6.2.14

Todo depende de ti. También que los demás salgan de la crisis

Cuando de cada sociedad vamos restando los jóvenes que se tienen que escapar, los mayores por que ya no están activos en tecnologías y no se valora su experiencia, los mediocres que se esconden esperando que escampe solo, los desafectados por que ya no creen ni en dios y los militantes por que quieren modificar algo pero no les dejan, quedamos tú y yo. Un mal escribidor y un lector que se ha perdido.

Poca cosa para molestar al sistema "ancladamente" fijado para no moverse ni un ápice, aunque mil tipos como nosotros soplemos aire.

Quedamos pues los mediocres quejicas; los demás han huido y nadie sabe cómo ha sido. Bueno, los que manejas los hilos sí saben como lo han logrado; tanto, que lo volverían hacer a poco que seamos más los que soplemos.

Pero en la mediocridad nuestra está la penitencia. Como somos pobres de espíritu nos tenemos que mover más, debemos resultar molestos y cargantes a costa de repetir mil veces mil los mismos zumbidos, hasta parecer que somos muchos. Solo así haremos ruido. Y eso si, disfrazarnos de diferente clase de abejorro para disimular, que los que dominan el cotarro se fijan en nosotros y debemos parecer muchos

Se ha pasado la hora de quejarse, del análisis y la pena. Ahora toca plantear iniciativas aunque parezcan locas, pues solo de ellas lograremos sacar alguna válida. Actuar y atrevernos, dejar de soñar dormidos y hacerlo despiertos. Creer en nosotros. ¿Cuando vas a empezar a creer en tus posibilidades?

5.2.14

"Air pour des fous tristes" de Jean Philippe Rameau me ha abierto las orejas

Escuchaba en la Universidad de Valencia una orquesta de cámara sonando como los ángeles -sobre todo cuando la percusión aumentaba su poder sobre el resto de componentes- cuando por un momento se me ha escapado la mente en busca de más perfección en el sonido enlatado que queda tan lejos del natural, del real. 

La pregunta me parece tonta ahora, pero es cierto que con todos los avances tecnológicos que tenemos no parecemos capaces de lograr que el sonido grabado reproduzca la realidad, por muchos avances que le pongamos. Luego he preferido pensar que el problema es al comprimirlo para venderlo y que en algún sistema profesional sí se logra que lo enlatado suene como seis simples músicos de cámara.

Sucedía todo en la antigua capilla de la Universidad, un lugar idílico para el sonido del siglo XVIII y lleno de personas escuchando "Air pour des fous tristes" de Jean Philippe Rameau.