Todas las edades hay que vivirlas en tres dimensiones: hay que vivir el presente, hay que saber recordar y hay que saber soñar y proyectar.
Si uno solo sueña, vive en las nubes.
Si uno vive solo el presente y no es capaz de valorarlo por el viaje recorrido o por las mochilas que han ido recogiendo, ni tampoco de proyectarlo hacia el futuro, vive con las orejeras puestas y no se entera de nada.
Y si uno vive evocando el pasado y tratando de añorarlo, vive perdido.
Hay gente que no se toma la más mínima molestia para vivir de una manera inteligente, de una forma que le permita paladear la vida y entenderla, darle sentido, color y dimensión. Yo procuro siempre darle alegría e intensidad a lo que vivo.
Y como he vivido el paso del tiempo con naturalidad, he podido ir pasando etapas sin ningún particular sobresalto, sin que me sorprendiera el fantasma de los años.

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