30.5.07

Ikea y sus albóndigas

Mi capacidad de asombro parecía inmensa hasta que cada día me van enseñando las generaciones actuales que soy un jilipollas. Yo no entiendo nada de nada, y lo peor que me pasa es que no entiendo porque no entiendo.
Que Zaragoza haya hecho un enorme esfuerzo en negociaciones fuertes, para traer Ikea a nuestra ciudad, que la inversión haya sido de dos pelotas tanto en la tienda como en sus alrededores y sus accesos, para que terminemos comiendo 30.000 albóndigas en una semana es de locos.
Yo pensaba que Ikea era una tienda sueca de muebles, pero resulta que la noticia son sus famosas albóndigas, que incluso las cuentan para saber si el negocio marcha o no marcha.
¡¡¡Joder!!!, que fallo tuvimos los de la CHA. En la campaña electoral en vez de folletos y bolígrafos, deberíamos haber dado albóndigas del Ikea.
Los suecos están contentos, porque una ciudad que consume en una semana 32.000 albóndigas promete negocio.
¿Cotizan en bolsa la bolicas pequeñicas suecas?,

29.5.07

El final de todas las cosas llega siempre

Todo tiende a arrugarse con el tiempo, es ley de vida. E incluso a que los pelos cambien de lugar y se trasladen a sitios en donde molestan más, pero uno esto lo va aprendiendo según va haciendo camino, como nos enseñó Machado.
Cuando entras en los palacios lo haces con la mejor cara y la ilusión de que allí te vas a encontrar todo lo mejor de lo mejor. Pero a veces es una trampa puñetera, y sólo te quieren para barrer, para llevarle el bastón al amo. Eso no quiere decir que no vayas de palacios, sino que cuando entres sepas que puedes terminar de lavaplatos y estar preparado para decir que te vas porque molestas o porque te molestan.
Con los años vas detectando mejor cuando el listo de turno se pasa de la raya y aprendes a detectar si su sonrisa es traidora o simplemente falsa. Es entonces cuando estás preparado para reírte del amo y con el amo, y para sabe buscar a otro que aprenda a llevar el bastón del amo y el gabán de un servidor. Todo es cuestión de tiempo y de aprender a manejarte por los palacios.