13.8.08

Cómo conseguir que los hijos se vayan de casa antes de los 40

Si te molestan los hijos en casa, no intentes echarlos, es imposible y te quedarás en evidencia, busca otras alternativas. Piensa, pues cada caso tiene sus puntos de palanca.

De momento la que todavía no hemos realizado nuestra generación (la de los años 60 y 70), es obligar al sistema a que cambie una serie de vicios inmensos, que obligan a tener que soportar a los hijos y sus apegados durante más años que ninguna otra generación habida hasta la fecha.

Y ellos además, por el bien de la sociedad del futuro, necesitan emanciparse con urgencia. Todo lo que sea pasar de los 25 ya es tarde. Sí, lo sé, los 25 es imposible.

Nunca los jóvenes han durado de jóvenes tantas décadas como la actual generación. Y los culpables somos nosotros que no les dejamos salida lógica. 

Responsables los padres, pero no de forma directa, sino indirecta, al crear una sociedad que no apoya en España la emancipación. ¿Somos capaces de mirar qué se hace en otros países, cómo lo consiguen en Europa Central o en el Norte de Europa?

Están nuestros hijos actuales y sin emancipar mejor preparados que ninguna otra generación, pero en cambio cobran —si trabajan— el mismo sueldo que cobrábamos nosotros hace tres décadas. 

Su trabajo no es fijo ni digno a su formación pero las deudas de la hipoteca sí que son fijas durante 30 años para los jóvenes y para los avalistas. Así que prefieren no entrar en esos temas sin la seguridad laboral necesaria.

Saben que ahorrar es una tontería pues mil euros es el equivalente a quitarse muchos pequeños gozos diarios y en cambio no sirve para pagar más de una cuota mensual de la hipoteca.

Como saben que una hipoteca dura mucho más que un matrimonio según las estadísticas, optan por creerse estos riesgos y pasar de las trampas. No se quieren emancipar, pues eso supone el riesgo. Y como se puede observar, de tener hijos ni me lo planteo, es otra imposibilidad más que castigará a España en las próximas décadas.

Se nos han vuelto listos y viven adosados en un cuarto familiar que más parece una cueva personal que una habitación, y que decoramos hace décadas con gusto infantil, cuando nuestros hijos iban a ser los que nos iban a sacar de pobres. 

¡¡¡Cooooñooooo con el futuro de entonces que hoy es presente!!!

Como ellos no están por la labor de hacer la revolución pendiente —esa que nosotros tampoco hicimos del todo aunque la intentamos— creo que es la hora de que nos la replanteemos otra vez, ahora que los padres ya tenemos pagado el piso y vamos camino de la jubilación, más que nada para que nos dejan en paz los hijos y no tengamos que estar pendientes de si los vamos a pillar en pelotas en casa, con sus turgentes y envidiosos atributos amenazando el recuerdo. O nos van a pillar a nosotros, que todo es posible.

Tienen dos dificultades, solo dos, y sobre ellas debemos trabajar.

Un acceso al trabajo en condiciones correctas de seguridad y sueldo según su preparación y un acceso a la vivienda sin cláusulas tramposas.

Analizaremos estas dos posibles soluciones que tenemos que resolver entre todos, para conseguir que el cuarto que iba a ser despacho y biblioteca lo dejen libre de músicas ambiente y de carteles jilipollas, de olor a feromonas mezcladas con bebidas energéticas y patatas fritas y vuelva nuestro hogar el silencio, que aprovecharemos otra vez la pareja casi ya anciana, para pasearnos en pelota picada desafiando la edad.

12.8.08

La emancipación de los hijos o cómo entender porqué los hijos abandonan el hogar después de los 40

Las leyes de mercado funcionan en estos siglos en todos los aspectos de la vida, nos guste o no. También en la familia, más en las nuevas familias que NO se forman.
Si es imposible o muy complejo emanciparse, la persona y la pareja deciden buscar otras alternativas, y de momento vivir en casa de los padres es la mejor. El coste social de esta decisión es tremendo, pero es culpa de la propia sociedad que arrastra a las personas a dejar de tomar riesgos económicos tan grandes que les impiden caer en la trampa de las hipotecas excesivas.
El propio mercado, el propio sistema al endurecer el acceso a la emancipación por querer chupar excesiva libertad y economía de las nuevas familias, se va a encontrar con una revolución social a medio plazo. Silenciosa, pacífica pero tremenda.
Las nuevas familias sin emancipar, jóvenes de veintitantos a treintaymuchos gastan en restaurantes, en viajes, en ropa, en electrónica pequeña, en regalos, en coches.
Pero no gastan en luz, en gas, en piso, en muebles, en gastos financieros, en impuestos directos, en hijos.
No saben lo que es el ahorro, porque saben que NO SIRVE PARA NADA.
Como el mercado les expulsa del sistema emancipador, asumen esa expulsión y la adaptan a su forma de vida. Tienen una familia de dos miembros desde las 19 horas a las 23 horas todos los días más los sábados y domingos. El resto de la semana viven en el hogar familiar. Convierten al coche en su pequeño piso temporal, y ahora es cuando me río de las críticas hacia los mini pisos de la ministra aquella que no supo defender una buena idea, viven decía en sus coches en donde comen y joden, hablan y lloran, ríen y discuten, y aprovechan los fines de semana para viajar no en busca de lugares maravillosos sino de hoteles confortables, o también aprovechan cualquier fin de semana vacío de progenitores, para disfrazarse de independientes.
¿Hasta cuando?
Pues hasta que el resto de la sociedad decida que esto es una barbaridad social. Ellos son incluso felices con este seudo sistema de independencia financiera y social. Están en la mejor época de su vida para gozar de la libertad y la han encontrado disfrazada de un mundo falso pero que funciona.
Viajan a Cancún sin tener un trabajo fijo, mientras sus padres no pasar de ir al Pirineo porque tienen que mantener la familia que ahora es más numerosa y come más jamón, gasta más luz y pide para el arreglo del coche una ayudita.
Los jóvenes estás pasando de entramparse y es lógico, tenemos que ser nosotros, los adultos, los que les obliguemos a volar, empujándoles al precipicio para que aprendan. Pero claro, por otro lado sabemos que el sistema es una mierda y que su forma de entender la vida les viene impuesta por las dificultades. Y qué carajo, nosotros también haríamos lo mismo ante las mismas dificultades.

10.8.08

Poema del palestino Mahmud Darwish


Un metro cuadrado en la cárcel
Ésta es la puerta, y detrás el paraíso del patio. Nuestras cosas, todo lo que nos pertenece se esfuma. 

La puerta es la puerta, puerta de la metáfora, puerta del cuento, puerta que purifica a septiembre, puerta que lleva los campos a la génesis del trigo. 

La puerta no tiene puerta, pero yo puedo acceder a mi salida, enamorado de lo que veo y no veo. ¿Tanta gracia y belleza en la tierra y la puerta no tiene puerta? 

Mi celda no ilumina más que mi interior. Que la paz sea conmigo, y paz al muro de la voz. 

Para alabar mi libertad he compuesto diez poemas, aquí y allí. 

Amo las migajas de cielo que se infiltran por el tragaluz de la cárcel, un metro de luz donde nadan los caballos y las pequeñas cosas de mi madre, el perfume del café en su ropa cuando abre la puerta del día a sus gallinas. 

Amo la naturaleza entre otoño e invierno, a los hijos de nuestro carcelero y las revistas esparcidas por las aceras lejanas. 

He compuesto veinte canciones satíricas del lugar donde no hay espacio para nosotros. 

Mi libertad: ser lo contrario de lo que quieren que sea. 

Mi libertad: ampliar mi celda, continuar la canción de la puerta. 

Puerta es la puerta. 

La puerta no tiene puerta pero yo puedo acceder a mi interior...

Aprender a decir NO

¿Cuanto hace que no has dicho NO con suavidad, con calma, con la seguridad que te da saber que ese NO es lo mejor que estás haciendo?
Para decir NO lo primero es aprender a decirlo con calma, sin mala baba, con la misma tranquilidad con la que decimos SI.
Si eres capaz de decir NO con el mismo talante, el mismo humos con el que dices SI estarás diciendo lo que sientes con toda tu fuerza.
No hay distinción si crees que una negación es lo lógico, pero aprender a decir NO es el camino para a veces, recobrar la libertad.
Nadie te obliga a acudir a esa boda que no te gusta, a esa cena que no te apetece, vestirte con corbata si no te gusta o con pantalón corto porque vas a ir a pasear a la playa.
Las normas las debes marcar tú, no existen normas fijas, todas se han cambiado y se modificarán en el futuro, las normas las ponen otros por tí, y si no afectar al respeto de los demás, no deben sentirse como obligatorias.
Eso si, decir NO es un acto responsable, igual que decir SI, hay pues que medir el momento, el lugar, el porqué. Pero si deseas decir NO, prueba, te sentirás más libre.