15.4.12

Mirar, ver, observar, leer, retener, reflexionar. Cartelería política

En la publicidad política, en la cartelería básica de convocatorias varias, de grupos que no pueden disponer de grandes asesores de imagen, la calidad deja mucho que desear y los resultados son muy pobres. Es curioso esto, pues entre los militantes de todos los partidos siempre hay mucho profesional de la imagen y la comunicación, de las artes gráficas y del diseño. Pero tal vez por no disponer de economías en las organizaciones que puedan emplear en pagar aunque sea parte de los costes de los diseños o incluso por creer cualquier militante que es capaz de realizar una cartelería básica con éxito, lo cierto es que los resultado son muy flojos.

Curiosamente tras el 15M y en los carteles hechos a mano en estas semanas de acampada en diversas ciudades de España, e podían observar textos muy simpáticos. Ácidos e incisivos, que con un diseño acorde con el mensaje hubieran sido mejores que algunas galeradas de texto sobre fondos naranjas o negros, que resultas la mayoría de la veces ilegibles e incapaces de llamar la atención para ser leídos. Comunicar no es tan fácil como muchos creen, o al menos que la comunicación sea algo más que un intento fallido por mandar mensajes que deben lograr el interés y la reflexión tras lograr retener unos segundos la atención de los que la observan al pasar frente de ella. 

Ver, mirar, observar, leer, retener, reflexionar.

14.4.12

Publicidad política o marcos explicativos del mensaje social

La publicidad es comunicación, es disfrazar los discursos, los mensajes, para hacerlos más fáciles de digerir. Suena a manipulación, pero es más o menos lo mismos que hacemos a un pollo comprado en la tienda, entre ese momento y el de servirlo a la mesa. Le reforzamos el sabor y lo cocinamos, para poder digerirlo bien.

No es lo mismo decir que “los últimos datos macroeconómicos indican un cambio de tendencia” a difundir que “ya se ven broten verdes en la economía”. No resulta igual decir “que estamos inmersos en una crisis económica del carajo” que avisar “hay una suave desaceleración en el consumo”. No resulta igual de duro afirmar que “se van a realizar unos recortes que nos van a temblar las canillas” a proclamar que “se van a realizar unos ahorros en el gasto público tras el despilfarro de estos años”. Es cuestión de cocinar, poner sal, algo de pimienta y echar la culpa del precio del pollo a los comerciantes que nos lo venden.

Si tenemos que “subir los impuestos” hablamos de “redistribución de las cargas impositivas” para entenderlo mucho menos y así no producir dolor. Cuando hablamos de la diferentes fórmulas según territorios avisamos que “es un impacto asimétrico en la solidaridad”. Como vemos a veces se emplea la fórmula de aclarar el mensaje y otras de complicarlo hasta no entenderlo. Es como cuando compras unas gambas pequeñas y las sirves con una salsa tailandesa para darles boato. En cambio los langostinos gordos y frescos con una pasada por la plancha con un golpe de sal es suficiente.

Todo es publicidad, incluso la manera de servir nuestros langostinos en la mesa de los invitados. Así que mucho cuidado con creernos lo que nos sirven, sin antes limpiarlo de salsa y de tropezones.