26.1.17

Diseño urbano con 2.000 años

En el centro de la imagen, la zona de la ciudad romana
Hay ciudades que desde que se fundaron hace en algunos casos más de 2.000 años se mantiene con el mismo urbanismo inicial en la zona central y durante siglos, marcando con rotundidad no ya el centro de la ciudad presente, sino el desarrollo y crecimiento posterior de toda ella y de una forma muy clara, durante siglos. Han pasado numerosas sociedades, culturas, religiones, pero el núcleo urbano fundacional se mantiene inalterable. Por eso es tan importante de qué manera se crea urbanismo, pues luego son siglos los que se mantienen las decisiones.

Zaragoza es una de las muchas ciudades que han mantenido su primitivo diseño en cuanto a calles, espacios, trazados urbanos, que no solo mantiene su centro urbano con la misma estructura de calles y plazas como en época romana, sino además su enorme crecimiento posterior se ha realizado de forma radial desde el diseño urbano de los romanos. 

Fundada hace más de 2.000 años por los romanos sobre un asentamiento íbero, sigue manteniendo todo el perímetro primitivo rodeando la ciudad histórica, y logrando con ello que todo el crecimiento zaragozano sea (casi) concéntrico sobre esa zona aunque hoy haya crecido 300 veces de población sobre su primitivo estado fundacional.

Crecer supone también formar grandes avenidas, cinturones, polígonos industriales, situación de los grandes Centros Comerciales, etc. Crear decena de nuevos barrios que se van asentando respetando el núcleo, admitiendo su diseño que marca carácter.

El río Ebro marca otra línea clara del urbanismo zaragozano; pero si nos fijamos vemos que los tres (casi) principales puentes sobre el río siguen estando en los tres puntos del perímetro marcado por los romanos y que se unían al cauce del río.

Siguen existiendo los extremos del perímetro y la desembocadura de la calle importante en la zona central, el Cardo romano que terminaba en el primer puente importante de Zaragoza. Y sobre ese punto se crean también importantes avenidas o carreteras que sirven para huir, llegar o volver, y que todavía son las utilizadas.

Cualquier transformación temporal de las ciudades en el urbanismo nuevo, debe hacerse con sumo cuidado, pues todo afecta a la propia ciudad, y nunca se sabe para cuantos años o siglos. Zaragoza no sería hoy igual se se hubiera construido hace 2.000 años vertical en vez de horizontal, alargada en vez de cuadrada, o sobre las dos orillas del río Ebro en vez de sobre una sola, o aprovechando más las orillas del Ebro en un diseño más alargado en vez de adentrarse hacia el interior buscando los entonces campos productivos, en busca del agua y los terrenos agrícolas del otro río de Zaragoza, la Huerva.

Seguridad pasiva y libertad pasiva. Hay que sumarlas

Calle de Reino Unido
Alguna vez ya hemos hablado lateralmente de las cámaras de seguridad que vigilan las calles, los locales, las oficinas, las fachadas, los autobuses urbanos, edificios privados de vecinos, los metro, los restaurante o los bancos. En alguna ciudades la seguridad pasiva es inmensa, casi agobiante para los que venimos de ciudades donde este tipo de control existe en mucha menor medida. ¿Es evitable?

Pues de momento parece que no. Incluso el aumento de este tipo de vigilancia total se está multiplicando en más y más ciudades, en cruces de calles, desde farolas, por parte de la policía local o estatal, en entradas a localidades, junto a radares de tráfico, etc.

Tendremos que acostumbrarnos a ellas, pues debemos advertir que lo que graban no está al alcance de cualquier persona, para revisarlas se requiere una orden policial o cuando menos un conocimiento desde quien es el responsable de su funcionamiento, que si bien no garantiza la totalidad de su uso, sí lo controla. Su eficacia es notable para encontrar a los responsables de la inseguridad cuando esta se produce, y por ello son muy tenidas en cuenta antes de cometer delitos.

A veces es muy complicado aunar la seguridad pasiva con la libertad pasiva. Pero creo que debemos perder el miedo a que nos graben, pues si no hemos realizado ningún acto complicado, no existe temor. Y si creemos que son capaces de grabarnos en nuestro domicilio, bajemos la persiana cuando nos pongamos a comer pipas o un bocadillo de tortilla. Para estar más tranquilos. La seguridad tiene un precio y hay que pagarlo.