12.12.16

Listo. Inteligente. Inteligente Emocional

Admitiendo que no es lo mismo ser listo que inteligente, incluso que no tiene el mismo valor ser inteligente a ser inteligente emocional, vamos a ver algunos brochazos bastos sobre todo esto. Más que nada para ser felices dentro de nuestras posibilidades, avanzando siempre hacia el final. La meta siempre es el final, y no suele ser lo más bonito del camino.

Una persona que sepa emplear la inteligencia emocional, además de saberse poner en el lugar del problema, sabe controlarse y modular sus formas y mensajes…, según el momento y el interlocutor. Emplea las emociones de los demás y las suyas propias para edificar las posibles respuestas ante las dificultades del camino.

Sabe hablarse, escucharse desde su interior, sabe escuchar a los demás y con la suma de todo hacer un diálogo constructivo que sirva a las partes. No siempre tiene “la” solución, pero siempre debe tener “una” solución. No es un negociador, es una simple persona que emplea el sentido común y escucha sus sonidos. Y sabe emplear los silencios.

Pero es verdad que no todo es tan sencillo, y que para parecer inteligente la prepotencia es el gran enemigo de esa inteligencia emocional que tanto publicitamos en los últimos años, y sin duda admitir que si caes en sus brazos, pierdes todo lo conseguido. Un inteligente emocional nunca debe parecer prepotente. Serlo menos, pero tampoco parecerlo.

Todos fallamos, incluidos los que se creen inteligentes. Más estos, casi seguro, pues suelen tomar más tipos de decisiones.

Equivocarse entra dentro de lo normal si todos los que tenemos que tomar decisiones nos damos cuenta de ello, si no persistimos mucho en el error, si sabemos buscar una solución.

Todos nosotros vamos caminando por la vida con independencia del tipo de piedras que nos vayamos encontrando en el camino. Queremos llegar a un destino, y sabemos, admitimos, que para alcanzar la meta nos vamos a encontrar con entretenimientos y dificultades. Depende de los momentos, de las horas, de las fuerzas. Entra en el precio de andar.

No pienses tanto en el que dirán de ti, se equivocan siempre. Incluso cuando aciertan, que será la mayoría de las veces. Simplemente se equivocan pues no saben qué camino vas a tomar mañana mismo. Incluso tú mismo tampoco lo sabes. Ni eres tan bueno como te dicen…, ni tan malo. Y eso mismo debes decirte tú por las noches.

Lo normal es que en realidad nunca sepamos qué o cómo somos. Es el juego de la vida. Intenta hacerlo bien y estar contento con tu parecer y tus actitudes. Aprende a escuchar y a entenderlos. Incluso desde el disenso.

Para llegar hay que seguir avanzando, hay que correr algunos riesgos, hay que plantar cara, hay que fracasar y levantarse, hay que tomar decisiones. La suerte no existe. Al menos la buena. Se llama trabajo y formación, se llama ganas de seguir.

Y recuerda que al final siempre está la misma meta para todos. La muerte. No es agradable, por eso hay que disfrutar del camino.

Movilidad laboral. Los mejores se escapan

Era inevitable y lógico que tras la crisis viniera el clásico problema en las empresas que se han portado mal en este período; el de empezar a perder los valores de talento personal que había dentro de sus organizaciones. Ver cómo se tratan los RRHH de una empresa en periodos de crisis, aunque no te toque personalmente el despido, supone en qué medida se valora a las personas. Y cuando veas las barbas pelar, cuídate.

Así que algunas empresas están intentando ahora poner remedio a sus malas prácticas, intentando no perder el talento que tienen.

La formación interna es fundamental en las empresa, aunque algunos “jefes viejos” se quejan de que tras formar a los buenos colaboradores, estos se marchan. Todos los responsable de RRHH decimos lo mismo: “Lo peor no es que se marchen, lo realmente catastrófico es no formar y que se te queden dentro”.

Todas las empresas tienen en su organización trabajadores que son fundamentales. Nunca lo quieren reconocer, pero sin ellos se dejan de meter goles. Y si se pierden, además de muy caro, surge un problema a veces incluso de futuro. Se pierden estos colaboradores importantes, pero se van a otro sitio. El daño es doble.

No siempre son Jefes de Sección, a veces son líderes de grupo, excelentes en un trabajo determinado, poseedores de un carisma especial, poseedores de una especialización minoritaria, gente con un acceso a los clientes o a los proveedores muy determinante, etc.

¿Cuánto de bien están pagadas estas personas? 
¿Quien ha nombrado aquí el sueldo?

Una empresa no es SÓLO un lugar para trabajar y cobrar un sueldo. Es mucho más, es un lugar de vida, ese sitio donde estamos muchas horas al año. Más de las que marca el convenio, pues hay que sumar las que se está con el pensamiento o la formación.

Los contratos basura, los sueldos que tienen el mismo olor que las condiciones de trabajo, son el mejor caldo para crear virus que afecta a la empresa. Cada empresario o gestor puede acertar o equivocarse como le venga en gana, es su negocio. Pero como poco debe conocer sus riesgos. Y el resto de trabajadores conocer el riesgo que corre la empresa en la que trabajan.

Si una empresa tiene mal carácter, mal clima laboral, no sirve de nada querer modificarlo tarde y mal según cambian las condiciones económicas del momento, según se ven las orejas al lobo o se pierden clientes. Un trabajador de la empresa es un cliente interno, y huye de los engaños y de las mentiras con sonrisa falsa.

Si quieres crear un buen clima laboral tras una desastrosa gestión…, empieza por despedir por todo lo alto a quien lo haya creado antes. Un despido con alevosía y publicidad. Y si el despedido tienes que ser tú…, pues lo tienen jodido. Empieza de nuevo con un equipo distinto. No hay otra.

Las empresas nunca deben ser cementerios de elefantes, y eso se corrige poco a poco con cambios tácticos y organizados. Pero si se convierten en un lugar de paso, estamos cavando una tumba para la empresa. La movilidad laboral es buena si es en su justa medida. Cada sector tiene la suya, cada empresa también. Pero que la movilidad es el descontento constante. La baja motivación, la apatía, el que se vayan siempre los mejores y se queden siempre los peores.