4.9.06

Yo no quiero estar en una colección


Estoy asombrado, de verdad, tanto que he decidido no ser nunca escorpión. El otro día me enteré de que con la furia de las colecciones de todos los septiembre había salido una de insectos, y que el primer día por un euro daban un escorpión. Fallecido, claro.

Yo enseguida, tonto de mi, pensé que sería una imitación, y que la colección de marras sería soportable y de plástico, pero me puse a mirar media docena de ejemplares, y en todas ellas los escorpiones eran distintos. El colmo vino cuando pude leer bien grande, que el eslogan de venta era precisamente…:

¡Son auténticos!

Este río de la foto tenía muchos insectos distintos, y están…, lo aseguro…, acojonados como tenga éxito la colección. 

Yo los tranquilizo desde aquí si es que me leen, cosa que dudo, porque sólo los primeros capítulos se venden, así que la mala suerte es ser elegido insecto de los primeros. Luego la venta baja mucho e igual podemos seguir viéndolos volar por los ríos sin tener que estar metidos en plástico líquido.

1.9.06

Los payasos son el oficio más serio del mundo


Mis primeros payasos fueron los Hermanos Tonetti. Maestros de tan noble y complicado trabajo en directo, que llenaban ellos solos de público del Circo Atlas. Después (y antes) los han copiado miles de personas con buena fe y millones de "sosarras" que se creyeron aquello tan simple de que con hacer uno de tonto y otro de listo ya era pasaporte para contar historias graciosas.

En los últimos años he visto diversas clases de payasos en programas de televisión que se dicen serios y en capítulos de series que se hacen como churros en una fábrica llena de nervios y estrés.

Mientras, los auténticos están escondidos, se dedican a trabajar en ONGs o se mueren de pena y hambre. Está claro que todo cambia, y también que algunos roban el nombre de los oficios para creerse profesionales de la nada.

Yo tengo un amigo payaso, un payaso de los serios, de los que te hacen pensar. De los de nariz redonda y roja que dice verdades como puños. Dicen que es un payaso para adultos. Como si los niños no necesitaran payasos serios.

Seguimos teniendo un buen números de actores que nos hacen reír o llorar, pero yo a los payasos que critico son a los que dan pena con sus mentiras, a los que van de traje y de guapos para contar miserias ajenas escondiendo las suyas.

Lo curioso es que a estos les molesta que les llamen payasos, noble oficio donde los haya. O noble afición por explicar la vida a su manera, detrás de su envoltorio de buena gente.

28.8.06

Hacer un alioli falso es muy sencillo

Les presento a la reina de las salsas pero algo disfrazada. Es cierto que la salsa alioli es simplemente aceite y ajo batido a mano hasta que emulsiones, pero resulta complicada de hacer y requiere una gran mano para hacerla espesa y suave.

Todos (casi) hacemos la alioli con trampa. Una mayonesa con ajo puede sustituir casi perfectamente a la original.

La reina es la mayonesa, pero esta vez la vamos a adornar un poco con el ajo. Se ponen en el vaso de la batidora dos ajos pelados y cortados en trozos junto al huevo y se cubre de aceite. Con la batidora se va trabajando y añadiendo aceite hasta conseguir el espesor deseado, más si la máquina gira más rápido. Sal y a servir. Un minuto de tiempo.

Esta salsa se puede tomar acompañando una fideuá, o unas patatas cocidas, pero ojo, también para mojar los cantos de unas simples patatas fritas de bolsa o completar el gusto de unos caracoles a la plancha.

Si deseamos salirnos un poco de la receta básica, unas gotas de limón y un chorrito de Jerez o de un vino rancio la convierten en otra cosa con más historia. Eso si, ojo con el estómago y con el aliento, que se resistirán a comportarse.

24.8.06

Saber ver, mirando con detenimiento

No se trata solo de mirar, sino de encontrar, de saber ver lo que nos rodea, de hallar el sentido que alguien quiso disponer en los elementos que nos rodean.

Nos envuelven imágenes que a veces se nos muestran en negativo, al revés, disfrazadas de gigantes cuando son molinos, con ánimo de distraer precisamente para eso, para que nuestra mirada se quede en un momento con ellas y nos sujeten unos instantes.

Mirar hacia arriba y ver…, es a veces un ejercicio de lo más gratificante. Tal vez haya que mirar mejor.