18.12.09

Telecino se queda con Cuatro, de momento. Las fusiones no existen.


La fusiones no existen, o mejor dicho, son las menos en las uniones de empresas de los mismos sectores. Normalmente lo que sucede son absorciones más o menos veladas o claras, en donde una empresa con superioridad compra, adquiere, toma, recibe como regalo, a otra empresa en posición mucho más débil, dejando esta sus activos a costa de sus pasivos.
Es lo que ha sucedido con Telecinco y Cuatro.
Mediaset controla el 81,7% de la nueva empresa y Prisa el 18,3%
Las diferencias de tamaño están claras y muy marcadas como para hablar de fusiones, cuando una de ella y sus consejeros obtendrán un poder consensuado con arreglo a esos números. Hoy o dentro de un par de años, que me da igual.
La culpa de que las cadenas de televisión más progresistas se disuelvan es de todos un poco. De ellas mismas que no han sabido crear una programación atrayente y barata, de nosotros los consumidores que no hemos confiado nuestros minutos en sus ofertas y del Gobierno (curiosamente de izquierdas) que ha mal jugado a dividir y a no consolidar.
En algún momento al PSOE le penará esta mala jugada contra Prisa, que deja todas las televisiones en manos de…, fuera de los despachos progresistas, para ser mas educados.
Los grupos que se forman sin duda, será muy fuertes, tan fuertes que serán únicos. Dos grupos y la televisión pública sumida en dudas.
Los ciclos son inevitables y tras el PSOE vendrá el PP. No sabemos si pronto o tarde. Y con unos medios controlados desde los despachos, puede eternizarse, como sucede en Italia. Es posible que a Zapatero no le señalemos nunca como el culpable de este gran error de fontanería política, por que no somos tan agudos desde la izquierda como marcar territorio y decir con claridad qué es bueno y qué es malo para las ideas progresistas, aunque algunas ideas sean ligeramente escandalosas. Así nos va, por ser tan limpios, que nos pillan siempre recién lavados y desnudos a su vez.

Taller de escritura 11. La prosa y la poesía.

En una novela es muy complicado (admitir el) escribir poéticamente. Hay que evitar en lo posible que si nuestra forma de redactar es más poética, bien por propia escuela personal o bien por nuestra experiencia, se refleje en los textos que van dirigidos a una novela.

Los adjetivos deben ir siempre que se pueda y deba, detrás de los nombres y no delante.

Pero en los relatos cortos las libertades son mayores y aquí si pueden entrar mucho mejor la sonoridad, el juego de palabras, las metáforas complejas, los adjetivos que juegan en el ritmo.

Un relato dura en la mente del lector mucho menos tiempo que la novela, pero le produce si está bien hecho, un impacto mayor y para ello debemos y podemos jugar con más herramientas poéticas que en el caso de la novela.