19.12.23

Normas y límites. Fundamentos de una educación válida

«Educamos a los niños para vivir en Disney y después se encuentran con The Walking Dead»

Esta frase de arriba, y que parece tonta e irreal, es una auténtica realidad que no nos damos cuenta de ella, es una acción educativa global que incluso la realizamos embestida de amor, creyendo que debe ser nuestra forma de comportamiento positivo. 

Está dicha por Pedro Aguado y Francisco Castaño en la presentación de su libro “Aprender a educar”

No estamos con nuestros hijos todo el tiempo que consideramos necesario, y por ello junto a nuestra forma de ser actual, hace que los protegemos en exceso dentro de una vida maravillosa y de plástico que nos han montado para que la podamos consumir, eso sí, con dineros que ganamos por no estar más tiempo con nuestros hijos. 

Pero la vida no es tan maravillosa y mucho menos debemos hacerles creer que es sencillo estar dentro de esta vida rosa y fácil, que es barato y sin esfuerzo poder disfrutar de lo que nos han montado para engañarnos temporalmente. 

Cuesta muchas horas de nuestra vida poder consumir una felicidad que dura unas pocas horas de un día.

Explicamos en exceso nuestras decisiones con respecto a nuestros hijos, creyendo que esa pseudo democracia que ya tenemos debe impregnar todo tipo de decisiones, con una información excesiva. 

Si algo no se puede entender, explicarlo en exceso puede resultar perjudicial. Un niño no va a sufrir más por no quererle explicar en exceso el motivo de que ahora no toca comprar caramelos. 

Los niños deben acostumbrarse al NO e incluso a sufrir en algunas ocasiones. Y es mejor que aprendan a sufrir de la mano de sus propios padres que de la mano de la sociedad. 

Protegerlos SI. Protegerlos en exceso NUNCA.

En las familias deben existir normas de convivencia desde siempre. Normas obligadas y no previo pago. Como las tienen los adultos. Normas obligatorias, claras, contundentes, como lo son las que tenemos que cumplir los adultos. 

Los límites son muy necesarios en la integración social de los niños. Todo tiene límites en la vida. Los tendrá cuando vuelen solos. 

Y si las normas y los límites no están claros, no se admiten, no se entiende, NUNCA se negocian en exceso, se escriben, se dejan muy claros y se exige su cumplimiento.

Para eso es fundamental que los dos padres tengan claro el papel de educar, de poner límites y normas, de lo positivo que es comportarnos con normalidad con nuestros hijos. 

Poner normas y límites es comportarse normalmente, no es crear una dictadura familiar. Pero cuanto más rebelde se vuelva un niño o una niña, más unidos deben estar los padres y más claras y contundentes deben ser las normas y los límites.

Los padres somos los responsables subsidiarios de nuestros hijos. También de lo que ellos hagan o dejen de hacer. 

De sus violencias, de sus actos, de sus errores. Luego, si somos los responsables, debemos ser los que controlemos sus actos en todo sentido. Si no lo hacemos demostramos ser unos irresponsables. 

¿Qué hace nuestro hijo con el internet que nosotros le pagamos? ¿Qué manda y qué recibe? ¿Con quien tiene relaciones? Esto solo, por poner un ejemplo final.

Me preocupa que nos vayamos pareciendo al pasado

A mi más que asustar, me preocupa por la intensidad en el tiempo. Nos queremos parecer a los años 30 del siglo XX, pero dentro de una Monarquía en vez de una República. Y hay que decirlo así de claro, para qu quien quiera se ponga casi con urgencia a leer libros de historia.

Sabemos que jugar a jodernos entre todos contra todos no lleva a ningún sitio, pero no hay mesura. Contra cada acción de uno, hay una reacción del otro. Y parece lógico, aunque sea una barbaridad tremenda. 

Sobre todo porque es más grave las reacciones que los desencadenantes. Todo es muy relativo, y dentro de esa relatividad tienen mucho que ver las personas que hacen de actores protagonistas, en todos los escenarios. 

Seguiremos observando, para ver di realmente estoy muy equivocado, y es todo fruto de la nada.

18.12.23

¿A quien debemos considerar analfabeto en el siglo XXI?

Yo escribo y tu lees. Un ejercicio compartido en el que las dos personas nos comunicamos sin conocermos, sin saber quien somos. Curioso ejercicio, casi de FE.

Hoy me he enterado que en los principios de la lectura, hace miles de años, se leía en voz alta y acompañado, no en silencio como ahora. Visto en perspectiva parece lógico. 

Muy pocos sabían leer y hacerlo era compartir, entregar, trasladar las ideas desde el escritor a los escuchantes, que eran más de uno, siempre que hubiera la enorme suerte de tener en las manos tablillas o papiros escritor, y una persona que supiera leer aquello. 

El otro día en una reunión hablábamos de informar a los jóvenes de ciertos temas sobre salud mental, sobre bienestar emocional. Y enseguida habló alguien para recordarnos que era tarea inútil, que nunca había existido una generación tan fácilmente informada como la actual.

Hoy cualquier joven puede informarse de lo que QUIERA, le sobran modos y accesos a cualquier información. Buena, mejor o muy mala. Él elige.

No necesita como hace unas décadas que un adulto le intenten explicar nada de nada. Si quiere… lo sabe, y si no quiere no acudirá a escucharte, a leerte. 

Tiene centenares de espacios más entretenidos que un adulto muy adulto que les lance la moralla verbal que no quieren escuchar, que ellos consideran inútil.

Aceptamos pues que nunca hemos tenido tanta capacidad para ser educados, para crecer en formación, para saber de todo y de todos. Pero eso no quiere decir que la estemos sabiendo utilizar, que la queramos emplear para crecer como personas libres y formadas.

O lo que es lo mismo. Quien sí quiere formarse, se podrá formar mejor que nunca, y se separará más que nunca también, de los que deseen libremente ser analfabetos. 

Hoy ya un analfabeto no es el que no sabe leer, sino el que no entiende cómo hay miles de personas con muchas ganas de aprovecharse de él y de engañarlo sin que se note, sin que la víctima lo note nunca.

Las diferencias de capacidad para abrazar la formación se irán convirtiendo por lógica, poco a poco, en diferencias económicas, laborales y de libertad. 

No debemos olvidar que los cambios de una sociedad se puede producir solo en el tiempo en el que se cambia de generación, aunque lleve esa sociedad sin cambios una decena de generaciones.


Humor blando y blanco en periodo bélico


Un poquito de humor blando y blanco. Era una viñeta del año 1938, en plena Guerra Civil, y venía desde el bando Nacional. 

Un humor sin aspavientos, para hacer sonreír entre la tropa con miedo y preocupada, por lo que tenía que hacer en los campos de España, entre la que se repartía la revista La Ametralladora. 

Humor viejuno que permite al menos olvidarse de las violencia… de aquellas maneras.

¿No hubiera sido más lógico utilizar otro color de fondo para la viñeta que este rojo sangre?