar su Banco Central y utilizar como referencia el Dólar, o el Oro, o el Agua con Gas no es en sí mismo un problema grave. Dicen en este 2023 que lo intentará Argentina. 

Pero si el Miedo lleva a decenas de países a esa misma situación, la de dudar de sus propios sistemas reconocidos pero débiles, a dudar de sus economías de Estado o de Sociedad, todo se puede ir al garete. La Economía se sujeta como un juego de ladrillos sin pegamento, en donde hay muchos ladrillos o palillos que son importantes, pero que a veces quitando un par de ellos, si son concatenados y bien elegidos, la torre se cae. 

Si los va quitando alguien con conocimiento, intenta retirar solo los que no son claves en la sujeción del edificio. Pero si son torpes o están muy debilitados por el miedo o las presiones, se pueden quitar los que más jodan a los demás, aunque creas que te joden un poco a ti. 

¿Qué es “un poco”?

Ya hace más de 50 años que en España existía la Unidad Militar de Guerra Química, Atómica y Bacteriológica. Creo que se llamaba ABQ. Como es lógico, en otros países más avanzados de aquellos años 70, tendrían mucho más preparadas esas unidades. Ahora en España se llama NBQ y surge de aquella que aunque funcionaba en los años 70, no se reconoció por orden ministerial hasta 1982. Es decir, existe, existió, existirá la necesidad de estar preparados para este tipo de armas no convencionales. No solo la atómica.

¿Para qué pensamos que existen este tipo de Unidades Militares en todos los países? Pues sin duda para defenderse, más incluso que para atacar. Para conocer, para aprender, para enseñarnos a defendernos.

Cuando escuchamos hablar de las Habitaciones del Pánico o Búnker de algunos países, incluida Europa, estamos admitiendo que hay personas, familias, que tienen miedo a mucho más que un asalto o un robo. Un absurdo, pero un absurdo real pues el Miedo es una de las perores enfermedades existentes. El miedo es un negocio más, que no resuelve el problema principal y básico. Pero hay personas que viven del miedo de otras personas. Y no todas fabrican o venden habitaciones del pánico, otras muchas juegan a crearlo.

Hay empresas que te construyen un bunker desde 15.000 euros, otras quieren cobrar varios cientos de miles de euros o dólares. Depende del tamaño o de la seguridad. Hay decenas de listas de alimentos para sobrevivir 15 días o un mes. ¿Y eso para qué? ¿Y después? 

Lo lógico parecería ser que por parte de todos hiciéramos lo imposible para evitar estas situaciones de conflicto. Y si surgiera de forma inevitable y supiéramos que iba a ser el Fin de “nuestra” Humanidad, casi lo mejor es ser de los primeros.

Existen desde hace décadas armas atómicas tácticas, armas de relativa corta distancia, con “poca” potencia nuclear y que servirían para destruir objetivos a medida. Que se sepa no se utilizan, pero a su vez se sabe que existen, se almacenan, se siguen investigando. 

Un ataque con estas armas más indetectables que las atómicas de largo alcance —pues por su tamaño se pueden mover con menos parafernalia— podrían llevar a un conflicto mucho más grave. Es la clásica Acción / Reacción que en el corto plazo resulta muy complicado de parar. O cuando se pueden parar ya han realizado una serie de torpezas que el daño global ya está hecho.

Vayamos a la actualidad, a este 2023, para analizar casualidades, torpezas que puede desencadenar mucho más de lo que realmente llegan a producir. Cuando Hamás y la Yihad Islámica Palestina ataca Israel y produce 1.500 víctimas, todos sabían ya que como poco se destruiría Gaza y se alcanzaría miles de víctimas civiles indiscriminadas. 

Es la lógica militar y política de un Estado, que no se puede parar en el acto y que hay que reflexionar para poderla parar en su momento para que no se desmadre. ¿Cuándo es ese momento? Pues posiblemente todavía no lo sepamos. Depende de muchos factores, algunos incontrolables.

Si analizamos Gaza desde el punto de vista geográfica, veremos que introducir en su interior más de 5.000 cohetes y prepararlos para ser lanzados desde ese territorio pequeño hacia Israel, y no ser detectada la maniobra con anterioridad demuestra errores tremendos, u otros motivos que no me atrevo a comentar. 

¿Por dónde entraron? ¿Por los túneles? Pero… desde las fábricas de cohetes a los túneles hay que pasar por muchos kilómetros de distancia, de diversos terrenos y países. Los errores se van multiplicando.

A su vez y sin dejarnos el presente, sabemos que los líderes de Hamas, por mucha importancia que desearan auto ampliarse con estos ataques, se imaginaban que la respuesta de Israel sería tremenda, brutal, destrozadora con su territorio. No había otro tipo de respuesta menor. 

En cambio sí había una respuesta mayor, un contagio mayor en la zona. Posiblemente se buscar precisamente eso. Y ya tendríamos el Primer Eslabón Torpe de esa suma de incapacidades que nos podrían llevar al Fin de la Humanidad. No el ataque en sí mismo, sino su contagio. No se ha producido, y de haberlo hecho todavía tendríamos que tener otros dos Eslabones más, diferentes y en otros espacios geográficos y a su vez superpuestos en el tiempo y en el contexto social y económico. ¿Quien provoca a quien y para qué?

El Fin de la Humanidad para una persona que muere se produce ese mismo momento en que deja de vivir. No tiene que esperar más tiempo. 

Si mueren 20.000 personas provocados directamente o indirectamente por un ataque terrorista de una hora de tiempo, ya tenemos a los primeros 20.000 humanos que han vivido el Fin de su Humanidad. La única que tienen. Lo que suceda después les importa muy poco.

Quien pierde a su familia en cualquier guerra, quien ve su futuro destruido, su pasado quemado, no dispone del botón para iniciar el Fin. Si lo tuviera, sería ese Fin pues su odio no tendría medida.


Ajovín