17.11.16

Sevilla, Canaletas, Madrid. Bien, pero con temores

Uno de los proyectos más importantes que dentro del control urbanístico que en la medida de lo posible  se puede realizar en edificios privados, se está dando en Madrid, en la zona de Canaleta junto a la estación de Metro Sevilla, con el conjunto de edificios que vemos enfrente, en la imagen.

Hoy se aprueba en el Ayuntamiento de Madrid la remodelación de las calles que envuelven toda la gran reforma de la manzana, para construirla en hotel de alta calidad y en un gran Centro Comercial en el centro de Madrid. Deseo simplemente mostrar la idea y el cambio que supone en el urbanismo, esta remodelación.

Se completa la peatonalización de la calle Echegaray, se reubican algunas paradas de autobuses, en la calle Sevilla el peatón gana espacio con la reducción de tres a dos carriles de circulación: uno para vehículos y otro reservado a autobuses. Se suprime un carril de circulación en la Carrera de San Jerónimo y en otras calles del entorno. Y se rechaza la idea de establecer un intercambiador bajo rasante, en la primera planta del aparcamiento subterráneo.

Más peatón, menos coches. Más facilidad a los transportes públicos, más dificultad a los coches privados. Y en una zona en la que en teoría podrían acudir muchos vehículos al Centro Comercial. Pero la decisión de controlar y evitar los vehículos privados en el centro de las ciudades es lógica, inevitable y por fin decidida.

Aunque la idea nace con la negación del intercambiador subterráneo, que hubiera dotado a la zona de más espacio verde y más zonas para el peatón. El miedo de los técnicos a que si se metían los autobuses urbanos por debajo de la calle, como si fueran Metro, podría suponer un uso menor, ha desechado la idea última y más atrevida, de dotar a la zona de más espacio peatonal y menos uso de vehículos. Aun así se realiza esa zona subterránea, de momento como garaje, pero que en un futuro se podría convertir en un paso subterráneo para vehículos públicos.

16.11.16

Urbanismo amable, incidiendo en la parte privada

Cuando hablamos de la importancia de diseñar constantemente los barrios, como entes activos donde las personas no solo viven y conviven, sino sobre todo crean comunidad, nos referimos muchas veces a la totalidad del diseño. Incluido esa parte privada, donde los poderes públicos no pueden ni deben entrar.

Os voy a poner un ejemplo cercano en el tiempo, como muestra de que para crear urbanismo amable, hay que intentar trabajar todos los elementos, incluidos los privados aunque sea de forma indirecta. 



Es la entrada al barrio de La Jota en Zaragoza. Un barrio tremendamente curioso para el urbanismo pues desde su fundación —y todavía conservadas en la actualidad— se compone en su núcleo central de casitas bajas con un pequeño jardín trasero, lo que es claramente un “Barrio Jardín” horizontal como todos ellos, pero realizado para trabajadores de un polígono industrial cercano en los años 40 hasta 60 del siglo XX, llamándose en un principio Barriada de Escudero y luego Parcelación Damán.

Si nos fijamos en la imagen, vemos en esa entrada y cerrando el perímetro del barrio, edificios grandes, altos, que tras ellos es donde está la barriada antigua. Una excelente zona para vivir, por su tranquilidad y sensación de barrio asentado, cuando no de núcleo rural conservado casi como una isla.

Hasta hace muy pocos años en el edificio central, donde ahora existe un hotel franquicia o similar, existía la única parcela en zona principal sin edificar. Era y es una zona totalmente privada. 

Y si bien la construcción de un hotel ha venido a cerrar el perímetro, incluso a dignificar la entrada al barrio, supone un lugar anodino que vive a espaldas de los vecinos, como es lógico por su actividad. Un hotel pequeño no es “comunidad” …, excepto que se hubiera construido con los deseos de crear comunidad.

Y aquí es donde deberían entrar los poderes públicos municipales, a la hora de diseñar indirectamente también, parte de las zonas privadas. 

En estos momentos es imposible en España, y además no tiene sentido sin cambios normativos y legales. En los bajos de este nuevo edificio se debería haber trabajado el urbanismo social de otra forma bien distinta, hasta obtener un cambio de uso, que hiciera barrio. No quiero dar ideas para no complicar esta entrada. Pero una cafetería abierta, un pequeño gimnasio, una zona de uso mixto para clientes y ciudadanos de la zona, hubiera dotado de un servicio añadido.

En el urbanismo cualquier pieza por pequeña que parezca, sí importa. A veces unas compensan a otras, y lo que queda es la suma de errores y aciertos y con ello el resultado final. 

Si este hotel tuviera una simple cafetería abierta al público exterior, ya estaríamos hablando de un elemento urbano que sí supone una integración en la zona donde se asienta. Si tuviera un restaurante, más. 

Pero hay muchas otras posibilidades donde un edificio privado puede integrarse más como un elemento urbano y social con su entorno.

Para los ciudadanos de la zona de La Jota, es un edificio gris al que (casi) nunca accederán. No existirá (casi) intercambio. 

Y si bien, siendo privado, es algo que parecería que no debe importar a nadie, es también cierto que en el diseño del urbanismo de los barrios, no tiene la misma importancia un espacio situado en un punto central, que un espacio colocado en una disposición sin importancia. Sea privado o público.

Ajovín