12.8.08

La emancipación de los hijos o cómo entender porqué los hijos abandonan el hogar después de los 40

Las leyes de mercado funcionan en estos siglos en todos los aspectos de la vida, nos guste o no. También en la familia, más en las nuevas familias que NO se forman.
Si es imposible o muy complejo emanciparse, la persona y la pareja deciden buscar otras alternativas, y de momento vivir en casa de los padres es la mejor. El coste social de esta decisión es tremendo, pero es culpa de la propia sociedad que arrastra a las personas a dejar de tomar riesgos económicos tan grandes que les impiden caer en la trampa de las hipotecas excesivas.
El propio mercado, el propio sistema al endurecer el acceso a la emancipación por querer chupar excesiva libertad y economía de las nuevas familias, se va a encontrar con una revolución social a medio plazo. Silenciosa, pacífica pero tremenda.
Las nuevas familias sin emancipar, jóvenes de veintitantos a treintaymuchos gastan en restaurantes, en viajes, en ropa, en electrónica pequeña, en regalos, en coches.
Pero no gastan en luz, en gas, en piso, en muebles, en gastos financieros, en impuestos directos, en hijos.
No saben lo que es el ahorro, porque saben que NO SIRVE PARA NADA.
Como el mercado les expulsa del sistema emancipador, asumen esa expulsión y la adaptan a su forma de vida. Tienen una familia de dos miembros desde las 19 horas a las 23 horas todos los días más los sábados y domingos. El resto de la semana viven en el hogar familiar. Convierten al coche en su pequeño piso temporal, y ahora es cuando me río de las críticas hacia los mini pisos de la ministra aquella que no supo defender una buena idea, viven decía en sus coches en donde comen y joden, hablan y lloran, ríen y discuten, y aprovechan los fines de semana para viajar no en busca de lugares maravillosos sino de hoteles confortables, o también aprovechan cualquier fin de semana vacío de progenitores, para disfrazarse de independientes.
¿Hasta cuando?
Pues hasta que el resto de la sociedad decida que esto es una barbaridad social. Ellos son incluso felices con este seudo sistema de independencia financiera y social. Están en la mejor época de su vida para gozar de la libertad y la han encontrado disfrazada de un mundo falso pero que funciona.
Viajan a Cancún sin tener un trabajo fijo, mientras sus padres no pasar de ir al Pirineo porque tienen que mantener la familia que ahora es más numerosa y come más jamón, gasta más luz y pide para el arreglo del coche una ayudita.
Los jóvenes estás pasando de entramparse y es lógico, tenemos que ser nosotros, los adultos, los que les obliguemos a volar, empujándoles al precipicio para que aprendan. Pero claro, por otro lado sabemos que el sistema es una mierda y que su forma de entender la vida les viene impuesta por las dificultades. Y qué carajo, nosotros también haríamos lo mismo ante las mismas dificultades.